Detener la deforestación fue uno de los principales compromisos que surgieron de las conversaciones climáticas internacionales el año pasado en Glasgow, pero hubo escasa evidencia de progreso en 2021, según un informe publicado el jueves.
El informe anual del World Resources Institute (WRI), un grupo de investigación con sede en Washington, D. C., encontró que los trópicos perdieron casi 4 millones de hectáreas de bosque primario en 2021, la mayor parte en la Amazonía en Brasil, Bolivia, Perú y Colombia. El comparativo de la perdida forestal es de 10 campos de fútbol por minuto, ejemplifica la institución en su informe.
El estudio, realizado por la Universidad de Maryland, refiere que se perdieron 3.75 millones de hectáreas de bosque primario, que forman parte de la pérdida de 11.1 millones de hectáreas globales. Eso resultó en 2.500 millones de toneladas métricas de emisiones de dióxido de carbono, o aproximadamente dos veces y media lo que emiten los automóviles de pasajeros y camiones ligeros en los Estados Unidos cada año.
Brasil tuvo, con mucho, la mayor parte de la pérdida de bosques, representando más del 40% del total, seguido por la República Democrática del Congo y Bolivia. El total del año pasado fue una disminución del 11% con respecto a 2020, pero fue casi igual a la cantidad perdida tanto en 2018 como en 2019.
Rod Taylor, director global del programa de bosques globales del instituto, dijo que la tasa esencialmente plana de deforestación en los últimos cuatro años no era buena “para el clima, para la crisis de extinción y para el destino de muchos pueblos de los bosques”.
La mayor parte de la pérdida de bosques en los trópicos está relacionada con la agricultura u otras actividades, como la minería. Los bosques son talados y, a menudo, quemados, y estos incendios pueden crecer fuera de control, lo que se suma a la devastación.
Además de agregar gases que calientan el planeta a la atmósfera, la deforestación elimina el hábitat de plantas y animales, degrada la tierra y afecta los patrones climáticos y las inundaciones.
La situación se ha vuelto tan grave que en las conversaciones climáticas de las Naciones Unidas en Glasgow en noviembre pasado, 141 naciones, incluidos Brasil y la República Democrática del Congo, se comprometieron a “detener y revertir” la deforestación para 2030.
“Se necesitarán pasos drásticos para producir las disminuciones anuales consistentes requeridas para alcanzar ese objetivo”, dijo Frances Seymour, investigadora principal del instituto. Y añadió: “Los números que compartimos hoy tal vez podrían considerarse una línea de base para evaluar la efectividad de las acciones que toman para cumplir con esos compromisos”.
Hubo algunas buenas noticias en el informe, especialmente de Asia. En Indonesia, la pérdida de bosques disminuyó en una cuarta parte desde 2020, el quinto año consecutivo de caída total. Malasia también tuvo un quinto año consecutivo de descensos, aunque la pérdida de bosques en 2021 fue solo un poco menor que en 2020.
Desde que sufrió extensos incendios forestales y de turba en 2016 que resultaron en una gran pérdida de la cubierta arbórea y una contaminación del aire severa y generalizada, Indonesia ha instituido regulaciones más estrictas sobre la industria del aceite de palma y otros responsables de la mayor parte de la pérdida. Las corporaciones también han sido presionadas para comprometerse a reducir la deforestación.
“Esto indica que los compromisos corporativos y las acciones del gobierno están funcionando claramente, y que Indonesia se dirige en la dirección correcta para cumplir con algunos de sus compromisos climáticos”, remarcó Hidayah Hamzah, gerente sénior de la oficina del instituto en Indonesia.
“Una nueva ley que tiene el potencial de debilitar las regulaciones ambientales en Indonesia es motivo de preocupación”, explicó Andika Putraditama, también de la oficina de Indonesia. Para el experto, si el gobierno no mantiene las medidas de protección adecuadas, las empresas deberán aumentar los esfuerzos para proporcionar salvaguardas voluntarias, como el movimiento de cadena de suministro ético que apoya el uso de materiales sostenibles.
Calentamiento de los océanos. Un nuevo estudio encontró que si las emisiones de combustibles fósiles continúan a buen ritmo, el calentamiento de las aguas podría desencadenar la pérdida de especies oceánicas para el año 2300, lo que equivale a las cinco extinciones masivas en el pasado de la Tierra. Pero controlar las emisiones ahora podría reducir drásticamente esos riesgos de extinción, según descubrieron los investigadores.
En África Occidental, Gabón y la República del Congo mostraron disminuciones en la pérdida de árboles. Pero la deforestación a gran escala continuó en la República Democrática del Congo en gran parte como resultado de la agricultura a pequeña escala y la producción de carbón vegetal.
En Brasil, la pérdida de cobertura arbórea aumentó sustancialmente en la parte occidental de la cuenca del Amazonas. Esto podría estar relacionado con el desarrollo de caminos y otra infraestructura en la región, lo que permite que ocurran actividades mineras y otras que destruyen los bosques.
Un estudio reciente mostró que la Amazonía, las tierras boscosas tropicales más grandes del mundo, tiene menos capacidad para recuperarse de perturbaciones como las sequías y la tala, y que al menos parte de la región se acerca a un umbral en el que cambiará de bosque a pastizales.
“Eso liberaría suficiente carbono a la atmósfera para hacer desaparecer los objetivos del Acuerdo de París”, sostuvo Seymour. “La implicación de todos los hallazgos del informe -agregó-, es que tenemos que reducir drásticamente las emisiones de todas las fuentes. Nadie debería pensar más en plantar árboles en lugar de reducir las emisiones de los combustibles fósiles. Tiene que ser ambos, y tiene que ser ahora antes de que sea demasiado tarde”.
El informe, una colaboración entre el instituto y el laboratorio Global Land Analysis and Discovery de la Universidad de Maryland, encontró que, en general, en los trópicos, se perdieron más de 10 millones de hectáreas de cubierta forestal. Pero en su análisis, el instituto se centra en los bosques primarios más antiguos de las regiones húmedas, que desempeñan, con mucho, el papel más importante en mantener el dióxido de carbono fuera de la atmósfera y en el mantenimiento de la biodiversidad.
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