El reciclaje al proceso que va desde la recolección y transformación de materiales -que normalmente se tiran a la basura- en productos reutilizables beneficiando de esta manera al medioambiente, el cual cada vez más se ve afectado por la actividad irresponsable del hombre en la naturaleza y como consecuencia contaminando el agua, el suelo y el aire.
El reciclaje no sólo es bueno para el medio ambiente, sino también desde el punto de vista económico, ya que al reciclar se ahorran materias primas y energía en su elaboración. Esto significa que se necesita mucha más energía para extraer, refinar, transportar y procesar materias primas que para transformar materiales reciclados ya disponibles.
Aunque es un hábito ya instalado en parte de la población, hay algunas nociones erróneas que surgen del desconocimiento. Como parte de ¿Planeta o plástico?, una iniciativa plurianual para crear conciencia sobre la crisis global de desechos plásticos, National Geographic desbancó cinco mitos sobre el reciclaje. Aquí un repaso:
Mito 1: no hay que preocuparse por separar
Con el aumento de sistemas de reciclaje “de flujo único” a finales de los 90, el número de personas que reciclan se disparó. Los consumidores de muchas zonas ya no tenían que clasificar el reciclaje según el tipo de material ni por el color del vidrio. Simplemente tiraban todos los productos reciclables en el contenedor verde.
Esto facilitó mucho la tarea, pero también provocó una cantidad importante de materiales dañados como materiales indeseables que entorpecen la labor. Los más entusiastas del reciclaje, queriendo evitar los residuos, tiran de todo en los contenedores de reciclaje, ignorando las normas: cáscaras de frutas, marcos de madera o hasta teléfonos móviles rotos.
Como consecuencia, el Container Recycling Institute señaló que, aunque los sistemas de flujo único aumentan la participación y reducen el coste de recolección, su mantenimiento suele costar una media de 2,6 euros por tonelada más que los sistemas de doble flujo, en los que los productos de papel se reciclan por separado. En particular, el cristal roto y las esquirlas de plástico pueden contaminar el papel. Lo mismo ocurre con la grasa de los alimentos y otros productos químicos.
Hoy, casi un cuarto de todo lo que tiran los consumidores en los contenedores de reciclaje no se puede reciclar en los programas de recolección. Por eso, independientemente de si tu ciudad sigue el sistema único de reciclaje, el sistema dual u otro, es importante seguir las normas locales para que el proceso siga funcionando sin problemas.
Mito 2: los programas de reciclaje quitan el trabajo a los recolectores informales
En todo el mundo, millones de personas se ganan la vida recogiendo residuos. Suelen ser los ciudadanos más pobres y vulnerables, pero aportan un servicio muy valioso a la sociedad. Los recolectores reducen la basura en las calles y el consiguiente riesgo para la salud pública, y contribuyen enormemente a las labores de reciclaje.
En Brasil, donde el gobierno registra a los casi 230.000 recolectores de basura a tiempo completo, los datos demuestran que han ayudado a aumentar los porcentajes de reciclaje a casi el 92% para el aluminio y al 80% para el cartón.
A nivel mundial, varios estudios demuestran que más de tres cuartos de los recolectores en realidad venden lo que encuentran a negocios ya establecidos dentro de la cadena de reciclaje. Es decir, los recolectores informales acostumbran a trabajar con empresas formales en lugar de competir con ellas.
Mito 3: los productos hechos de más de un tipo de material no pueden reciclarse
Cuando el reciclaje despegó hace unas décadas, la tecnología era mucho más limitada que hoy en día. No se podían reciclar artículos complejos o compuestos por diferentes tipos de materiales, como los tetrabriks de jugo o leche y los juguetes.
Ahora, más del 60% de los hogares estadounidenses tienen acceso al reciclaje de cartón, gracias al uso de máquinas que pueden descomponer estos artículos en los materiales que los componen. Gracias en parte a la demanda de los consumidores, los fabricantes de productos han trabajado de forma constante para crear envases que sean más fáciles de reciclar.
Siempre es una buena idea comprobar la normativa más reciente, pero muchos consumidores ya no tienen que separar las películas de plástico de los sobres o quitar las grapas de los documentos. El instrumental de reciclaje también cuenta con elementos calefactores que funden los adhesivos o con imanes que retiran los fragmentos metálicos.
Mito 4: los objetos solo se pueden reciclar una vez, entonces ¿para qué molestarse?
De hecho, muchos productos pueden reciclarse varias veces, lo que conlleva ahorros importantes de energía y recursos naturales. Vidrios y metales, entre ellos el aluminio, pueden reciclarse indefinidamente sin perder su calidad. De hecho, las latas de aluminio han demostrado constantemente tener el valor más alto entre las materias primas recicladas y su demanda sigue siendo alta.
Es cierto que las diminutas fibras que componen el papel se dañan un poco más cada vez que se recicla. Sin embargo, la calidad del papel elaborado a partir de contenido reciclado mejoró muchísimo en los últimos años.
El folio medio de papel de impresora virgen puede reciclarse de cinco a siete veces antes de que las fibras se degraden demasiado como para ser útiles como nuevo papel. Después, todavía pueden convertirse en materiales a base de papel de baja calidad, como hueveras de cartón o etiquetas de paquetes.
Normalmente, el plástico solo puede reciclarse una o dos veces para formar un nuevo producto de plástico. Muchas veces será algo que no tenga que contener alimentos o cumplir exigencias de fuerza estrictas, como los artículos del hogar ligeros. Eso se debe a que los polímeros se descomponen en el proceso de reciclaje. Sin embargo, los ingenieros siempre buscan nuevos usos derivados, como elaborar “madera” de plástico polivalente para plataformas o bancos, o mezclar plásticos con asfalto para crear materiales de carreteras más duraderos.
Mito 5: reciclar no brinda beneficios al planeta
Como mucha gente no sabe qué ocurre con lo que recicla después de tirarlo, quizá no resulte sorprendente que surja escepticismo. Pero según la Agencia de Protección Medioambiental estadounidense, los beneficios del reciclaje para el planeta son evidentes.
El reciclaje de latas de aluminio ahorra un 95% de la energía necesaria para fabricar latas nuevas a partir de materias primas. El reciclaje de latas de acero y hojalata ahorra de un 60 a un 74%; el reciclaje de papel ahorra en torno a un 60%; y el reciclaje de plástico y vidrio ahorra casi un tercio de la energía si se compara con la fabricación de dichos productos a partir de materiales vírgenes.
En muchas zonas y ciudades alrededor del mundo, el reciclaje no es un mero programa del gobierno, sino una industria dinámica con competición e innovación en curso, desde sistemas de recolección en máquinas expendedoras hasta incentivos nuevos e ingeniosos para consumidores y empresas. En muchos casos, el reciclaje puede ser un beneficio financiero neto positivo.
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