En Ecuador se dispararon las exportaciones de aletas de tiburones protegidos en 2021

Las ventas de aletas de tiburón se triplicaron en comparación al promedio de los últimos ocho años

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El 78% de esas exportaciones realizadas en 2021 corresponden a especies que están amenazadas de extinción  (Ilustración de Daniela Hidalgo/GK).
El 78% de esas exportaciones realizadas en 2021 corresponden a especies que están amenazadas de extinción (Ilustración de Daniela Hidalgo/GK).

Los tiburones tienen mala reputación. El espectáculo de estos peces en el cine y la televisión consiste en mostrar a un animal aterrador de filosos colmillos que mutila, desangra y devora a los bañistas en las apacibles playas de algún lugar ficticio. Pero esa es una representación desproporcionada. En casi 90 años, Sudamérica registra 129 ataques de tiburones, 12 de ellos en Ecuador, según el Archivo Internacional de Ataques de Tiburón de la Universidad de Florida. Al contrario, los tiburones son uno de los animales más vulnerables del océano. Prueba de ello es que 17 especies están en peligro de extinción.

De las 400 especies de tiburones que existen en el mundo, 38 son capturadas en aguas ecuatorianas, a pesar de que en el Ecuador la pesca dirigida de tiburón está prohibida. En 2007 el Estado estableció, mediante un decreto, que solo se puede comercializar la carne y las aletas de estos peces cuando son capturados de forma incidental —cuando se los pesca por accidente durante las faenas para capturar otros peces como atún, por ejemplo.

Pese a esta prohibición, la pesca de tiburones no se ha reducido después de la entrada en vigencia del decreto, al contrario la exportación de aletas se ha incrementado. Entre enero y septiembre de 2021, según los datos del Servicio Nacional de Aduanas del Ecuador, las exportaciones de aletas de tiburón —obtenidas a través de pesca incidental— incrementaron exponencialmente en comparación con los últimos ocho años. En 2020 se exportaron 82,18 toneladas de aletas de tiburón por un valor de 2.9 millones dólares y en los primeros nueve meses de 2021, la cifra se triplicó y se exportaron 223 toneladas por un valor de 6.5 millones de dólares.

Pero lo más paradójico de estas últimas exportaciones del 2021 es que el 78% de ellas —173,94 toneladas de aletas que equivalen a más de 200 mil tiburones— corresponden a cuatro especies que están protegidas por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) que busca regular la comercialización de ciertas especies para asegurar que se conserven en la naturaleza.

Se trata del tiburón zorro pelágico (Alopias pelagicus) y el tiburón mako de aleta corta (Isurus oxyrinchus), considerados En Peligro por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y del tiburón sedoso (Carcharhinus falciformis) y el tiburón zorro ojón (Alopias superciliosus) ambos en la categoría de Vulnerable.

Los vacíos legales que disparan las exportaciones

El viaje de estas cuatro especies de tiburón comienza en las sosegadas aguas de uno de los santuarios naturales más importantes del mundo: la reserva marina de Galápagos. Al interior de esos límites los tiburones están protegidos, pero una vez cruzada la frontera para iniciar su migración hacia diferentes lugares de la costa continental, la suerte está echada. Redes y anzuelos podrían atraparlos en cualquier momento.

Si eso llegara a ocurrir, la carne y las aletas de esos animales que están protegidos por la CITES podrán ser exportados siempre y cuando se cumplan ciertos requisitos. En primer lugar el comerciante deberá solicitar un permiso especial a la autoridad de la CITES de su país. En el caso de Ecuador, para que el permiso sea aprobado, la autoridad CITES, que está alojada en el Ministerio del Ambiente, tendrá que cerciorarse de que la pesca fue incidental y que la comercialización de esos peces no afectará negativamente a la especie.

El problema es que, en Ecuador, existen vacíos legales que no permiten a la autoridad asegurar que estos dos requisitos se cumplen realmente.

La prohibición en Ecuador de pescar tiburones de manera dirigida y la salvedad de poder comercializarlos si es que son capturados de manera incidental, está vigente desde hace 15 años. Sin embargo, el Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca del Ecuador recién el 25 de febrero de 2022 suscribió oficialmente el Reglamento de la Ley Orgánica para el Desarrollo de la Acuicultura y Pesca. Pero la normativa no establece el porcentaje máximo de pesca de tiburón que se puede considerar como incidental, sino que deriva esa responsabilidad al Plan de Ordenamiento para la Acuicultura y Pesca y al Instituto Público de Investigación de la Acuicultura y Pesca. Que se establezca esa precisión es urgente ya que expertos aseguran que, bajo la excusa de la incidentalidad, miles de tiburones continúan siendo capturados en Ecuador.

