Combatir el cambio climático requiere de financiamiento. Es claro que es uno de los temas más importantes de debate en esta COP26 que se lleva adelante en Glasgow, Escocia. Sin embargo, las palabras no van al ritmo de la acción. A los ya desalentadores reportes sobre las proyecciones térmicas del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) y de la amenaza que significa para un millón de especies, se sumó ayer el objetivo que debe cumplir la humanidad para frenar el aumento de la temperatura. Y no es menor.
“Alcanzar las emisiones netas de dióxido de carbono en 2050 supone reducir las emisiones totales de CO2 en 1,4 Gt CO2 cada año, lo que es comparable a la reducción de 1,9 GtCO2 relacionada con la pandemia durante 2020, lo que pone de manifiesto la magnitud de la acción requerida, aunque el equipo señaló en su momento que un cierre de la pandemia no era la forma de conseguir estos recortes de emisiones”.
Así lo calcularon los autores del Proyecto Global del Carbono, una investigación internacional dentro de la iniciativa de investigación Future Earth sobre sostenibilidad global, que es además socio de investigación del Programa Mundial de Investigación Climática. Su objetivo es desarrollar una imagen completa del ciclo global del carbono.
Las emisiones cayeron un 5,4% en 2020 en medio de los cierres de Covid, pero el nuevo informe prevé un aumento del 4,9% este año (del 4,1% al 5,7%) hasta alcanzar los 36.400 millones de toneladas de CO2 en total.
El reporte también proyecta que el uso del carbón y del gas crecerá más en este año de lo que cayó en 2020, aunque el uso del petróleo se mantiene por debajo de los niveles de 2019.
En el caso de los principales emisores, las emisiones de 2021 parecen volver a las tendencias anteriores a la pandemia de disminución de las emisiones en el caso de Estados Unidos y la Unión Europea y de aumento, en el caso de la India. En el caso de China, la respuesta a la pandemia de COVID-19 ha provocado un mayor crecimiento de las emisiones de CO2, impulsado por los sectores energético e industrial.
El equipo de investigación -que incluye a la Universidad de Exeter, la Universidad de East Anglia (UEA), CICERO y la Universidad de Stanford- afirma que no se puede descartar un nuevo aumento de las emisiones en 2022 si el transporte por rutas y la aviación vuelven a los niveles anteriores a la pandemia y el uso del carbón se mantiene estable.
“El rápido repunte de las emisiones a medida que las economías se recuperan de la pandemia refuerza la necesidad de una acción global inmediata contra el cambio climático”, afirmó el profesor Pierre Friedlingstein, del Global Systems Institute de Exeter, que dirigió el estudio.
“El repunte de las emisiones mundiales de CO2 de origen fósil en 2021 refleja una vuelta a la economía basada en los fósiles anterior a la crisis. Las inversiones en la economía verde en los planes de recuperación post-Covid de algunos países han sido insuficientes hasta ahora, por sí solas, para evitar un retorno sustancial cercano a las emisiones pre-Covid.”
Entre los principales hallazgos se destaca que:
Para tener un 50% de posibilidades de limitar el calentamiento global promedio a 1,5°C, 1,7°C y 2°C, los investigadores calculan que el “presupuesto de carbono” restante se ha reducido a 420.000 millones de toneladas, 770.000 millones de toneladas y 1.270.000 millones de toneladas, respectivamente, lo que equivale a 11, 20 y 32 años con los niveles de emisiones de 2021.
Alcanzar las emisiones netas de CO2 en 2050 supone reducir las emisiones totales de CO2 en 1,4 GtCO2 cada año, lo que es comparable a la reducción de 1,9 GtCO2 relacionada con la pandemia durante 2020, lo que pone de manifiesto la magnitud de la acción requerida, aunque el equipo señaló en su momento que un cierre de la pandemia no era la forma de conseguir estos recortes de emisiones.
