Se agrava la crisis climática: los indicadores negativos crecieron a niveles nunca antes registrados

La Organización Mundial Meteorológica publicó los datos del 2021 sobre gases de efecto invernadero, incremento de temperaturas y subida del nivel del mar

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Aspecto desértico que presenta la
Aspecto desértico que presenta la presa de Theewaterskloof en Villiersdorp (Sudáfrica). EFE/Nic Bothma/Archivo

Subida del nivel del mar, aumento de su acidez, incremento de temperaturas y de concentración de gases de efecto invernadero son cuatro de los principales indicadores del cambio climático que han batido un nuevo récord en 2021 y que han hecho saltar las alarmas de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), en su último informe presentado sobre el estado del clima mundial. El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, los calificó como “la sombría confirmación del fracaso de la humanidad para afrontar los trastornos climáticos”.

El emblemático trabajo, que complementa al presentado por el panel de expertos de la ONU conocido con las siglas de IPCC, recopila con detalle los datos relativos a estas cuatro realidades globales y sus desalentadores niveles alcanzados durante el año pasado. Niveles que, lejos de mostrar un cambio de trayectoria de la sociedad para esquivar un terrible escenario a causas del cambio climático, confirma que no solo no se mejora sino que se vuelven a observar peores parámetros que nunca antes.

El informe de la OMM, comienza por destacar los niveles de los principales Gases de Efecto Invernadero: el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso. Cada uno de ellos se encuentra por encima del 100% de los niveles que se registraban en la era preindustrial, especialmente el metano que supera el 200%. Todos estos gases, especialmente el dióxido de carbono, tienen un efecto directo, tanto en las temperaturas globales como en la salud de los océanos. “Los últimos siete años han sido registrados los más calurosos desde que se tiene constancia y es solo cuestión de tiempo que se vuelva a batir el récord de año más cálido jamás registrado”.

La OMM confirma que la subida paulatina y progresiva de los termómetros en “los últimos siete años han sido los más cálidos de los que se tiene constancia”, 2021 fue uno de ellos, no el más cálido de todos. Debido a una bajada temporal de las temperaturas que se registró por La Niña al inicio y al final del año.

“Sin embargo -prosigue el informe- ese efecto provisional de enfriamiento no invirtió la tendencia general de aumento de las temperaturas. En 2021, la media mundial superó en aproximadamente 1,11 ± 0,13°C los niveles preindustriales”, menciona el informe. El límite consensuado por la comunidad científica es de 1,5°C para evitar consecuencias catastróficas. El margen ya se cuenta en décimas.

Esta acumulación de gases que lleva a la Tierra a acumular energía también tiene consecuencias directas en los océanos. Alrededor del 90% de este exceso calórico acaba en ellos. Las mediciones se hacen hasta los 2.000 metros de profundidad y, según la OMM, todos los conjuntos de datos coinciden en que las tasas de calentamiento de los océanos muestran un aumento particularmente fuerte en las últimas dos décadas y cada vez más profundas.

Una mujer camina por terrenos
Una mujer camina por terrenos secos con sus herramientas para cultivar en Ambazoa (sur de Madagascar). La crisis climática mundial ha intensificado la grave sequía que atraviesa el sur de Madagascar y que tiene a un millón de personas al borde de la hambruna, según recuerda Amnistía Internacional (AI), que pide acciones "urgentes" de cara a la COP26. EFE/ Amnistía Internacional/pierrot Men

El dióxido de carbono (CO2), especialmente, tiene efecto directo en los océanos porque ellos se encargan de absorber el 23% de las emisiones anuales de este gas. “Cumple con su papel para mitigar el cambio climático, pero a qué costo”, se lamentan los científicos en el citado informe.

El informe con esto se refiere que el CO2 reacciona con el agua de mar y aumenta su acidez, de esta manera, disminuyendo su pH. Esta condición pone en peligro los organismos y los servicios de los economistas, incluida la seguridad alimentaria, al poner en peligro la pesca y la acuicultura. “El 90% del exceso de energía acumulada en la tierra por los gases de efecto invernadero van al océano, que gana acidez, pierde pH, y con ello su diversidad y su capacidad para absorber el CO2 emitido a la atmósfera”.