“Es necesario y nosotros hemos sido enfáticos en que se definan estos parámetros y estas cantidades para poder saber si se cumple o no se cumple con la incidentalidad”, explica David Veintimilla, ingeniero especialista en Áreas Protegidas y autoridad CITES en el Ministerio de Ambiente.

En septiembre de 2021, durante un webinar de GK Escuela, el viceministro de Pesca, Andrés Arens, fue cuestionado por Gustavo Redín, presidente de la Coordinadora Ecuatoriana de Organizaciones para la Defensa de la Naturaleza y Medio Ambiente (Cedenma), quien criticó que tras un año de aprobada la Ley de Pesca, aún no se haya emitido un reglamento que detalle los límites de la pesca incidental. Arens respondió que “esperaba que en las próximas semanas” ya estuviera listo el reglamento para ser enviado a la Presidencia. “Espero en pocas semanas tener noticias sobre la imposición de límites de incidentalidad que puedan servir para hacer mejor control”, dijo. Desde entonces pasaron cinco meses hasta que se suscriba un reglamento que no establece límites sino que deriva la responsabilidad a otra institución. La norma explica que “en el caso de los desembarques que contengan pesca incidental, esta deberá ser declarada con base a los índices de permisibilidad establecidos en el Plan de Ordenamiento para la Acuicultura y Pesca, por pesquería, y basados en criterios científicos que establezca el Instituto Público de Investigación de la Acuicultura y Pesca. Los índices de permisibilidad que establezca el Instituto deberán considerar criterios de aplicación y serán revisados periódicamente por el Instituto a fin de garantizar la sostenibilidad de la pesca”.

Zonas de bycatch o pesca incidental de cuatro especies de tiburones que nadan en las aguas de Galápagos. (Infografía de Daniela Hidalgo/ GK).
Zonas de bycatch o pesca incidental de cuatro especies de tiburones que nadan en las aguas de Galápagos. (Infografía de Daniela Hidalgo/ GK).

Respecto al segundo requisito, aquel que requiere comprobar que la comercialización de un tiburón protegido por CITES no pone en peligro a la supervivencia de la especie, los países que desean exportarlo, en este caso Ecuador, deben realizar un estudio científico sobre su población llamado Dictamen de Extracción No Perjudicial (DENP). Si dicho estudio da como resultado positivo, entonces la especie sí podrá ser exportada, de lo contrario su comercialización estará prohibida.

Pero para que la conservación de los tiburones sea efectiva, no basta con que los DENP sean positivos, sino que deberían determinar un límite de cuántos animales pueden exportarse, es decir, una cuota. Así lo aseguran los expertos e incluso la propia CITES reconoce que “la utilización de cuotas de exportación se ha convertido en un instrumento efectivo para reglamentar el comercio internacional de especies de fauna y flora silvestres”. No obstante, la Convención no obliga a los países a establecer cuotas, aunque sí lo recomienda. Ni Ecuador ni ninguno de los 193 países adheridos a la CITES han establecido cuotas de exportación para los tiburones sedoso, zorro pelágico, zorro ojón y mako de aleta corta.

Así, aunque ninguna de estas cuatro especies ha mostrado signos de recuperación en los últimos años, y más bien en ciertos casos la situación ha empeorado como la del mako de aleta corta que pasó en 2019 de la categoría de Vulnerable a En Peligro según la lista roja de la UICN, las exportaciones se han disparado.

Para el abogado especializado en materia ambiental, César Ipenza, un dictamen de extracción no perjudicial que no contemple una cuota “no cumple” con el objetivo del convenio CITES que regula la extracción de los recursos para evitar su sobreexplotación. “Esto genera un problema tremendo. Si no hay cuota de exportación puedo estar sacando el mismo recurso que está en un nivel de vulnerabilidad y destruyéndolo, poniéndolo en mayor peligro incluso”, dice.

Sin un límite que regule la entrega de permisos CITES y sin una cuota que determine cuánta pesca puede ser considerada incidental, los tiburones amenazados y supuestamente protegidos se exportan cada vez más. De acuerdo con la información proporcionada por el Ministerio del Ambiente, en el 2020 se emitieron 9 permisos CITES para la exportación de aletas y cuerpos de tiburón mientras que entre enero y septiembre de 2021, se emitieron 89.

