La pelea de fondo en la COP 26: Estados Unidos vs China

Son los dos más grandes contaminadores del planeta. Beijing supera en emisiones a la suma de los cuatro países que le siguen. La gran esperanza para todos es que las dos potencias acuerden sobre el mercado de carbono para compensar a los países más pobres

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El Enviado Especial estadounidense para
El Enviado Especial estadounidense para temas de Cambio Climático, John Kerry, junto al canciller chino, Wang Yi, durante una reunión conjunta en septiembre. Reuters/Pool.

La Era de lo Imprevisible que estamos viviendo está marcada por la puja entre China y Estados Unidos para ver quién será la potencia dominante en la segunda mitad del siglo. Quien lidere los avances científicos y tecnológicos de los próximos años, estará a la vanguardia. Hoy, el campo de batalla de esta guerra se centra en el cambio climático. No quiere decir que el dominio del Mar de Indochina, la soberanía de Taiwán o la expansión económica china en América Latina y África no estén muy alto en la agenda. Pero la confrontación entre los dos más grandes contaminantes del planeta es crucial para el futuro de todos. Y la COP26 de Glasgow está colocando todas las luces sobre las dos potencias para que se definan si van a priorizar el interés común o continuarán poniendo por delante sus intereses particulares.

El líder chino Xi Jinping ya dio una señal muy clara y nada positiva. No sólo no viajó a Escocia –es cierto que no salió de su país desde el comienzo de la pandemia- sino que a última hora, cuando todo estaba preparado para que hablara a la Convención por videollamada, decidió enviar un magro comunicado escrito.

Joe Biden está en Glasgow. Llegó con su impronta de “campeón del medio ambiente” que mostró durante la campaña electoral e impuso en la Casa Blanca desde que derrotó al negacionista del cambio climático, Donald Trump. Pero fue con las manos vacías. Toda su política ambientalista está basada en dos legislaciones que tiene detenidas en el Senado de Washington por legisladores de su propio partido.

Los planes de Beijing para aumentar la acción climática siguen siendo una incógnita. “Cualquiera que diga que China tiene un plan o bien es Xi Jinping o miente”, afirmó una fuente cercana a las negociaciones. Los funcionarios de la ONU que dirigen la cumbre dicen estar dispuestos a restar importancia a su abstención. “No es un obstáculo insalvable”, dijo uno de ellos a la BBC. Pero el mundo necesita un movimiento significativo por parte del mayor contaminador del planeta. Lo que haga China a continuación es vital para el futuro de la humanidad. La administración Biden, dice que China es el principal reto a largo plazo de su país y lo presiona en temas que van desde derechos humanos al intercambio comercial, pero busca un compromiso en materia de cambio climático. “No es un misterio que China y Estados Unidos tienen muchas diferencias. Pero, en materia de clima, la cooperación es la única manera de liberarnos del actual pacto de suicidio colectivo que tenemos en el mundo”, dijo John Kerry, el enviado de Estados Unidos para el clima, en un discurso reciente.

Activistas de la ONG Oxfam
Activistas de la ONG Oxfam durante una parodia con los principales líderes del mundo en la apertura de la cumbre de Glasgow. REUTERS/Lee Smith

En los últimos meses, Kerry viajó dos veces a China a pesar del enfriamiento de las relaciones. Aunque, en su última visita, el ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, lanzó una advertencia. “Es imposible que la cooperación climática entre China y Estados Unidos se eleve por encima del entorno general de las relaciones entre ambos países”, dijo Wang. Pero poco después, Xi Jinping dio un paso importante al decir en las Naciones Unidas que su país dejaría de financiar el carbón en su bombardeo de construcción de infraestructuras en el extranjero, aunque sigue invirtiendo en casa en esta forma de energía sucia pero políticamente sensible.

Alex Wang, del Instituto Emmett sobre Cambio Climático en la Universidad de California le dijo a la agencia AFP que estas maniobras políticas “no son necesariamente malas” ya que podrían entablar una “carrera a la cima” para ver quién hace más por el planeta. “Mejora la reputación mundial de China aparecer como un actor positivo en materia de clima”, dijo Wang. “Si los líderes de China sienten que se están quedando rezagados, creo que eso provocaría cierta presión para actuar más y tendrían una razón para desoír las voces de las industrias de los combustibles fósiles o del carbón en su país”, dijo.

China logró avances en el establecimiento de energía renovable. Ahora representa más de un tercio de toda la energía solar mundial y es el mayor productor mundial de energía eólica. Pero todavía necesita reducir la demanda de carbón en más del 80% para 2060 si quiere cumplir con sus objetivos climáticos, según la Agencia Internacional de Energía. El problema en ese punto es que China se está enfrentando a un problema grave de escasez de electricidad y Xi Jinping no puede mantener su liderazgo si las máquinas no funcionan y las luces están apagadas.

