¿Qué se juega América Latina en la COP26?

La clave de la región está en la zona amazónica. Brasil asegura que se comprometerá a reducir la deforestación, pero pide mayores subsidios. Argentina y México ofrecen recortes magros de las emisiones de gases contaminantes

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En la Amazonía continúa la deforestación indiscriminada para dar espacio a la cría de ganado.
En la Amazonía continúa la deforestación indiscriminada para dar espacio a la cría de ganado.

Está claro, Brasil tiene la clave para aumentar o disminuir las emisiones de gases que contribuyen al cambio climático. Es el país de América Latina con la mayor extensión de biodiversidad -un 60% del total de Sudamérica-, acompañado de los vecinos que comparten el Amazonas (Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador). El gobierno de Jair Bolsonaro aumentó considerablemente la contaminación a través de la deforestación. De acuerdo a datos del Instituto Nacional de Pesquisa Espacial brasileño, las motosierras derribaron un 74% más de árboles en los primeros mil días tras la asunción de Bolsonaro el 1 de enero de 2019, comparado con los mil días anteriores a su investidura. Desde entonces se incrementa día a día. Como consecuencia, en los dos últimos años, el sur de la Amazonía sufrió una de las peores sequías en 50 años, afectando a Paraguay, Argentina, Bolivia y Uruguay.

Bolsonaro es un negacionista del cambio climático, pero no quiere aparecer como el único villano de la película. No va a asistir a la cumbre de Glasgow, aunque su ministro de Medio Ambiente llevará un pequeño regalito bajo el brazo. El vicepresidente Hamilton Mourao, general retirado y titular del Consejo de la Amazonia, anunció esta semana que Brasil podría anticipar su meta de “deforestación ilegal cero” prevista para 2030 en “uno o dos años”. Claro que pedirá mucho a cambio. Busca que los países más desarrollados y contaminantes compensen al país por las “pérdidas” económicas que puede sufrir por no seguir conquistando tierras amazónicas para la ganadería. En este punto ya anunció Colombia que lo acompañará y también se plegarán los otros amazónicos, incluida Bolivia. “Nuestro país es 50% bioma amazónico. Si hay que preservar el 80% por nuestra legislación y la cooperación mundial para impedir un cambio drástico del clima, son diez Alemanias para preservar. Y por eso debe haber una negociación para ser compensado por ese trabajo a favor del resto de la humanidad”, afirmó Hamilton Mourao en una reunión con corresponsales extranjeros.

Para Sergio Leitao, director del Instituto Escolhas, que realiza estudios sobre el impacto económico predatorio en la Amazonía, “el discurso que llevará Brasil es cruel”. “Brasil sólo pedirá ayuda a la comunidad mundial para cumplir el Acuerdo de Paris, pero al mismo tiempo tiene dinero para prestarle a empresarios ruralistas que talan mediante gigantescos planes de crédito al campo lanzados por los bancos públicos todos los años. El país ya tiene las tecnologías para apuntar a una producción de bajo carbono”, dijo durante una entrevista con la agencia argentina Télam.

Según Leitao, el sector que más gases emite en Brasil es la ganadería, al punto que el país es el principal exportador mundial de carnes procesadas. “En la Amazonía se emiten 145 kilogramos de carbono (CO2) por kilo de carne, cuando en las demás regiones el promedio es 23 kilos”, sostuvo el director de Escolhas, entidad que investiga la contaminación de la minería ilegal y la industria del oro.

Indios de la comunidad Yawalapiti del parque reservado de Xingu, en Brasil, piden la destitución del presidente Bolsonaro por su apoyo a la deforestación de la Amazonía (REUTERS/Ueslei Marcelino)
Indios de la comunidad Yawalapiti del parque reservado de Xingu, en Brasil, piden la destitución del presidente Bolsonaro por su apoyo a la deforestación de la Amazonía (REUTERS/Ueslei Marcelino)

Además, como potencia mundial en biodiversidad, Brasil también llevará su posición de país emergente -que compartirá con la mayoría de la región, incluso con ideologías y posiciones políticas dispares- y dirá, tal como lo anunció el ministro de Economía, Paulo Guedes, que el territorio de su país “agrega el 1,7% a los flujos de contaminación mientras China tiene 30%, Estados Unidos 15% y Europa 15%”.

Argentina también se comprometerá en la COP26 a disminuir las emisiones de gases contaminantes en un 2% con respecto al compromiso anterior. “Esto significará un 27,7% más al presentado en 2016″, aseguró el canciller Santiago Cafiero. La meta argentina consiste en no exceder las 352 megatoneladas de dióxido de carbono lanzadas a la atmósfera para 2030. Hasta ahora, el techo estaba en 359 megatoneladas.