“Todo el mundo quiere culpar a la CITES”, dice Ipenza, pero lo cierto es que la Convención sólo hace “lo que los países permiten”, señala el experto. En la CITES los países miembros deciden qué acciones de conservación deben tomarse y si deben ser obligatorias o no. No hay un comité superior a los Estados que pueda determinar los métodos más eficaces para proteger a las especies, explica el abogado. “Si los países tienen intereses diversos en los recursos, difícilmente van a hacer que el convenio cumpla ese rol (de conservar)”, sostiene.

Las empresas y la falta de control

El zorro pelágico, el zorro ojón, el mako y el sedoso comparten varias características. Por las noches se acercan a la superficie, tienen alta movilidad, disfrutan de las aguas cálidas y son cuatro de las cinco especies de tiburón más apetecidas en los mercados internacionales, según indica Pablo Guerrero, el director en Conservación de Paisajes Marinos de la WWF para Ecuador. Lo dicho por Guerrero coincide con las investigaciones realizadas por el científico colombiano Diego Cardeñosa, que tomó muestras de ADN de las aletas de tiburón que se venden en los mercados de Hong Kong y Guangzhou para determinar qué especies amenazadas se comercializan.

Las estadísticas oficiales de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estiman que las importaciones de aletas de tiburón realizadas entre el 2000 y 2011 por China y Hong Kong — los principales compradores de aletas— representaron un valor de 4.2 mil millones de dólares, lo que equivale al dinero que se requiere para cubrir 76 viajes de ida y vuelta a la Estación Espacial Internacional con SpaceX. Incluso, explica la FAO, las aletas secas de tiburón pueden alcanzar precios mayores a los 100 dólares por kilo.

De los 89 permisos que la autoridad CITES en Ecuador emitió entre enero y septiembre de 2021 para exportar partes de tiburón, 29 corresponden a aletas de zorro pelágico, zorro ojón, sedoso y mako. De estos permisos, 17 —más de la mitad— se entregaron sólo a dos empresas: nueve a Solórzano & Ávila Exportadora del Mar Evverfish y ocho a Fish Choez y Villegas Exportadora de Productos de Mar. Esta última ha sido identificada como la exportadora que envió 26 toneladas de aletas de tiburón a Hong Kong, las cuales fueron decomisadas en abril de 2020 por las autoridades chinas y que tres meses después intentó blanquear solicitando un permiso CITES que justificara la exportación ilegal.

En abril de 2020, en Hong Kong dos contenedores provenientes de Ecuador fueron noticia. Al abrirlos, las autoridades encontraron 26 toneladas de aletas de tiburón. (Fotografía tomada del South China Morning Post).
En abril de 2020, en Hong Kong dos contenedores provenientes de Ecuador fueron noticia. Al abrirlos, las autoridades encontraron 26 toneladas de aletas de tiburón. (Fotografía tomada del South China Morning Post).

La falta de control es una de las principales preocupaciones de los activistas por la conservación de los tiburones. Cristina Cely es directora de la organización ecologista One Health Ecuador y logró que se discutiera en la Asamblea Nacional sobre la prohibición temporal de comercializar la pesca incidental de tiburones, aunque al final la propuesta no fue aprobada por los legisladores ecuatorianos. Cely dice que el incremento de las exportaciones de aletas se debe a que la pesca del tiburón se ha incentivado y sostiene que no solo se cuestiona que la captura de estas especies sea dirigida, “sino que también estamos hablando de tráfico”.

El pasado 9 de febrero, la justicia peruana condenó por primera vez a traficantes de aletas de tiburón. La sentencia dictaminó cuatro años y medio de cárcel y una reparación civil de 106.375 soles (unos 28 mil dólares) contra el subgerente de la empresa Ajansa Perú (dueño del cargamento) y el comprador Poly Diks Pinto Gonzáles. En 2018, los sentenciados habían traficado, desde Ecuador, 1.8 toneladas de aletas de diferentes especies de tiburón, entre ellas zorro pelágico, martillo común, tiburón liso y sedoso. Todas amenazadas de extinción y protegidas por CITES.

Pero esa es solo una de las varias incautaciones que en Perú se han realizado de aletas o cuerpos de tiburones provenientes de Ecuador. En la última, en julio del 2021, las autoridades peruanas decomisaron 416 tiburones martillo pese a que la captura de esta especie —incluso la incidental— y su comercialización está prohibida desde el 2020 en Ecuador.

