Cada vez hacía más calor. El único refugio de Frank May y sus vecinos era la azotea. No dan abasto los aire acondicionados ni los sistemas energéticos. Sólo la solidaridad podría salvarlos de este calvario. Con esta descripción comienza El Ministerio del Futuro, una obra distópica de Kim Stanley Robinson. Sin embargo, esto podría ser una escena cotidiana en poco tiempo como efecto de la crisis climática que ya es una realidad y que podría transformar a algunos lugares de la Tierra en inhabitables.
Así lo advierte un nuevo reporte internacional del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) que se dio a conocer hoy. “La evidencia científica acumulada es inequívoca: El cambio climático es una amenaza para el bienestar humano y la salud del planeta. Cualquier retraso adicional en la acción global concertada y anticipada sobre la adaptación y la mitigación perderá una breve y rápida ventana de oportunidad para asegurar un futuro habitable y sostenible para todos”, se lee en el Resumen para Tomadores de Decisiones, poniendo en una frase la amenaza y la urgencia que los gobiernos deberían adoptar para sus políticas públicas.
Si bien estos mensajes pueden parecer repetidos, este informe, llamado AR6, deja muy claro que el futuro ya llegó: los efectos de mediano plazo del cambio climático se cuentan a partir de 2040, esto es en apenas 18 años. La ventana de oportunidad para frenar la suba de la temperatura promedio global en 1,5ºC es cada vez más pequeña.
“Este informe es una advertencia terrible sobre las consecuencias de la inacción”, dijo Hoesung Lee, Presidente del IPCC. El aumento de las olas de calor, las sequías y las inundaciones ya están superando los umbrales de tolerancia de plantas y animales de las plantas y los animales, provocando la muerte masiva de especies como los árboles y los corales. Estos fenómenos meteorológicos extremos están ocurriendo simultáneamente, causando impactos en cascada que son cada vez más difíciles de gestionar. Han expuesto a millones de personas a una grave inseguridad alimentaria y de agua, especialmente en África, Asia, América Central y del Sur, en las islas pequeñas y en el Ártico.
Con el tono de urgencia coincidió el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres: “El informe de hoy del IPCC es un atlas del sufrimiento humano y una acusación condenatoria del fracaso del liderazgo climático. Casi la mitad de la humanidad vive en la zona de peligro, ahora. Muchos ecosistemas están en el punto de no retorno, ahora. Los hechos son innegables. Los mayores contaminadores del mundo son culpables de incendiar nuestro único hogar.”
El informe del Grupo de Trabajo II es la segunda entrega del Sexto Informe de Evaluación (AR6) del IPCC que se completará este año. “Este informe reconoce la interdependencia del clima, la biodiversidad y las personas e integra ciencias naturales, sociales y económicas con más fuerza que las anteriores evaluaciones del IPCC”, dijo Hoesung Lee. “Hace hincapié en la urgencia de una acción inmediata y más ambiciosa para hacer frente a los riesgos climáticos. Las medidas a medias ya no son una opción”, agregó.
Este informe da detalles de los impactos por regiones así como también de las medidas de adaptación necesarias a esta nueva realidad y señala aquellas soluciones que, equivocadamente, han empeorado algunos escenarios.
Los efectos pueden verse en los sistemas de provisión de alimentos, de agua segura, la extinción de las especies y el empeoramiento en la calidad de vida de las ciudades. Dos de las regiones más vulnerables señaladas por los científicos son América del Sur y América Central.
Los cambios en los usos del suelo por la deforestación descontrolada, el aumento de olas de calor y de fuegos cada vez más difíciles de dominar, así como la desigualdad son centrales a la hora de evaluar estos impactos.
“América Central y del Sur están muy expuestas, son vulnerables y se ven fuertemente afectadas por el cambio climático, situación que se ve amplificada por la desigualdad, la pobreza, el crecimiento demográfico y la alta densidad de población, el cambio en el uso de la tierra —en particular, la deforestación con la consiguiente pérdida de biodiversidad—, la degradación del suelo, y la alta dependencia de las economías nacionales y locales de los recursos naturales para la producción de productos básicos”, indica el resumen ejecutivo del capítulo 12 del reporte en el que participaron 270 autores de 67 países.
En la zona de los Andes, las especies terrestres se han desplazado ladera arriba, lo que ha provocado la contracción de las especies de las tierras bajas, incluidos los cultivos y los vectores de enfermedades. El calentamiento global ha provocado una pérdida de glaciares del 30% a más del 50% de su superficie desde la década de 1980, indica el reporte.
Entre 2010-2020, la mortalidad humana por inundaciones, sequías y tormentas fue 15 veces mayor en las regiones altamente vulnerables, en comparación con regiones con muy baja vulnerabilidad.
A nivel mundial, la exposición de la población a las olas de calor seguirá aumentando con el calentamiento adicional. El riesgo de dengue aumentará con estaciones más largas y una distribución geográfica más amplia en Asia, Europa, América Central y del Sur y el África subsahariana, lo que podría poner en riesgo a otros miles de millones de personas para finales de siglo.
“Juntos, la creciente urbanización y el cambio climático crean riesgos complejos, especialmente para aquellas ciudades que ya experimentan un crecimiento urbano mal planificado, altos niveles de pobreza y desempleo, y la falta de servicios básicos”, dijo Debra Roberts. “Pero las ciudades también ofrecen oportunidades para la acción climática: edificios ecológicos, suministros de agua limpia y energía renovable, y sistemas de transporte sostenibles que conectan las zonas urbanas y rurales que pueden conducir a una sociedad más inclusiva y justa”, agregó la experta.
Los científicos insisten en que los gobiernos deben aprovechar esta década para adoptar soluciones sostenibles. “Es esencial cumplir el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5ºC. La ciencia nos dice que eso requerirá que el mundo reduzca las emisiones en un 45% para 2030 y que logre las emisiones netas cero para 2050. Pero, según los compromisos actuales, las emisiones mundiales van a aumentar casi un 14% en la década actual. Esto supone una catástrofe. Los países de la OCDE deben eliminar el carbón antes de 2030, y todos los demás antes de 2040. La actual combinación energética mundial está rota”, detalló Guterres.
“Sé que la gente de todo el mundo está ansiosa y enfadada. Yo también lo estoy. Ahora es el momento de convertir la rabia en acción. Cada fracción de grado importa. Cada voz puede marcar la diferencia. Y cada segundo cuenta”, finalizó en su discurso.
“Las pruebas científicas son inequívocas: el cambio climático es una amenaza para el bienestar humano y la salud del planeta. Cualquier otro retraso en la acción mundial concertada hará que se pierda una la estrecha ventana de oportunidad para asegurar un futuro habitable”, dijo Hans-Otto Pörtner, co chair del grupo de trabajo que elaboró el reporte.