En cuanto a los grandes emisores actuales, el crecimiento mundial de las emisiones de CO2 de origen fósil se debe principalmente al aumento del uso del carbón en los sectores eléctrico e industrial de China, aparentemente impulsado por la respuesta a la pandemia. La proyección para 2021 sigue las tendencias de fondo a largo plazo de aumento de las emisiones de CO2 en el caso de la India y de disminución de las emisiones de CO2 en el caso de la UE27 y de EE.UU., siendo estos dos últimos los responsables históricos de la mayor parte de las emisiones acumuladas hasta la fecha (EE.UU. sigue siendo el mayor emisor del mundo).
Las proyecciones para los principales emisores:
China: Se prevé que las emisiones aumenten un 4% en comparación con 2020, alcanzando un 5,5% por encima de 2019 - un total de 11.100 millones de toneladas de CO2, el 31% de las emisiones mundiales.
EE.UU.: Se prevé que las emisiones aumenten un 7,6% en comparación con 2020, alcanzando un 3,7% por debajo de 2019 - un total de 5.100 millones de toneladas de CO2, el 14% de las emisiones mundiales.
UE27: Se prevé que las emisiones aumenten un 7,6% en comparación con 2020, alcanzando un 4,2% por debajo de 2019 - un total de 2.800 millones de toneladas de CO2, el 7% de las emisiones mundiales.
India: Se prevé que las emisiones aumenten un 12,6% en comparación con 2020, alcanzando un 4,4% por encima de 2019 - un total de 2.700 millones de toneladas de CO2, el 7% de las emisiones mundiales.
Resto del mundo: para el resto del mundo en su conjunto, las emisiones de CO2 fósil se mantienen por debajo de los niveles de 2019.
La profesora Corinne Le Quéré, catedrática de investigación de la Royal Society en la Facultad de Ciencias Ambientales de la UEA, ha contribuido al análisis de este año. Según ella, tardaremos algún tiempo en ver el efecto total de las alteraciones relacionadas con Covid: “Se necesitará algún tiempo para ver el efecto completo de las perturbaciones relacionadas con Covid en las emisiones mundiales de CO2. Se ha avanzado mucho en la descarbonización de la energía mundial desde que se adoptó el Acuerdo de París en 2015, y además las renovables son la única fuente de energía que siguió creciendo durante la pandemia. Ahora es necesario que nuevas inversiones y una política climática fuerte apoyen la economía verde de forma mucho más sistemática y saquen a los combustibles fósiles de la ecuación.”
Mientras tanto ayer, cuando se conocían varios casos de Covid positivo en delegaciones de Europa y de la India, grandes fondos de inversión empezaron a hacer grandes promesas de net zero, pero las grandes cifras no lo dicen todo o esconden mucho.
No en vano, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres anunció la creación de un grupo de expertos que analizará los compromisos netos cero de las acciones no estatales. “Hay un déficit de credibilidad y un exceso de confusión sobre las reducciones de emisiones y los objetivos netos cero, con diferentes significados y diferentes métricas”, dijo.
Especial escepticismo hay en torno a la Alianza Financiera de Glasgow para las Cero Emisiones Netas (GFANZ), un grupo paraguas que incluye a todos los principales bancos occidentales, así como aseguradoras y administradores de activos, anunció que las empresas responsables de gestionar 130.000 millines de dólares en capital, equivalente al 40% de los activos financieros del mundo, habían suscrito asumir una «parte justa» de descarbonización.
Ben Caldecott, director del Grupo de Finanzas Sostenibles de la Universidad de Oxford y Director del Centro del Reino Unido para la Ecologización de las Finanzas y la Inversión, dijo: “Hemos entrado en la COP26 con compromisos sin precedentes de las instituciones financieras para alinear sus carteras, productos y servicios con el Acuerdo de París. Parte de esto implica detener la financiación de nuevas infraestructuras de combustibles fósiles. No se puede cumplir con París sin que esto ocurra lo antes posible, y ninguna cantidad de nuevas inversiones verdes puede compensar este requisito”.
“También tenemos que garantizar que los compromisos adquiridos se controlan y se rinden cuentas. Garantizar la integridad de estos compromisos a lo largo del tiempo es fundamental para marcar realmente la diferencia y ahora tenemos que centrarnos decididamente en la calidad de las promesas realizadas por las instituciones financieras, no sólo en su cantidad.”
En definitiva, más acción y menos promesas.
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