Los cinco principales contaminantes del mundo (China, Estados Unidos, India, Rusia y Japón) fueron responsables del 60% de las emisiones globales en 2019. Solo China generó casi la misma cantidad de carbono (CO2) que los cuatro países siguientes juntos. Y su producción de carbono sigue aumentando cada año. Las emisiones de China son tan grandes que sus mayores empresas crean más contaminación que naciones enteras.

China Baowu, el mayor fabricante de acero del mundo, emitió el año pasado más CO2 a la atmósfera que Pakistán (está entre los países más contaminantes). Una de sus filiales, China Petroleum & Chemical, contribuyó al calentamiento global el año pasado más que Canadá, que es un peso pesado de las emisiones y ocupa el undécimo lugar entre las naciones que lanzó más CO2 al aire. “Las emisiones de numerosas empresas estatales en los sectores de la energía, el acero, el cemento, el refinado de petróleo y otros grandes sectores emisores equivalen a las de muchas naciones”, afirmó a la agencia Bloomberg, Lauri Myllyvirta, analista del Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio. “Una vez que estas empresas alineen sus inversiones y planes de negocio con el objetivo de neutralidad de emisiones, pueden hacer una enorme contribución, si es que quieren hacerlo”.

Encuentro entre el presidente chino,
Encuentro entre el presidente chino, Xi Jinping, con el presidente estadounidense, Joe Biden, en Beijing en 2013. Xi no viaja a la cumbre de Glasgow. La esperanza de un acuerdo se centra en el mercado de compensaciones del carbono. Lintao Zhang/Getty Images

Estados Unidos tiene la mayor contaminación per cápita del planeta y también mantiene industrias tremendamente contaminantes. Con los datos en la mano desde el año 1990 su nivel de emisiones de CO2 se mantiene alrededor de los 5.000 millones de toneladas de carbono por año. En 2018 tuvo un récord de 5.275 Mt de CO2 a la atmósfera, más del 13% de las emisiones globales. En principio no parecerían cifras devastadoras, pero si dividimos esos datos por su población, Estados Unidos contamina tres veces más por cada uno de sus habitantes que China. Concretamente contamina 16,14 toneladas de CO2 por persona, el doble de lo que emite China por habitante.

De acuerdo a Jacob Stokes del Centro para una Nueva Seguridad Americana, con tantas áreas de tensión entre Estados Unidos y China, un proceso multilateral como la COP26 puede ser más eficaz en cualquier caso que las conversaciones bilaterales. “Ninguna de las partes quiere que se considere que está haciendo esto como una especie de favor a la otra parte”, dijo. Pero hay un punto en el que ambas potencias podrían colaborar y ayudar a reducir notablemente el cambio climático: el mercado de carbono. “Si China decidiera participar, sería un paso muy grande. “Eso enviaría, creo, una señal extraordinariamente fuerte a los inversores y a las empresas de todo el mundo”, explicó Peter Nichols, del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia.

Llegar a un acuerdo sobre un mecanismo basado en el mercado que permita a los países usar compensaciones internacionales de carbono para cumplir los objetivos fijados en el acuerdo climático de París de 2015, es una de las tareas más complejas e importantes a las que se enfrentan los negociadores en esta COP26.

El artículo 6 del Acuerdo de París pretende establecer normas para reforzar la integridad de los mercados de carbono y crear un nuevo mecanismo mundial de compensación de emisiones. La última cumbre fracasó en ese intento. Muchos consideran que los mercados de carbono son una oportunidad para reducir el costo de las emisiones de gases de efecto invernadero y permitir a los países comprometerse con objetivos más ambiciosos. Otros los ven como una forma de paralizar una acción más agresiva para combatirlas. La compensación de carbono consiste en ayudar a financiar una reducción de las emisiones en otro lugar, por ejemplo, evitando la deforestación. Los países que tienen dificultades para cumplir sus objetivos de reducción de emisiones en sus planes nacionales sobre el clima, o que quieren llevar a cabo recortes menos costosos, pueden comprarlos a otras naciones que han hecho reducciones mayores a las comprometidas, por ejemplo, mediante cambios a energías de bajas emisiones de carbono.

La guerra sino-americana es inevitable. La Era de lo imprevisible podría crear una atmósfera más positiva en Glasgow y lograr el milagro de un acuerdo entre las dos potencias para compensar a los menos contaminantes a través del mercado de carbono o alguna otra argucia innovativa que logre consenso en los pasillos de la COP26.

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