Desde hace un tiempo Perú ha sido identificado como una de las principales rutas por donde se comercializan, hacia el mercado asiático, los tiburones provenientes de Ecuador y, según muestran las cifras, la tendencia se mantiene. Un reportaje de Ojo Público reveló que “lo exportado de Ecuador a Perú entre el 2020 y 2021 (412 toneladas), representa el 62% de todo lo exportado por Perú en este mismo periodo (660 toneladas)”.

Aunque el Servicio Nacional de Aduanas es el encargado de verificar si las aletas de tiburón que se envían a otros países corresponden a las especies que se declaran ante la autoridad CITES, en algunas ocasiones los controles en las aduanas no son eficaces debido a la inexperiencia o la corrupción entre funcionarios aduaneros, según un análisis que realizó Insight Crime del caso de las 26 aletas de tiburón exportadas ilegalmente desde Ecuador. Según Veintimilla, autoridad CITES en Ecuador, eso hace que las verificaciones que hace el Ministerio de la Producción de los desembarcos sean aún más cruciales.

Cuando los pescadores llegan a puerto, un inspector del Ministerio de Producción revisa y anota la cantidad y el tipo de pesca desembarcada. Ellos son quienes deben evaluar si la pesca de tiburones fue incidental o dirigida, explica Bruno Leone, presidente de la Cámara de Pesquerías de Ecuador.

Ante el incremento de las exportaciones de aletas de tiburón, Veintimilla pidió al Ministerio de Producción de Ecuador información sobre las capturas totales de las especies de tiburón realizadas en 2021. “Lo que nosotros queremos es justamente poder identificar los desembarques para saber cuánto se desembarcó de tiburones versus la pesca que venían realizando (...) Si (los barcos) llegaran con 80% de tiburones y 20% de otra especie, allí no hablamos de pesca incidental aunque aún no exista una regulación”, explica. A pesar de que Veintimilla realizó el pedido al Ministerio de Producción en septiembre de 2021, hasta hoy el experto no ha recibido ninguna respuesta.

Para este reportaje pedimos una entrevista e información al Ministerio de la Producción, sin embargo, hasta la fecha de publicación, el organismo no entregó respuestas.

En el 2018, la WWF y la National Oceanic and Atmospheric Administration entregaron materiales y equipos a la Subsecretaría de Recursos Pesqueros del Ministerio de Acuacultura y Pesca, para el reequipamiento del laboratorio ADN de tiburones, ubicado en las instalaciones del Puerto Pesquero Artesanal de San Mateo, en Manabí. El propósito del laboratorio de ADN era mejorar, en el corto plazo, los controles, el rastreo y la identificación de las especies de tiburón cuyas aletas y otros productos son exportados, a través de técnicas genéticas. Sin embargo, en el 2020, la misma WWF de Ecuador pidió que se reactive el laboratorio ADN de tiburones de la Subsecretaría de Pesca después de que en ese mismo año se cerrara por falta de insumos.

Los tiburones zorro ojón, zorro pelágico, mako de aleta corta y sedoso se mueven entre las islas de Galápagos. El sedoso suele transitar entre las islas Darwin y Wolf, según Alex Hearn, doctor en biología marina y profesor de la Universidad San Francisco de Quito. Los tiburones sedoso son la segunda especie más capturada en el mundo.

Aunque estos tiburones nadan en las seguras aguas de las Galápagos, porque disfrutan las aguas cálidas que tienen la temperatura promedio de una piscina climatizada, suelen moverse hacia alta mar y hacia las costas del Ecuador continental para alimentarse. Hearn cuenta que para estas cuatro especies de tiburones hay zonas de bycacht (como se denomina a la pesca incidental): el sur occidente de las islas Galápagos, el callejón marítimo que se forma entre las zonas económicas exclusivas del Ecuador continental e insular, sobre la franja de la cordillera submarina de Carnegie y hacia el sur del Ecuador continental. En pocas palabras, fuera del límite de la reserva de Galápagos, los tiburones tienen pocas posibilidades de sobrevivir, reproducirse y continuar sumando más individuos a su especie.

Los tiburones ayudan a eliminar a los peces débiles de su entorno preservando así el equilibrio entre los competidores de la cadena alimentaria. De esta manera, los tiburones aseguran que se mantenga la biodiversidad en los océanos. Es por ello que conservarlos es clave.

Este reportaje fue publicado originalmente en GK

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