Para poder frenar el cambio climático es esencial reducir las emisiones de carbono a la atmósfera. Más aún si se busca limitar el aumento de la temperatura del planeta a los parámetros establecidos en el Acuerdo de París, entre 1,5 y 2ºC para finales de siglo.
Según los expertos, para alcanzar esta cifra, las emisiones de carbono deben permanecer por debajo de los 250 petagramos (billones de gramos) a partir de 2021. Sin embargo, ese número podría obtenerse, según los más optimistas, en 2045. Aunque, también, podrían aplicarse algunas otras medidas, más centradas en los entornos forestales, para lograrlo.
Para los especialistas, el objetivo climático se alcanzaría si los países logran que las emisiones de gases de efecto invernadero lleguen a cero a mediados de siglo. Y los bosques han sido considerados una suerte de “esponja” eficiente para el carbono, ya que mediante la forestación, la gestión forestal y la reducción de la deforestación se han logrado objetivos valiosos.
Y mientras algunas naciones impulsan actividades forestales con el objetivo de reducir las emisiones netas de carbono, otras como Estados Unidos y Europa, usan la madera como fuente de energía de biomasa. Más allá de estas medidas, los expertos aseguran que también debe implementarse una transición de los combustibles fósiles a las fuentes de energía renovable, se debe eliminar dióxido de carbono (CDR) y establecer estrategias de emisiones negativas.
Pese a que existen medidas de CDR a gran escala con resultados alentadores, también es reconocido el rol que tienen los ecosistemas forestales, como la biomasa leñosa, como potencial de mitigación climática, con varios beneficios ambientales y socioeconómicos.
Investigaciones anteriores no ayudaron en la implementación específica de soluciones climáticas naturales porque carecían de estimaciones para el almacenamiento adicional de carbono en la tierra o su distribución espacial. Este vacío fue el que buscó completar Wayne Walker, director del Programa de Carbono del Woodwell Climate Research Center de Massachusetts en Estados Unidos, y sus colegas.
Para lograr su objetivo desarrollaron un conjunto de datos espaciales globalmente consistente que ayuda a mapear áreas actuales, potenciales y no realizadas para sumideros de carbono terrestres; y su trabajo fue publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS por sus siglas en inglés).
“Desde los bosques hasta los suelos, los ecosistemas terrestres almacenan enormes cantidades de carbono a nivel mundial y son capaces de almacenar aún más”, dijo Walker, Director del Programa de Carbono en el Centro de Investigación Climática Woodwell y autor principal del estudio.
En su investigación, los científicos advirtieron que aumentar el almacenamiento de carbono en la biomasa leñosa plantando árboles o protegiendo los bosques puede ayudar a lograr los objetivos climáticos al eliminar el CO2 de la atmósfera.
A diferencia de otros trabajos, el enfoque de su investigación no se refiere explícitamente a la gestión de sistemas globalmente importantes hacia bosques, como se define tradicionalmente por la cubierta arbórea, ellos se centraron en la gestión hacia las características de densidad de carbono de la madera madura y el complemento de biodiversidad asociado de los ecosistemas nativos.
Según explicaron, la diferencia entre el almacenamiento de carbono actual y potencial a nivel mundial se calculó con una resolución de 500 metros. Después de excluir la tierra utilizada para la producción de alimentos o la vivienda humana, los científicos calcularon una oportunidad potencial de almacenamiento de carbono no realizada de 287 petagramos.
Entre estos, más de dos tercios del reservorio disponible se encuentra en los trópicos, y el 78 % está en biomasa, como árboles y raíces, en comparación con el suelo. La gestión mejorada de los bosques existentes podría ofrecer las tres cuartas partes del potencial total no realizado, con un 71% concentrado en ecosistemas tropicales, aseguraron en su trabajo.
Con estas estimaciones, los expertos indicaron que esto podría ayudar a aprovechar más de la mitad de las oportunidades disponibles gracias al incremento en el almacenamiento, además de evitar pérdidas como consecuencia de la degradación o la conversión de bosques.
De todas maneras, los expertos aclararon que el cambio climático es una “fuente de considerable incertidumbre”. Y pese a que advirtieron que se requiere más investigación para comprender el impacto de las perturbaciones naturales, los expertos proyectaron que el potencial de almacenamiento adicional de carbono en la biomasa leñosa aumentará en más del 17% para 2050, pese a las disminuciones proyectadas (212%) en los trópicos.
Por lo cual, aseguraron que “el conjunto de datos de alta resolución es un punto de referencia absoluto” que puede “ayudar a establecer prioridades para el almacenamiento de carbono en la tierra”. “La administración forestal representa la mayor oportunidad para lograr la eliminación y el almacenamiento de carbono a corto plazo, y la urgencia de la crisis climática exige que prioricemos estos esfuerzos”, dijo Peter Ellis, director de Ciencias de Soluciones Climáticas Naturales de The Nature Conservancy y coautor del estudio
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