Hoy es el día. Después de dos años los líderes climáticos volverán a encontrarse para hablar sobre la acción climática y los esfuerzos que cada uno de sus estados va a realizar para intentar frenar la suba de la temperatura global promedio en 1.5ºC o 2ºC, tal como lo firmaron en 2015 cuando sellaron el Acuerdo de París.
Sin embargo, este encuentro en Glasgow, Escocia no será tan sencillo. En un mundo arrasado en vidas y económicamente por la pandemia aún faltan definiciones. Y de las más importantes. “Bla, bla, bla”, les dijo a los políticos la joven activista Greta Thunberg hace menos de dos semanas. Ella ya está en el Reino Unido con miles de jóvenes que, prometen, harán escuchar su voz.
Infografía: Marcelo Regalado
En estas últimas 48 horas la atención se ha centrado en la financiación del clima con el primer ministro británico, Boris Johnson, tratando de llevar este triunfo luego de la reunión del G20, en Roma. El antiguo objetivo de entregar los 100.000 millones de dólares anuales establecido en París para la financiación climática a las naciones en desarrollo se cumplirá en dos años, según un nuevo plan publicado por el gobierno del Reino Unido. El “informe de entrega”, dirigido por Alemania y Canadá, llegó con retraso, y se expuso a Estados Unidos por debilitar los borradores.
La Alianza de Pequeños Estados Insulares calificó el retraso de “gran golpe para el mundo en desarrollo”. Los expertos en clima también han criticado el retraso por considerar que los países desarrollados muestran una “vergonzosa” falta de compromiso para ayudar a las naciones más pobres.
La desigualdad también estará en primera línea de la COP26, quizás más que nunca. Como señala el experto en financiación del clima Malango Mughogho: “Las disparidades en torno a la distribución de vacunas son un reflejo de las que existen en la financiación del clima”. Por su parte, Saleemul Huq, director del Centro Internacional para el Cambio Climático y el Desarrollo, afirma que la COP26 debe juzgarse en función de la voluntad de los países desarrollados de tomarse en serio la cuestión de las pérdidas y los daños.
También se cuestiona la equidad del cero neto (capturar o compensar las emisiones de gases cada año), como dijo Simon Stiell, Ministro de Clima y Medio Ambiente de Granada: “El cero neto para 2050 es maravilloso, pero para entonces ya habremos desaparecido: las islas bajas estarán bajo el agua. Los huracanes nos habrán arrasado”. Como señala Mohamed Adow, del think tank Power Shift África, los países ricos no pagan las deudas climáticas que tienen con los países más pobres.
Pero cómo juega cada país en este complicado tablero de ajedrez: un grupo de economías emergentes, entre las que se encuentran grandes emisores como India, China, Indonesia y Arabia Saudita, han tildado de injustos los objetivos de cero emisiones antes de la COP26. Según ellos, el nuevo objetivo global no tiene en cuenta la responsabilidad histórica. En su lugar, piden que las naciones desarrolladas se descarbonicen totalmente en esta década, para dar más tiempo a los picos de emisiones en los países en desarrollo.
Por otra parte, los 46 países menos desarrollados pidieron que la equidad climática sea el centro de la COP26, en particular mediante el aumento de la financiación climática, la creación de capacidades y el apoyo tecnológico. También pidieron que se discutieran las amenazas climáticas para la agricultura, ya que el sustento de muchas de estas naciones depende del sector agrícola.
Cumbre de líderes mundiales
Sin embargo, y a pesar de todas estas diferencias, la lista de oradores ya se difundió públicamente. Joe Biden, presidente de los Estados Unidos, hablará mañana, junto con los representantes de Indonesia, Francia, India y Australia. Alemania, Argentina, Japón y Canadá intervendrán el día 2. Debido a su mala salud, la reina Isabel participará en la cumbre a través de una videoconferencia. En su lugar estará el Príncipe Carlos, que hará la apertura.
Luego de años de pedidos y debates Australia adoptará un objetivo no legislativo de cero emisiones para 2050 y llevará a la COP26 una reducción del 30%-35% en el “escenario de emisiones previsto” para 2030. El plan ha sido ampliamente criticado por ser muy dependiente tanto de tecnologías que aún no existen como de compensaciones por compras a otros que reduzcan. Al mismo tiempo el país se ha comprometido a seguir ampliando la industria de los combustibles fósiles. Varios expertos consultados dudan si Australia desempeñará un papel constructivo en la COP26.
China presentó su esperado nuevo compromiso y volvió a anunciar que su pico de emisiones será “antes de 2030″ y que obtendrá un resultado neto de cero emisiones de gases de efecto invernadero “antes de 2060″, objetivos en línea con lo declarado este año por su presidente Xi Jinping. El resto de los países esperaban un poco más.
De India se esperan ambiciosos objetivos de energía renovable, más producción de hidrógeno y la inclusión de objetivos de reducción de emisiones específicos para los vehículos eléctricos. Sin embargo, con los recientes anuncios de cero emisiones por parte de Arabia Saudita y Australia, y con el anuncio de China de que alcanzará su máximo nivel de emisiones en esta década, se espera que la India aumente sus esfuerzos.
India, junto con China y los miembros de los Países en Desarrollo Afines (PMD), también ha apoyado la demanda de que los países ricos se fijen objetivos de emisiones netas negativas mucho antes de los objetivos de mediados de siglo, teniendo en cuenta sus emisiones históricas acumuladas.
En Estados Unidos continúa el esfuerzo legislativo de Biden para el impulso de la industria de las renovables y se ha establecido que la COP26 es una “fecha límite”, y se está tratando de llegar, al menos, a un acuerdo sobre el precio y el contenido de las políticas para finales de octubre. Gran parte de los medios estadounidenses han cuestionado la credibilidad que tendrán Biden y los Estados Unidos en Glasgow si no hay una política para frenar las emisiones y cumplir el objetivo estadounidense de París para 2030, anunciado en abril.
El Congreso americano, en tanto, está a punto de llegar a un acuerdo sobre la estructura principal del proyecto de ley de Biden para reconstruir mejor, que podría suponer un gasto de hasta 600.000 millones de dólares para el clima y las energías limpias. Si sale adelante, Estados Unidos podría aprobar en las próximas semanas la inversión más importante de su historia en energías limpias.
Mientras tanto, el planeta está en código rojo. Los planes actuales presentados ante la ONU significan un aumento del 15,9% de los gases de efecto invernadero para 2030, según revela el último análisis de planes. Esto se traduciría en una suba de 2,7ºC para fines de siglo.
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