En Ecuador, pescar tiburones de forma dirigida es ilegal. Un decreto ejecutivo firmado en el 2007 lo estableció, sin embargo, se incluyó una salvedad: si la pesca de tiburón es incidental (de forma casual), sus partes pueden comercializarse. Han pasado 15 años desde la emisión del decreto y la pesca de tiburón no ha disminuido, al contrario, se mantiene en los mismos niveles de antes de la firma de la normativa. Paradójicamente, la exportación desde Ecuador de aletas de tiburón, una de las partes más apetecidas del tiburón en el mercado internacional, sobre todo en el asiático, se ha triplicado en el último año.
De acuerdo con la plataforma Abrams World Trade Wiki, Ecuador aparece entre los 10 países del mundo que más aletas de tiburón vendieron entre 2020 y 2021. Además aparece como el quinto mercado emergente y comparte altas cuotas de mercado (6, 33%) junto con países como España (10, 90%), Hong Kong (10, 23%) y México (6,20 %). Solo entre enero y septiembre de 2021, según el Servicio Nacional de Aduanas de Ecuador, se exportaron 223 toneladas de aletas de tiburón por un valor de USD 6.5 millones. En 2013, el año más antiguo donde se registran datos públicos del Servicio de Aduanas, apenas se exportaron 75 toneladas de aletas por un valor de USD 646.433. El 78 % de aletas exportadas en 2021 correspondían a cuatro especies de tiburón protegidas por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES por sus siglas en Inglés).
En 2021, el portal especializado en medioambiente Bitácora Ambiental ya advertía sobre el “blanqueo” de aletas de tiburón entre Ecuador y Perú y denunciaban que “la autoridad no vigila el cumplimiento de pesca calificada como incidental”.
En los últimos dos años, las aletas de tiburón ecuatorianas solo se han exportado hacia Perú. En el país vecino, las aletas son reexportadas a Asia. Incluso, de acuerdo con el portal especializado en ambiente Mongabay, “las autoridades peruanas y ecuatorianas han identificado, hace ya un tiempo, que existe una ruta de tráfico de vida silvestre que inicia en Ecuador, pasa por Perú y termina en Asia”. Según un estudio de la WWF, el sexto mayor flujo entre comerciantes de tiburón se da desde Ecuador hacia Perú. Las aletas de tiburón son muy apetecidas en regiones como Hong Kong, donde la sopa de aleta de tiburón puede costar entre 100 y 200 dólares.
La incidentalidad como cortina de humo
La falta de control es una de las principales preocupaciones de los activistas por la conservación de los tiburones. Cristina Cely es directora de la organización ecologista One Health Ecuador y logró que se discutiera en la Asamblea Nacional sobre la prohibición temporal de comercializar la pesca incidental de aletas de tiburón, aunque al final la propuesta no fue aprobada por los legisladores ecuatorianos. Cely comentó a Infobae que el incremento de las exportaciones de aletas se debe a que la pesca del tiburón se ha incentivado y sostiene que no solo se cuestiona que la captura de estas especies sea dirigida, “sino que también estamos hablando de tráfico”.
En su cuenta de Twitter, Cely denuncia activamente que las autoridades ecuatorianas no implementan acciones capaces de luchar contra el tráfico de estas especies: “Los tiburones son una de las especies más amenazadas a nivel mundial y su tráfico involucra incluso al Ecuador. Sin embargo, Ecuador los sigue dejando en la indefensión y protegiendo a los traficantes”, escribió.
Cely dijo a Infobae que se están exportando especies de tiburones de manera ilegal: “Habrá especies de tiburón que se exportan como otras”. La ecologista dice esto último en relación a los decomisos de tiburones martillo en Perú. Sin embargo, los decomisos serían una muestra mínima del tráfico de esta especie. El abogado especializado en medioambiente, César Ipenza, dijo a Bitácora Ambiental que “en el comercio ilegal de aletas, los decomisos representan aproximadamente el 10% del volumen del negocio, porque no existe control constante”.
La última incautación de tiburones martillos en puertos peruanos sucedió en julio del 2021, donde las autoridades encontraron casi una tonelada de tiburones martillo provenientes de Ecuador, pese a que la captura –incluso la incidental– y la comercialización de esta especie está prohibida desde el 2020.
El pasado 9 de febrero, la justicia peruana condenó por primera vez a traficantes de aletas de tiburón. La sentencia dictaminó cuatro años y medio de cárcel y una reparación civil de 106.375 soles (unos 28 mil dólares) contra el subgerente de la empresa Ajansa Perú (dueño del cargamento) y el comprador Poly Diks Pinto Gonzáles. En 2018, los sentenciados habían traficado, desde Ecuador, 1.8 toneladas de aletas de diferentes especies de tiburón, entre ellas zorro pelágico, martillo común, tiburón liso y sedoso. Todas amenazadas de extinción y protegidas por CITES.
Cuando los pescadores desembarcan su pesca en el puerto, un inspector del Ministerio de Producción de Ecuador debe evaluar si el producto desembarcado corresponde a la pesca legal de las especies capturadas. Son los inspectores los que emiten un certificado avalando la legalidad, por ejemplo, de la pesca incidental del tiburón. Ese documento permite que el pescador pueda vender lo que pescó.
