La voracidad de los incendios forestales radica en la capacidad del fuego de extenderse rápidamente arrasando la vegetación a su alrededor. Ahora, científicos europeos señalaron que otro fenómeno ambiental extremo, como las sequías, también poseen la cualidad de autopropagarse, extendiendo y replicando la falta de agua a grandes zonas.
Los incendios forestales no intencionales y las sequías son dos fenómenos climáticos que, como algunos otros, resultan imprevisibles y poco manejables cuando suceden. Sin embargo, los distingue el modo en que impactan en la vida de la población en todas las latitudes, poniendo en riesgo desde los capitales económicos, hasta la propia vida de humanos y animales.
“Hasta el 30% del déficit de lluvia puede ser causado por la autopropagación de la sequía”, señaló una investigación del proyecto DRY-2-DRY del Consejo Europeo de Investigación (ERC). Según el documento publicado en la revista especializada Nature Geoscience realizado por el Laboratorio de Extremos Hidroclimáticos de Universidad de Gante, en Bélgica, la menor evaporación provocada por la sequedad del suelo puede afectar el balance energético de la superficie terrestre, con implicaciones para la precipitación local y a favor del viento.
Cuando la evaporación se ve limitada por la humedad del suelo, el suministro atmosférico de agua se agota y este déficit puede propagarse en el tiempo y el espacio. Según la hipótesis que plantearon los científicos, este mecanismo podría resultar en la autopropagación de las sequías.
En ese sentido, ya la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió sobre los fenómenos climáticos extremos que incluyen el calentamiento global, la contaminación, y las sequías, a las que ha descrito como “la próxima pandemia”.
Cientos de investigaciones en el mundo han puesto la lupa sobre la protección y estabilidad del medioambiente con el objetivo de hallar soluciones o posibles estrategias que mitiguen un posible riesgo futuro. En términos de sequía, la comprensión integral del fenómeno supone una puerta abierta a tácticas viables para permitir una adaptación social adecuada.
La ausencia de precipitaciones suelen manifiestarse con suelos secos. Pero las lluvias no son el único determinante de la humedad ambiental. La superficie terrestre también juega un papel muy activo en la generación de lluvia, ya que proporciona humedad a la atmósfera a través de la evaporación.
Por eso, los científicos se preguntaron para esta investigación ¿qué sucede cuando se evapora mucha menos agua de lo normal?
Los especialistas se plantearon la hipótesis de que la carencia de evaporación originada en un suelo con ausencia de humedad puede permitir que las sequías se expandan por sí solas, ya que ofrecen un ciclo negativo donde aportan menos humedad para las precipitaciones, no solo localmente, sino también en aquellos sitios donde el viento a favor determina la humedad que se transporta desde el suelo seco.
Hasta ahora, la evidencia de esta autopropagación de la sequía, alimentada por los suelos secos era una suposición sin demostración, sin embargo, este nuevo estudio reveló por primera vez evidencia que confirma esa hipótesis.
Para lograrlo, los especialistas relevaron las 40 sequías más importantes de la historia reciente. Para cada evento, rastrearon el aire sobre las regiones de sequía a medida que se expandía el área de influencia. Esto les permitió calcular cuánto de los déficits de lluvia a favor del viento fueron causados por la sequedad de los suelos.
Su conclusión fue que en meses aislados, hasta el 30% del déficit de lluvia puede ser causado por esta autopropagación de la sequía. Dominik Schumacher, autor principal de la investigación, indicó que: “en esencia, las sequías se comportan de manera similar a los incendios forestales: mientras que éstos se propagan a favor del viento al encender más y más combustible en su entorno, las sequías lo hacen al reducir su propio suministro de lluvia a través de la sequedad de la superficie terrestre que producen”.
Para los científicos, entonces, la autopropagación es más fuerte en las tierras secas subtropicales, como en Australia y el sur de África. En esas zonas el efecto limitante de la baja humedad del suelo sobre la evaporación es más fuerte. Por definición, el agua ya escasea en las tierras secas, pero estas regiones sustentan una fracción considerable de la población humana mundial y también se utilizan ampliamente para la agricultura.
Por lo tanto, como se proyecta que las tierras secas se expandan por consecuencia del cambio climático, el carácter de autopropagación de las sequías puede conducir a eventos aún más grandes y de evolución más rápida en el futuro, y exacerbar aún más la escasez de agua, así como las consecuencias socioeconómicas y ambientales asociadas. Esta es, según los especialistas, “la mayor alarma que debe sonar para encontrar un camino de salida que impida la retroalimentación seca de los propios procesos”, concluyeron.
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