Este domingo 6 de noviembre empezó otra cumbre de negociaciones destinadas a frenar el grave problema del cambio climático. Los jefes de Estado, ministros y negociadores, junto con activistas climáticos, alcaldes y representantes de la sociedad civil estarán reunidos hasta el 18 de noviembre en la ciudad de Sharm el-Sheikh, en Egipto, para llevar adelante la 27ª Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, más conocida como COP27.
El año pasado se habían encontrado en Glasgow, Reino Unido. Pero en 2022 la situación cambio. Los líderes tendrán que enfrentarse al problema de la crisis energética provocada por la guerra de Ucrania y a los crecientes daños causados por los fenómenos meteorológicos extremos.
Hay cuestiones preocupantes. Los precios de la energía se están disparando y eso ha estimulado una nueva ronda de inversiones gubernamentales destinadas a reducir artificialmente el coste de los combustibles fósiles.
Según una estimación, estas subvenciones casi se duplicaron en 2021 y se prevé que vuelvan a aumentar este año. Eso aumentaría la dependencia de las fuentes de energía más “sucias” del mundo.
Pero también hay buenas noticias. Las instalaciones de energías renovables siguen aumentando en todo el mundo: 26 países han asumido nuevos compromisos climáticos este año. Uno de ellos es Australia, que se comprometió a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta un 43% por debajo de los niveles de 2005 para 2030.
Un análisis de la Agencia Internacional de la Energía sugiere que las nuevas políticas anunciadas por Estados Unidos, Europa y otros países en respuesta a la crisis energética están preparadas para estimular las inversiones en energías limpias. Ese cambio podría generar potencialmente una meseta mundial en el nivel de emisiones para 2025.
Mientras tanto, los impactos del cambio climático van en aumento. En septiembre, los científicos anunciaron que el calentamiento global contribuyó a alimentar las lluvias monzónicas inusualmente intensas que causaron inundaciones extremas en Pakistán este año. Ese desastre produjo la muerte de más de 1.700 personas y causó decenas de miles de millones de dólares en daños a hogares e infraestructuras.
En la reunión en Egipto se debatirá cómo pagar por esa devastación y si los países ricos están haciendo lo suficiente para ayudar a los países más pobres a adaptarse al calentamiento global. Según Joyeeta Gupta, politóloga de la Universidad de Ámsterdam, mitigación y adaptación, estos serán son los dos temas en la COP27.
Conscientes de que los países industrializados tienen una gran responsabilidad en el calentamiento que ya provoca sequías, inundaciones e incendios en todo el mundo, las naciones de bajos ingresos llevan más de una década presionando para que se les compense por los daños.
En concreto, quieren un mecanismo de pérdidas y daños por el que los países ricos ayuden a los más pobres a pagar los impactos del calentamiento global, que ya son inevitables. Estos esfuerzos están ganando terreno.
En Glasgow, los países acordaron establecer un diálogo sobre el tema, pero los principales bloques de negociación que representan a los países de bajos ingresos piden que se actúe en la reunión Sharm El-Sheikh. “Es el único ámbito que se ha descuidado por completo en las negociaciones”, sostuvo Tasneem Essop, que reside en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) y es directora ejecutiva de Climate Action Network International, una coalición de grupos de defensa. “Ahora está en la agenda política”, afirmó en diálogo con la revista Nature.
Sin embargo, otros tienen dudas sobre si se llegará a una resolución. Los Estados Unidos y otros países de ingresos altos se han opuesto firmemente a extender lo que temen que sea un cheque en blanco para cubrir todo tipo de daños climáticos futuros. Pero es posible que en la cumbre se cree un nuevo mecanismo para proporcionar ayuda financiera cuando se produzcan catástrofes específicas relacionadas con el clima, según declaró Danielle Falzon, socióloga de la Universidad Rutgers de Nueva Jersey.
Si no se hace en la COP de este año, dice, es solo cuestión de tiempo, porque los países de bajos ingresos han hecho de este asunto su máxima prioridad. Este punto en particular es un aspecto de un debate más amplio sobre cómo mejorar la financiación de la adaptación al clima en los países de bajos ingresos.
En Glasgow, las naciones ricas acordaron aumentar la financiación para la adaptación, pero no han alcanzado sus objetivos. Una de las tareas de la COP 27 es Sharm El-Sheikh es elaborar mejores normas para el seguimiento de las inversiones, a fin de garantizar que el dinero se gaste bien.
Más de 150 países presentaron nuevos compromisos climáticos el año pasado, y el Pacto Climático de Glasgow que surgió de la COP26 pidió que los países presentaran nuevos compromisos este año. En virtud del acuerdo, las Naciones Unidas evaluarán esos compromisos cada año.
El proceso formal de evaluación de los avances en los objetivos climáticos -que es un “balance global” exigido cada cinco años por el acuerdo de París de 2015- ya está en marcha y estará en la agenda de Sharm El-Sheikh.
Además de los 24 países que ya han asumido nuevos compromisos este año, se espera que varios se pronuncien durante la COP27. Si los países cumplen todos estos compromisos, así como los presentados en Glasgow, las emisiones de carbono podrían reducirse en 5.500 millones de toneladas anuales adicionales para 2030, según el Instituto de Recursos Mundiales (WRI), un grupo de expertos en medio ambiente con sede en Washington DC.
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