El ozono es una molécula compuesta por tres átomos de oxígeno que se produce naturalmente en pequeñas cantidades. En la estratosfera, aproximadamente de once a 40 kilómetros sobre la superficie de la Tierra, la capa de ozono actúa como filtro solar, protegiendo al planeta de la radiación ultravioleta potencialmente dañina que puede causar cáncer de piel y cataratas, suprimir el sistema inmunológico y también dañar las plantas.
Es la salud del ozono una de las mayores preocupaciones con la que se lidia en materia de calentamiento global y contaminación ambiental, debido a que la capa que lo aglutina ha sufrido distintos cambios en la estratosfera y la troposfera durante la segunda mitad del siglo XX, con agotamiento en la estratosfera y aumento en la troposfera. Hasta ahora, el efecto de estos cambios en la absorción de calor del océano no ha sido claro.
Un grupo de investigadores ha detectado ahora que el ozono podría estar debilitando uno de los mecanismos de enfriamiento más importantes de la Tierra y calentando nuestro planeta incluso más de lo que creemos. Un equipo internacional de investigadores descubrió cambios en los niveles de ozono en dos capas de la atmósfera terrestre y publica las novedades observadas en la revista Nature Climate Change.
Los especialistas detectaron que en la troposfera (la capa más baja de la atmósfera de la Tierra), el ozono ha aumentado, desde allí actúa como gas de efecto invernadero, atrapando la radiación de onda larga saliente y, por lo tanto, calentando la Tierra. En tanto, los niveles de ozono en la estratosfera (la siguiente capa desde la troposfera) han disminuido. Ambos cambios han debilitado un mecanismo de enfriamiento natural del Océano Austral y, a su vez, han contribuido al calentamiento del planeta. Es este océano el que contribuye a la circulación de agua en el resto del planeta, actuando en el sistema de enfriamiento del planeta. “El océano absorbe el exceso de calor del sistema de la Tierra, actuando para equilibrar el exceso de calor del aumento de las temperaturas globales -declaró la autora principal del estudio, Michaela Hegglin, profesora asociada de la Universidad de Reading, Reino Unido-.
A medida que la superficie de la Tierra se calienta debido al aumento de los gases de efecto invernadero, el agua en el océano absorbe energía (calor) y la distribuye de manera más uniforme por todo el planeta”. El ozono (O3), a nivel del suelo, puede causar problemas de salud a personas vulnerables que padecen enfermedades pulmonares como el asma. Sin embargo, más arriba en la atmósfera de la Tierra, en la estratosfera, entre 50 y 85 kilómetros sobre el suelo, el ozono es beneficioso para los humanos. En la estratosfera, donde se encuentra la capa de ozono, ésta forma una delgada región que absorbe casi toda la dañina luz ultravioleta del sol. Sin ella habría aumentos severos de la radiación UV solar, dañaría el ADN y haría que el cáncer de piel fuera más común.
Para esta investigación, el equipo utilizó modelos para simular cambios en los niveles de ozono en la atmósfera superior e inferior entre 1955 y 2000, para aislarlos de otras influencias y aumentar la comprensión de su impacto en la absorción de calor del Océano Antártico. Estas simulaciones mostraron que una disminución del ozono en la atmósfera superior y un aumento en la atmósfera inferior contribuyeron al calentamiento observado en los 2 kilómetros superiores de las aguas oceánicas en las latitudes altas.
Entre las conclusiones, los investigadores detectaron que un aumento de ozono en la atmósfera inferior causó el 60 por ciento del calentamiento general inducido por ozono observado en el Océano Austral durante el período (1955 a 2000), mucho más de lo que se pensaba anteriormente. Los cambios en los niveles de ozono en la atmósfera superior e inferior fueron responsables del 30 por ciento del calentamiento observado en las aguas oceánicas que bordean la Antártida en la segunda mitad del siglo XX, descubrieron los científicos.
El ozono comenzó a ser tema de debate en la década de 1980 cuando se descubrió un agujero en la capa en lo alto de la atmósfera sobre el Polo Sur, debido al daño causado por los clorofluorocarbonos (CFC), un gas utilizado en la industria y los productos de consumo.
“Este descubrimiento del agujero de ozono condujo al Protocolo de Montreal, un acuerdo internacional para detener la producción de CFC. “Sabemos desde hace tiempo que el agotamiento del ozono en la atmósfera ha afectado el clima de la superficie en el hemisferio sur -continuó Hegglin-. Nuestra investigación ha demostrado que el aumento del ozono en la atmósfera inferior debido a la contaminación del aire, que se produce principalmente en el hemisferio norte y se filtra hacia el hemisferio sur, también es un problema grave. Existe la esperanza de encontrar soluciones, y el éxito del Protocolo de Montreal en la reducción del uso de CFC demuestra que es posible la acción internacional para prevenir daños al planeta”, concluyó.
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