Sin embargo, los inspectores de pesca suelen estar ausentes o prefieren evitar problemas y amedrentamientos, por lo que la falta de control se ha vuelto la regla. Una investigación de Diana Romero, publicada en GK, recoge el testimonio de un exinspector de pesca, quien asegura que en Manta, una zona costera del Ecuador, se hacían desembarcos masivos de tiburones martillo –una especie amenazada y cuya pesca está prohibida, incluso la incidental–, sobre todo durante la madrugada. El exinspector contó a la periodista que “como ser humano, no voy a arriesgar mi vida en reportarlo o en hacer un gran operativo”. Quienes denuncian la pesca ilegal luego son perseguidos.
Según el portal Mongabay, la pesca ilegal es la tercera actividad ilícita más lucrativa del mundo, después del tráfico de drogas y el de armas.
Mauricio Castrejón, doctor en biología marina especializado en manejo y evaluación de pesquerías, explicó a Infobae que un inspector de pesca que no esté bien entrenado podría confundir las especies de tiburón de las que provienen las aletas, pero un pescador no. Castrejón dice que si hay algún “tipo de corrupción, por ahí podrían estar dejando pasar” a otras especies.
Aunque se considera que en Ecuador se permite sólo la pesca incidental de tiburón, los niveles de captura de estas especies mantienen los mismos volúmenes en comparación con los niveles de pesca anteriores al decreto que prohíbe la pesca dirigida. Además, la exportación de las aletas de tiburón ha aumentado y en los desembarcos se observan a las mismas especies de tiburón, que coinciden con las más apetecidas en los mercados internacionales. Castrejón plantea varias hipótesis sobre esto, una de esas es que las capturas de tiburón no son incidentales sino que representan acciones de pesquería ilegal específicamente dirigidas a estas especies.
Jorge Ramírez es biólogo marino y coordinador del proyecto de manejo de pesquerías de la Fundación Charles Darwin. Ramírez coincide con la tesis de Castrejón: “Por normativa, en Ecuador no hay pesca dirigida de tiburones, todo es incidental, aunque en la práctica se ve que sí hay pesca dirigida a tiburón en donde capturan varias especies”, explica. El biólogo indica que los tiburones zorro, mako y sedoso –los más exportados en 2021– “son (especies) altamente migratorias por lo que sí salen de la reserva. Esto hace que estas especies se expongan a ser capturadas por flotas pesqueras fuera de la reserva marina de Galápagos ya sea de manera incidental o dirigida en caso de aguas internacionales”.
En Ecuador aún no está definido qué nivel máximo de pesca de tiburón puede considerarse como incidental. Aunque el 25 de febrero de 2022 se suscribió oficialmente el Reglamento de la Ley Orgánica para el Desarrollo de la Acuicultura y Pesca, la normativa no establece el porcentaje máximo de pesca de tiburón que se puede considerar como incidental, sino que deriva esa responsabilidad al Plan de Ordenamiento para la Acuicultura y Pesca y al Instituto Público de Investigación de la Acuicultura y Pesca. Que se establezca esa precisión es urgente ya que expertos aseguran que, bajo la excusa de la incidentalidad, miles de tiburones continúan siendo capturados en Ecuador.
Las artes de pesca y la incidentalidad
El palangre es uno de los artes de pesca más utilizados en las costas de Ecuador y del mundo. Consiste en una línea flotante horizontal, generalmente hecha de un hilo sintético, que puede medir decenas de kilómetros y de donde nacen líneas verticales que llevan en sus extremos miles de anzuelos circulares. De acuerdo con Bruno Leone, presidente de la Cámara Nacional de Pesquería del Ecuador, el palangre genera una incidentalidad de hasta el 20 %.
Castrejón explicó que la captura incidental del palangre dependerá de la configuración de este arte de pesca y de la profundidad en la que se encuentre: “Hay ciertos palangres que son configurados para capturar tiburones”, dice. El experto cuenta que estos palangres tienen reinales de metal (un tipo de cabo de donde penden los anzuelos). Ese elemento se engarza en los dientes del tiburón, sujeta al pez al palangre y evita que rompa la línea de pesca. Por ejemplo, Pablo Guerrero, de la WWF de Ecuador, dice que hay una temporada, entre abril a octubre de cada año, donde la flota palangrera pesca atunes y picudos, pero por el tipo de arte de pesca, la incidentalidad incrementa: “Durante este periodo se utiliza un palangre denominado “grueso”, de media agua, diseñado para capturar atunes y picudos, pero también se capturan tiburones en porcentajes que bordean el 30 – 35 % del total de la captura”.
Existen otros sistemas de pesca que atrapan a los tiburones y que se usan en el Ecuador. Por ejemplo, la industria atunera ecuatoriana tiene la mayor flota pesquera en el Océano Pacífico Oriental y utiliza entre sus procedimientos redes de cerco, según la WWF. Este arte de pesca captura a los peces rodeándolos por los lados y en el fondo. Según Leone, la incidentalidad que se genera con este sistema es del 1.8%, aunque las tripulaciones de los barcos están entrenadas para liberar a los tiburones y tortugas marinas que caigan en la red.
En cambio, la red de arrastre forma una especie de cono que se remolca desde una embarcación manteniéndola abierta para atrapar todo lo que encuentra a su paso. La pesca de arrastre es la más perjudicial para los océanos y genera altos índices de captura incidental, según la organización Greenpeace.
Castrejón explica que la captura incidental depende de algunos elementos como el arte de pesca y de la profundidad. Pero también, como dice Alex Hearn, doctor en biología marina y profesor de la Universidad San Francisco de Quito, dependerá del momento en el que se realiza la pesquería. Los tiburones zorro, mako y sedoso por las noches se encuentran más cerca de la superficie marítima, si la pesquería se realiza después del atardecer, las embarcaciones tienen más posibilidades de capturar a estos tiburones.
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