“Galápagos ha alimentado nuestro conocimiento, pero sobre todo nuestro espíritu”, dijo Guillermo Lasso, presidente de Ecuador, durante el discurso inaugural de “Hermandad”, la nueva reserva marina que añade 60.000 km2 a la actual zona protegida de Galápagos. Las aguas de islas encantadas, como también se conoce al archipiélago, son el hogar de especies marinas únicas en el Pacífio Oriental.
La oferta realizada en la Cumbre Climática COP26 de Glasgow en el Reino Unido se volvió realidad el último viernes con la firma del decreto que añade un área tres veces el tamaño de Bélice a la superficie marina protegida alrededor de las Galápagos y que se extiende hasta Costa Rica, protegiendo la migravía, una zona marítima por donde viajan varias especies de animales hasta la Isla Cocos.
Serán, por un lado, 30.000 kilómetros en los que no se permiten actividades extractivas de ningún tipo, y donde se conservarán áreas de ecosistemas oceánicos críticos, rutas migratorias, y zonas de alimentación de especies marinas amenazadas. Esta zona ‘no take’ se extiende hacia los límites con Costa Rica. Por otro lado, 30.000 kilómetros cuadrados adicionales prohibirán todo uso del palangre –un arte de pesca de gran indicidentalidad para los tiburones–, y están ubicados al noroeste de la Reserva Marina Galápagos.
La inauguración del área marina protegida se realizó en una de las embarcaciones del Parque Nacional Galápagos, el Sierra Negra, a bordo de esta Lasso, junto al presidente Iván Duque y al expresidente estadounidense Bill Clinton, como testigos de honor, y con la presencia de los Cancilleres de Costa Rica y Panamá hizo oficial la ampliación de la protección marítima para las islas, aunque no dijo cuántos recursos se destinarán al control efectivo de esta zona.
A pesar de que Galápagos ya contaba con una reserva marina, las investigaciones científicas han demostrado un declive en las poblaciones de algunas especies altamente migratorias. Son esos estudios los que también han determinado una relación entre las especies, como tiburones y tortugas marinas, que habitan las aguas de Galápagos y sus viajes a la isla Cocos.
De acuerdo con un estudio elaborado por MigraMar y la Pontificia Universidad Católica del Ecuador gracias a una donación de la Fundación PACIFICO, con financiamiento del Leona M and Harry B Helmsley Charitable Trust, Waitt Foundation, Shark Conservation Fund y Iris & Michael Smith, se describe que “el Parque Nacional Isla Cocos y la Reserva Marina Galápagos poseen un porcentaje importante de especies endémicas insulares, y un elevado flujo génico en especies no móviles como corales”, esta es una de las razones que sugieren la interconectividad entre el ecosistema de ambos santuarios para cientos de especies marinas.
La MigraVía Coco-Galápagos, según el estudio, fortalecerá los esfuerzos de conservación marina oceánicos de los gobiernos de Costa Rica y Ecuador. Además, de proteger a las especies, Lasso dijo que la nueva reserva también preservará al océano, porque los océanos, que forman más del 60% de la superficie mundial, “purifican una enorme parte del aire que se respira en los continentes. Según expertos, esto alcanza hasta el 50% de todo el oxígeno del mundo, lo que significa que una de cada dos respiraciones de la humanidad dependen del océano”.
Las tortugas y los tiburones estarán más protegidos
De acuerdo con varios estudios la sobrepesca es la principal causa del declive poblacional de varias especies marinas migratorias. Los tiburones, las rayas, las tortugas y los delfines caen en las redes de flotas pesqueras industriales y semiindustriales como “pesca asociada o incidental”. Las zonas de “no take” –como las de la nueva reserva marina Hermandad– son una estrategia para limitar la pesca de especies que están en peligro o son vulnerables y para amortiguar el efecto de las pesquerías, según explica Migramar.
La tortuga marina verde, la tortuga laúd, la manta gigante, el tiburón martillo, el tiburón Galápagos, el tiburón sedoso, el tiburón tigre, el tiburón ballena y la ballena jorobada son algunas de las especies cuya ruta migratoria estará más protegida. El estado de conservación de estas especies está dividido en las categorías: en peligro, vulnerable y casi amenazado.
El Parque Nacional Isla Cocos y la Reserva Marina Galápagos son santuarios de miles de especies. Según los estudios realizados en estas áreas megadiversas, Cocos tiene una riqueza de alrededor de 1.700 especies de vertebrados, invertebrados y flora marina. Mientras que Galápagos tiene 6.000 especies. Alrededor del 20 % de las especies son endémicas entre Coco, Malpelo y Galápagos. La mayoría de animales de estas zonas son vulnerable o se encuentran en peligro de extinción.
Los retos
Aunque la inauguración de la nueva reserva es una gran noticia, aún existe preocupación en cómo será efectiva la protección si no se tiene claro de dónde provendrán los recursos para su mantenimiento. Durante la COP26, el presidente ecuatoriano Guillermo Lasso dijo que la nueva reserva marina se financiará con un canje de deuda externa por naturaleza. Este mecanismo implica que una o varias organizaciones paguen una parte de la deuda externa de Ecuador, para que este garantice la conservación.
A pesar de ese primer anuncio, durante la firma del decreto, Lasso no se refirió a los recursos que Ecuador invertirá en proteger la nueva reserva “Hermandad”. Para el ex director del Parque Nacional Galápagos, Walter Bustos, si se amplia el área de protección pero no hay recursos técnicos ni económicos, todo esfuerzo queda en “letra muerta”, según dijo a GK. Asimismo, Tarsicio Granizo, director de WWF Ecuador y ex ministro de Ambiente, teme que sin una fuente segura de financiamiento, “Hermandad” se convierta en una reserva de “papel”, como explicó al medio digital.
Migramar, en su estudio sobre la Migravía, explica que además de crearse el área marina protegida, esta debe complementarse con un aumento en la investigación de los montes submarinos y de la diversidad pelágica en la región.
Además, los países cuyas áreas marítimas forman parte del corredor migratorio deberán aunar esfuerzos para controlar a las grandes flotas de pesca industrial que año a año lanzan sus redes y pescan todo lo que hay a su paso, incluyendo especies de alto valor comercial como los tiburones y rayas que, según un estudio de la WWF, cuya carne generó ganancias de USD 2.6 billones, entre 2012 y 2019.
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