Los fenómenos meteorológicos extremos, cada vez más frecuentes, como olas de calor, tormentas e inundaciones, matan a miles de personas y alteran millones de vidas, al tiempo que amenazan los sistemas e instalaciones sanitarias cuando más se necesitan. En definitiva, la crisis climática amenaza la seguridad alimentaria y aumenta las enfermedades transmitidas por los alimentos, el agua y los vectores, como la malaria, mientras que los impactos también afectan negativamente a la salud mental.
En ese contexto, profesionales de la salud de todo el mundo alzaron la voz para exigir a los países que hagan más para abordar la crisis climática: la Organización Mundial de la Salud publicó su informe especial de la COP26 sobre el cambio climático y la salud, en el que se formulan 10 recomendaciones para la acción climática con el fin de garantizar una recuperación sostenida del COVID-19, así como una carta abierta firmada por más de dos tercios del personal sanitario mundial -más de 45 millones de profesionales de la salud-, en la que se pide a los líderes nacionales y a las delegaciones de los países que participan en la cumbre que intensifiquen la acción climática.
“El cambio climático, junto con el colapso de la biodiversidad, son las mayores amenazas para la salud mundial del siglo XXI. Se prevé que los efectos directos del cambio climático causen unas 250.000 muertes al año entre 2030 y 2050, y los costes de los daños directos para la salud podrían ser de entre 2.000 y 4.000 millones de dólares al año, incluso en 2030. Los motores del cambio climático -principalmente las emisiones de combustibles fósiles combustibles fósiles- suponen una pesada carga de enfermedad, contribuyendo a los 7 millones de muertes por de muertes por contaminación atmosférica. Para 2070, se prevé que entre 2.000 y 3.500 millones de personas residan en zonas inhabitables debido al calor”, publicó la Global Climate and Health Alliance.
“La pandemia ha puesto de manifiesto los íntimos y delicados vínculos entre los seres humanos, los animales y nuestro medio ambiente”, dijo el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director General de la OMS. “Las mismas decisiones insostenibles que están matando a nuestro planeta están matando a las personas. La OMS hace un llamado a todos los países para que se comprometan a tomar medidas decisivas en la COP26 con el fin de limitar el calentamiento mundial a 1,5 °C, no solo porque es lo correcto, sino porque nos interesa. En el nuevo informe de la OMS se destacan 10 prioridades para salvaguardar la salud de las personas y del planeta que nos sustenta.”
Las diez prioridades que propone la OMS son:
1. Comprometerse con una recuperación saludable. Comprometerse con una recuperación saludable, ecológica y justa del COVID-19.
2. Nuestra salud no es negociable. Situar la salud y la justicia social en el centro de las conversaciones de las Naciones Unidas sobre el clima.
3. Aprovechar los beneficios de la acción climática para la salud. Dar prioridad a las intervenciones climáticas con mayores beneficios sanitarios, sociales y económicos.
4. Construir sistemas y establecimientos de salud resilientes al clima y ambientalmente sostenibles, y apoyar la adaptación y resiliencia de la salud en todos los sectores.
5. Crear sistemas energéticos que protejan y mejoren el clima y la salud. Guiar una transición justa e inclusiva hacia la energía renovable para salvar vidas de la contaminación del aire, especialmente de la combustión del carbón. Acabar con la pobreza energética en los hogares y en los establecimientos de atención de la salud.
6. Reimaginar los entornos urbanos, el transporte y la movilidad. Promover un diseño urbano y unos sistemas de transporte sostenibles y saludables garantizando un mejor uso del suelo, el acceso a espacios públicos verdes y azules y la priorización de los desplazamientos a pie, en bicicleta y en transporte público.
7. Proteger y restaurar la naturaleza como base de nuestra salud. Proteger y restaurar los sistemas naturales, que son la base de una vida sana, de los sistemas alimentarios sostenibles y de los medios de vida.
8. Promover sistemas alimentarios saludables, sostenibles y resilientes. Promover la producción de alimentos sostenibles y resilientes y dietas más asequibles y nutritivas que contribuyan a los resultados climáticos y de salud.
9. Financiar un futuro más sano, justo y ecológico para salvar vidas. Transición hacia una economía del bienestar.
10. Escuchar a la comunidad de la salud y hacer un llamado a favor de una acción climática urgente. Movilizar a la comunidad de la salud y apoyarla en la acción climática.
“Los compromisos necesitan traducirse en leyes y planes nacionales y subnacionales. Colombia incluye al sector salud con medidas de mitigación y adaptación. Chile y Perú: toman medidas y planes de adaptación para el sector salud”, detalla Andrea Hurtado Epstein, Andrea Hurtado Epstein, gerenta del programa de cambio climático para América Latina de la ONG Salud Sin Daño.
