Sin dudas fue uno de los discursos que más resonantes hasta el momento. Simple y contundente, Txai Suruí dejó a más de uno de los presentes con la boca abierta en la ceremonia de apertura de la COP26, el encuentro global más importante a nivel internacional, que reúne 196 países y sus líderes mundiales, científicos climáticos, expertos ambientales y activistas, que hasta el 12 de noviembre tienen la hercúlea tarea de sellar acuerdos urgentes ante de la emergencia climática que amenaza el futuro del planeta.
Txai Suruí es una joven brasileña de 24 años perteneciente a una comunidad indígena de la Amazonia, y es la única voz de Brasil en el evento. En su discurso de tan sólo dos minutos, la joven, vestida con una indumentaria tradicional indígena y vistoso penacho, ha centralizado la atención del mundo.
Txai es estudiante de derecho y activista en el Estado de Rondônia (Norte). Además es activa en las redes sociales con casi 20 mil de seguidores y usa su perfil para dar voz a su comunidad. Txai trabaja en el departamento jurídico de la Asociación de Defensa Etnoambiental de Kanindé, entidad referente en materia de la causa indígena en la Amazonia.
Sus padres, el cacique Almir Suruí, jefe del pueblo Paiter-Suruí, es reconocido mundialmente por su lucha contra los depredadores de la selva tropical, y su madre, Ivaneide Bandeira Cardozo, una importante historiadora y indigenista de Amazonia. “Mi padre, el gran jefe Almir Suruí, me enseñó que debemos escuchar a las estrellas, a la luna, a los animales y a los árboles”, dijo al empezar su discurso.
La joven Txai, fue la primera decana indígena del Centro Académico de Derecho de la Universidad Federal de Rondônia. Su etnia es conocida por unir la tecnología a la vida en la selva desde que se asoció a Google para la documentación digital y el mapeo satelital de tierras, a través de la capacitación de la aldea por el gigante tecnológico.
Suruí también es la primera comunidad indígena del mundo en recibir la certificación de carbono, siendo pioneros en la venta de créditos de carbono a través del mecanismo REDD (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación).
“Hoy, el clima se está calentando, los animales están desapareciendo, los ríos están muriendo y nuestras plantas ya no florecen como antes. La tierra está hablando y ella nos dice que no tenemos más tiempo. Necesitamos tomar otro camino con cambios audaces y globales. No es 2030 o 2050, ¡Es ahora! Los pueblos indígenas estamos a la vanguardia de la emergencia climática, por lo que debemos estar en el centro de las decisiones que se toman aquí”, siguió en su breve pero contundente discurso.
Y remató: “Tenemos ideas para retrasar el fin del mundo. Detengamos la emisión de promesas falsas e irresponsables; acabemos con la contaminación de las palabras vacías y luchemos por un presente y un futuro vivibles. Que nuestra utopía sea un futuro en la Tierra”.
Infobae contactó a su padre, para saber más de la participación de su hija en la COP-26. “Txai fue llevar la voz del pueblo de la floresta de aquí de la Amazonia, la voz de los pueblos indígenas, la voz de la esperanza para el mundo. Tengo trabajado bastante para que esas generaciones tuviera ese protagonismo de traer esperanza para el mundo. Entonces mi hija tuvo esta oportunidad de lanzar esa voz de la esperanza y cobrando también de las autoridades competentes para que ellas puedan entonces realmente tener compromiso con ese futuro. Tener compromiso con desarrollo más responsable, tener compromiso con la humanidad”, dijo el líder cacique.
“La enseñanza que hice con mi hija es también la que mis padres me han enseñado, entonces culturalmente la ancestralidad de nuestro pueblo también tiene relación con ese universo, de la tierra, de la floresta, donde aprendemos que la sustentabilidad es el camino de medio y largo plazo. Todo el ser vivo tiene el derecho de llevar su voz. Es necesario escúchalos para ser escuchado también. La floresta es enseñanza. La humanidad necesita entender qué podemos hacer para traer de nuevo ese equilibrio para la vida de la tierra”, agregó Almir Suruí.
Y cerró: “Si no buscamos soluciones, realmente es un desafío grande. Necesitamos dialogar, luchar y también cambiar la actitud de la humanidad sobre la visión hacia nuestro planeta. Necesitamos estar juntos. Es nuestra responsabilidad trabajar con crecimiento económico más consciente. Es nuestra responsabilidad valorar la floresta en pie como un mecanismo de traer el equilibrio social, ambiental, económico, cultural y de sabidurías también. Sabidurías tradicionales, sabidurías que son los tecnológicos. Cómo podemos garantizar el futuro para nuestra generación que está viniendo, y necesitamos estar juntos para construir estos caminos.”
Delante del discurso de la joven indígena Txai, se puede hacer un comparativo con lo que los científicos también alertan. Estudios sobre los gases de efecto invernadero mundiales y una proporción similar de dióxido de carbono, el gas producido por la quema de combustibles fósiles, es la principal causa del aumento de las temperaturas globales que están provocando intensas olas de calor, sequías, inundaciones, incendios y tormentas.
Sumado a esto, el uso indiscriminado del suelo y la ocupación de vastos territorios por el ser humano, generando cambios con graves consecuencias sobre los ecosistemas, haciendo desaparecer especies nativas. Cuando Txai dice que los pueblos indígenas deben estar en el centro de las decisiones que se tomarán en la COP-26, es realmente una señal de lo que su padre, Almir Suruí, habló sobre la sabiduría tradicional ancestral que detienen: es necesario una alianza con la ciencia, recursos tecnológicos y los conocimientos indígenas, como parte fundamental para la conservación del planeta.
Leticia Navarro es una periodista brasileña y comentarista en medios argentinos sobre temas de Brasil. Ha vivido en Amazonia durante unos años y cubrió de cerca el tema indígena en esa zona
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