Hace unos días, la temperatura en algunas zonas de la Antártida oriental superó en 30 grados las mediciones promedio, y en el caso de la base italofrancesa de Concordia, la marca superó en 40 grados la media habitual. De los -55 grados esperables para la época, los termómetros se ubicaron en unos -12 grados centígrados.
El origen de esta ola cálida se debió a un gran río atmosférico histórico, una columna de humedad concentrada que arrastró aire templado desde las aguas más cálidas. Esto provocó una increíble acumulación de nieve en el interior de la capa de hielo, algo bastante raro en esa región polar.
En lo que podría considerarse un fenómeno diferente, la plataforma de hielo Conger, un trozo de hielo similar en área a Los Ángeles, se derrumbó en el mar casi al mismo tiempo, el 15 de marzo, según mostraron las imágenes satelitales.
Los científicos están investigando para dar sentido a lo que ha sucedido. Los recientes y sorprendentes registros de temperaturas y humedad obligan a cambiar la perspectiva sobre el clima en la Antártida y plantean preguntas sobre el impacto que podría tener en el futuro.
Algunos investigadores dicen que es demasiado pronto para saber qué papel está jugando aquí el cambio climático, si es que tiene alguno. Mientras tanto, estas oscilaciones extremas son objeto de nuevos estudios.
“No creíamos que fuera posible en la Antártida tal magnitud de calor, especialmente en lo que debiera ser la estación más fría”, dijo sobre la ola de calor Jonathan Wille, investigador postdoctoral de la Universidad Grenoble Alpes en Francia, y agregó: “Nunca hemos visto que la atmósfera se comporte así sobre la Antártida”.
La ola de calor y las dramáticas nevadas tierra adentro resaltan la importancia de una mejor comprensión de la complicada dinámica de los ríos atmosféricos, que hoy refuerzan la capa de hielo pero que podrían ser motivo de preocupación en el futuro. Comprender mejor estos patrones podría ser clave para comprender el futuro de la región polar.
Wille añadió que es posible que este tipo de clima sea un fenómeno raro y poco habitual, algo que pudiera ocurrir una vez cada 100 años, independientemente del cambio climático. Es posible que los investigadores no hayan estado midiendo las tendencias climáticas antárticas el tiempo suficiente para presenciar una anomalía como esta antes, dijo. Las nevadas copiosas durante una ola de calor puede parecer un fenómeno contradictorio, pero así es es la Antártida, después de todo, donde las temperaturas invernales del interior habitualmente caen por debajo de los 60 grados bajo cero.
El reciente evento del río atmosférico se desarrolló durante varios días. El 17 de marzo fue el cuarto día más lluvioso desde 1980 en la Antártida, según el modelado y análisis de Xavier Fettweis, profesor de climatología en la Universidad de Lieja en Bélgica. “Nunca se había observado un evento extremo de esta magnitud en el Domo C”, dijo Peter Neff, glaciólogo y científico del clima en la Universidad de Minnesota, refiriéndose al área de Concordia.
Las temperaturas costeras superaron los niveles de congelación y la lluvia golpeó la costa. Las intensas nevadas en el interior de la Antártida oriental agregaron aproximadamente 69 gigatoneladas de masa de agua a la capa de hielo, según el modelo de Fettweis. Eso es el equivalente a casi 28 millones de piscinas olímpicas de masa de agua añadida que cayó en forma congelada. Eso representa más de un tercio de la pérdida anual de hielo en la Antártida.
“Eventos como este ayudan a mitigar parte del aumento del nivel del mar causado por el cambio climático al almacenar agua en forma de hielo polar”, explicó a la cadena NBC, el investigador de la Universidad Grenoble. Por eso, las nevadas también ofrecen una protección importante. Algunas plataformas de hielo antárticas, el hielo flotante que se adhiere a la costa de la Antártida, están perdiendo masa y corren el riesgo de colapsar en el mar. Actualmente, gran parte de ese riesgo proviene del derretimiento del hielo desde abajo, por la temperatura templada del agua.
“La nevada es algo bueno, porque se suma a esta capa amortiguadora en la superficie de esta capa de hielo. El amortiguador puede absorber más derretimiento en el futuro”, dijo Michelle Maclennan, estudiante de doctorado en la Universidad de Colorado, que ha estudiado los efectos de los ríos atmosféricos en la Antártida occidental y en el glaciar Thwaites.
“Es difícil juzgar cuáles podrían ser los impactos, pero este evento realmente nos desafía a cambiar nuestra comprensión de cuál ha sido el rango de extremos”, indicó la investigadora.
Los llamados “ríos en el cielo” o ríos atmosféricos no son infrecuentes en la Antártida. La investigación previa de Wille sugiere que son responsables de alrededor del 10 al 20% de las nevadas totales en la Antártida oriental. La Antártida occidental puede ver desde un puñado hasta más de 10 eventos de este tipo al año, dijo Maclennan.
En la Antártida, puede ser difícil saber qué es normal o esperado. Las temperaturas pueden oscilar salvajemente, el continente tiene relativamente pocas estaciones meteorológicas y las observaciones satelitales solo se remontan a unos 40 años. “El problema clásico en la Antártida: todo está en tu contra para poder poner cualquier cosa en contexto”, ironizó uno de los investigadores.
Estos patrones se originan en los océanos y en latitudes más cálidas. “Son como estaciones de bomberos de humedad”, dijo el glaciólogo de la Universidad de Minnesota. Esa manguera contra incendios a mediados de marzo fue la más extraña observada en la Antártida.
La anomalía planteada por estos fenómenos climáticos extremos abre nuevas preguntas. La forma en que actúen estos patrones en el futuro podría tener consecuencias significativas para las plataformas de hielo y para el aumento del nivel del mar en todo el mundo.
La huella del cambio climático no ha surgido claramente en esta región como lo ha hecho en otras partes del mundo. ¿Fue la ola de calor una nueva señal de sus impactos? Los investigadores aún no lo saben.
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