“Hay que trabajar en conseguir los medios para la implementación: financiamiento, pero también transferencia de tecnología y fortalecimiento de capacidades. Es destacable el trabajo que venimos haciendo con el Ministerio de Salud de Colombia que, en 2018 realizó la primera estimación de huella de carbono de los establecimientos de su red asistencial en nuestro programa Menos huella, más salud”, agregó durante un panel de debate sobre los sistemas sanitarios en la cumbre que se realiza en Glasgow.
Se calcula que el sector sanitario, si fuera un país, generaría cerca del 5% de todas las emisiones mundiales de dióxido de carbono. Para apoyar al sector en este cambio transformacional, se lanzó una hoja de ruta para la descarbonización, que proporciona un plan y traza un curso para llevar la atención sanitaria hacia las emisiones cero a través de tres vías: la prestación de la atención sanitaria y las operaciones, la cadena de suministro global, y la economía en general.
Argentina fue el primer país en presentar un plan de descarbonización del sector salud. “Esto marca el comienzo de lo que creemos será un movimiento creciente de gobiernos en todo el mundo de incluir a la descarbonización del sector salud en sus NDC”, explicó Josh Karliner, director internacional de Programas y Estrategias en Salud sin Daño cuando el país actualizó su compromiso a fines del año pasado.
“Al incluir la adaptación y mitigación del sector de la salud en su NDC, Argentina está dando un paso importante hacia el fortalecimiento de su sistema de salud para prepararse y ayudar a prevenir los peores impactos de la crisis climática”, dice Antonella Risso, gerente técnica internacional de cambio climático de Salud sin Daño.
A fines de junio de 2021, la ONG presentó públicamente y de forma virtual la Hoja de ruta global para la descarbonización del sector salud: una herramienta para lograr cero emisiones con resiliencia climática y equidad en salud. “Se trata de la primera guía que traza un rumbo mundial hacia cero emisiones en el sector de la salud para el 2050. La huella climática del sector salud ya es sustancial: se estima que equivale al 4,4 % de las emisiones globales netas. Sin acción climática dentro y fuera del sector, las emisiones del sector salud se triplicarán a más de 6 gigatoneladas anuales para 2050, lo que equivale a las emisiones anuales de 770 centrales eléctricas de carbón. La hoja de ruta muestra cómo el sector puede implementar siete acciones de alto impacto para reducir sus emisiones en 44 gigatoneladas adicionales durante un período de 36 años, lo que equivale a evitar el consumo de más de 2.700 millones de barriles de petróleo cada año”, indica el reporte.
Ranking
The Climate and Health Alliance detalla que el aumento previsto del nivel del mar de 1 metro podría amenazar con desplazar hasta 565 millones de personas, mientras que casi mil millones de personas podrían estar expuestos a enfermedades transmitidas por mosquitos, y más de 350 millones de personas podrían enfrentarse a olas de calor.
“Es muy necesario que los profesionales de la salud se conviertan en voces de confianza que apoyen los esfuerzos mundiales para reducir las emisiones y proteger a las personas de los efectos del cambio climático. Los profesionales de la salud, al igual que los científicos del clima, pueden ayudar a diseñar políticas que mejoren los resultados sanitarios y el bienestar humano, se adapten a los impactos climáticos y comuniquen la necesidad de una respuesta acelerada”, recomienda el documento.
Esta alianza realizó un ranking con puntaje para los países, según los compromisos asumidos ante el Acuerdo de París y que incluyen al sector salud.
Camboya, Cabo Verde y Moldavia recibieron la puntuación conjunta más alta de todos los países analizados, con 14 puntos de los 15 disponibles. Costa Rica y Myanmar les siguen de cerca con una puntuación de 13 puntos. Todas las NDC que recibieron más de 10 puntos fueron presentadas por países de ingresos bajos y medios, que son los que soportan la mayor carga de los impactos sanitarios del cambio climático.
En cambio, cuatro de los nueve países con una puntuación de cero son países de renta alta. En otros casos, se observa un desajuste entre el reconocimiento de los impactos en la salud y la ambición general: el nivel de ambición de las NDC presentadas por Colombia, Argentina, México, Vietnam y EAU no refleja los vínculos entre la salud y el cambio climático contenidos en sus NDC.
Las puntuaciones recibidas en economía y finanzas son bajas, y son consideraciones esenciales para que los compromisos se hagan realidad. En los países de ingresos bajos y medios, la financiación internacional será crucial para aplicar medidas de protección de la salud.
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