“Quiero decirle a todos los delegados que pido disculpas como esta presidencia se desarrolló y lo siento profundamente”, dijo Alok Sharma, ministro de Estado británico y presidente de la conferencia sobre el clima. Tomó aire y siguió: “También entiendo la profunda decepción, pero creo que, como se dieron cuenta, también es vital que protejamos este paquete”.
Pero cuando terminó esta última frase ya no pudo continuar y dio paso a un largo silencio de más de 40 segundos. La audiencia, compuesta por los delegados de más de 200 países que llevaban días negociando a contrarreloj el pacto salieron a su rescate con un aplauso.
El “ahogo” de Sharma era de frustración. Es que los agotados negociadores de casi 200 países alcanzaron el sábado un acuerdo destinado a impulsar al mundo hacia una acción climática más urgente, pero sin ofrecer el avance transformador que, según los científicos, debe producirse si la humanidad quiere evitar el desastroso calentamiento del planeta.
La conferencia terminó con una nota agria cuando los delegados de China e India propusieron un cambio de última hora en el texto crucial sobre el abandono del carbón, diciendo que sólo aceptarían “reducir gradualmente el carbón sin disminuirlo”, en lugar de “eliminarlo”.
Un país tras otro se levantó para objetar el cambio de última hora.
“Este compromiso sobre el carbón había sido un punto brillante en este paquete”, dijo la enviada de las Islas Marshall para el clima, Tina Stege. “Una cosa que esperábamos sacar de aquí y con orgullo. Duele profundamente ver que ese punto brillante se ha atenuado”.
Los organizadores, de hecho, reconocieron que el acuerdo, muy reñido, no va lo suficientemente lejos. Pero argumentaron que los progresos realizados, combinados con los nuevos compromisos para detener la deforestación y reducir las emisiones de metano, un potente gas de efecto invernadero, crean una hoja de ruta hacia un futuro más seguro y “mantienen vivo el 1,5″.
“Todos somos muy conscientes de que, colectivamente, nuestra ambición y acción climática hasta la fecha se han quedado cortas respecto a las promesas hechas en París”, dijo el sábado a los delegados Sharma. Pero insistió en que el acuerdo adoptado por las naciones del mundo establecería “próximos pasos tangibles e hitos muy claros” para acercar al mundo a esos objetivos.
Según detalló The Washington Post, tras dos semanas de conversaciones de alto nivel, se llegó a un acuerdo que obliga a los países a reforzar los objetivos climáticos a corto plazo y a abandonar los combustibles fósiles con mayor rapidez. Insiste en que los países ricos cumplan una promesa incumplida de ayudar a las naciones vulnerables a hacer frente a los crecientes costes del cambio climático. Y abre la puerta a futuros pagos de los países desarrollados por los daños ya causados.
Así, los negociadores se marchan de Glasgow con preguntas clave sin respuesta: ¿Podrán las naciones reunir la voluntad política para cumplir con la retórica que marcó el inicio de la cumbre? ¿Puede la COP26, como se conoce, marcar el inicio de una década “decisiva” para cambiar el rumbo del calentamiento global? Y lo que es más importante, ¿podrá el tambaleante progreso de estas conferencias anuales seguir el ritmo del problema que se pretendía resolver?
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