El Ártico vivió su particular ola de calor y se observó lluvia por primera vez en el Summit Station, el punto más alto de la capa de hielo. La pérdida de masa progresiva de los glaciares es otro de los puntos destacados del informe.

Con todo, el nivel medio del mar a escala mundial alcanzó un nuevo máximo en 2021, tras aumentar una media de 4,5 mm anuales durante el período 2013 - 2021. Esta cifra es más que el doble de la que fue registrada entre 1993 y 2002.

“Nuestro clima está cambiando ante nuestros ojos. El calor retenido en la atmósfera a raíz de los gases de efecto invernadero de origen humano calentará el planeta durante muchas generaciones. El aumento del nivel del mar, la acidificación de los océanos y el incremento de su contenido calorífico continuarán durante siglos a menos que se inventen mecanismos para eliminar el carbono de la atmósfera. Algunos glaciares han alcanzado el punto de no retorno y ello conllevará efectos a largo plazo en un mundo en el que más de 2.000 millones de personas ya sufren estrés hídrico”, valoró el Secretario General de la OMM, Petteri Taalas.

Todos estos indicadores tienen fuertes repercusiones para el desarrollo sostenible del planeta y sus ecosistemas. La OMM cita los fenómenos meteorológicos extremos, que afectan directamente el estilo de vida de las personas y que provocan importantes pérdidas económicas, además de debilitar la seguridad alimentaria e hídrica, también se agravan las migraciones por motivos climáticos. “En 2022 todas estas consecuencias ya se han agudizado”, sostienen desde la citada organización.

Caravanas destruidas en una zona
Caravanas destruidas en una zona afectada por las inundaciones causadas por las fuertes lluvias en Kreuzberg, Alemania.

Las consecuencias de estos fenómenos extremos tales como inundaciones o sequías han sido cuantificadas económicamente. De esta manera, en 2021, las inundaciones provocaron pérdidas económicas valoradas en 17.700 millones de dólares en la provincia China de Henan, luego a mediados de julio, Europa occidental sufrió algunas de las inundaciones más graves de las que se tiene constancia, las pérdidas económicas de la misma superaron, solamente en Alemania, los 20.000 millones de dólares.

Otro de los ejemplos de la tendencia negativa que se registra son las cifras del hambre en el mundo. Tras un pico de desnutrición en 2020 (768 millones de personas), las proyecciones indicaban que habría una disminución del hambre mundial a aproximadamente 710 millones en 2021 (9%). Lamentablemente, en octubre de 2021, las cifras en muchos países ya eran más altas que en 2020. “La previsión era que en 2021 disminuyera el hambre mundial pero en octubre de ese año la cifra ya superaba la del anterior, con 768 millones de personas afectadas”.

“Tenemos que hacer mucho más - prosigue Taalas - como lo evidencia la situación de emergencia que vive el Cuerno de África a causa de la sequía, las recientes inundaciones mortales en Sudáfrica y el calor extremo registrado en la India y Pakistán”.

Para el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, la acción que se tiene que tomar debe estar especialmente encaminada a cambiar el modelo energético, algo que calificó como fácil de lograr y de la manera en la que el mundo se alejaría del “callejón sin salida” que representan los combustibles fósiles. Es más, Guterres, propuso cinco líneas de acción que pasan, entre otras, por fomentar un mayor acceso a las tecnologías y suministros de energía renovable, triplicar las inversiones privadas y públicas en energías renovables y poner fin a los subsidios a los combustibles fósiles, que se conceden a un ritmo aproximado de 11 millones de dólares por minuto.

“Las energías renovables son el único camino hacia la verdadera seguridad energética, hacia precios estables de la electricidad y hacia oportunidades de empleo sostenibles. Si actuamos en unión, la transformación de las energías renovables puede ser el proyecto de paz del siglo XXI”, concluyó.

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