México liderará en Glasgow la posición generalizada latinoamericana de exigir un mayor financiamiento para que los países en desarrollo puedan cumplir con sus metas para frenar el calentamiento global. El canciller Marcelo Ebrard criticó la falta de compromiso de las naciones más ricas en la entrega de fondos para hacer frente al cambio climático. En 2015 hubo una promesa mundial para destinar 100.000 millones de dólares hasta 2020 para impulsar economías menos dependientes del carbón. “El acceso a los recursos no es proporcional, como corresponde a lo que cada país está generando en emisiones. Se anunció que iba a haber 100.000 millones de dólares para ayudar a los países más pobres, pero de ese dinero, que nosotros sepamos, no se ha aplicado nada”, señaló.

“Cada cuatro años que nos reunimos se hacen diferentes anuncios y luego los recursos no los hemos visto. El esfuerzo no es proporcional. En América Latina tenemos que hacer un esfuerzo enorme para acelerar el paso respecto al cambio de origen de energías, electromovilidad, reducir el gas metano, pero nuestra capacidad de acceso a recursos no se puede comparar con la que tiene Estados Unidos y la Unión Europea. Tiene que haber un esfuerzo de acceso a recursos, porque hoy en día no es así”, dijo el ministro mexicano.

México es uno de los países más vulnerables al cambio climático por su posición geográfica. En Veracruz, por ejemplo, se estima que se perdió entre 93% y 97% de sus selvas y bosques, y esto dejó a esa región muy vulnerable a fenómenos meteorológicos extremos, como ocurrió este año con la temporada de huracanes. Y en el norte del país las sequías cada vez son más agresivas. Este año se perdieron buena parte de las cosechas de maíz, alimento fundamental en la dieta de los mexicanos.

Inundaciones en Iztapalapa, México. En el barrio de Allepetlalli el agua llegó a subir cerca de metro y medio. Los barrios más pobres están cada vez más expuestos a los efectos del cambio climático (DANIEL AUGUSTO /CUARTOSCURO.COM)
Inundaciones en Iztapalapa, México. En el barrio de Allepetlalli el agua llegó a subir cerca de metro y medio. Los barrios más pobres están cada vez más expuestos a los efectos del cambio climático (DANIEL AUGUSTO /CUARTOSCURO.COM)

“El compromiso de México ante el Acuerdo de París se compone de metas de mitigación para 2030 de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 22% y de uso de carbono negro en un 51%. Si recibimos apoyo financiero, transferencias de tecnologías y cooperación en el desarrollo de capacidades por parte de la comunidad internacional, esos porcentajes podrían ser de 36% y 70% respectivamente”, especificó la secretaria del gobierno para el medio ambiente. Los ambientalistas mexicanos no están de acuerdo. “México no es una economía de baja renta, somos el emisor de gases de efecto invernadero número 13 del mundo. Sin políticas de cambio climático adecuadas estaremos en 2030 con emisiones que pueden ser mayores a las del Reino Unido o Alemania o similares a las de Japón”, advirtió Jorge Villarreal, director de política de la Iniciativa Climática de México (ICM).

Según el Acuerdo de París, cada país puede elegir el ritmo al que reducen las emisiones de gases contaminantes, pero deben actualizar sus planes de acción. En Latinoamérica, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Guatemala y El Salvador no presentaron esos informes. “Todos los países deben incrementar la ambición. América Latina depende de su responsabilidad”, aseguró Manuel Pulgar-Vidal, ex ministro de Medio Ambiente de Perú que ahora trabaja para WWF Internacional. “El éxito de la COP dependerá del entendimiento de los países sobre cómo se desarrolla la economía global”, dijo. Y especificó que algunas de las principales deudas de la región en cuanto a acción climática son la dependencia casi total de los combustibles fósiles; escasez de iniciativas de electrificación del transporte, a excepción de Chile y Costa Rica, e incremento de tasas de deforestación en países como Brasil y Bolivia.

La región mantiene también un peligro latente. Los incendios asociados a la deforestación de áreas extensas de la Amazonía pueden diseminar a los entornos urbanos diversas enfermedades transmitidas por virus, parásitos, bacterias y otros vectores. Entre esas enfermedades están la fiebre amarilla, dengue, zika y chikungunya, pero también otras menos conocidas, como las fiebres oropouche y mayaro, explicó un panel internacional de investigadores en un informe publicado en la revista Travel Medicine and Infectious Diseases. Según los expertos, los incendios forestales fuerzan el desplazamiento de insectos portadores de agentes infecciosos, pero cuando son de gran magnitud, progresivos y persistentes pueden cambiar la distribución geográfica de los vectores de esas enfermedades.

“A medida que aumente la temperatura, aumentará también la frecuencia y la gravedad de estos eventos”, explicó la científica argentina Carolina Vera, vicepresidenta de uno de los equipos de trabajo del Grupo Intergubernamental de Expertos para el Cambio Climático (IPCC) de la ONU. A nivel global, “una ola de calor que antes se producía una vez en 50 años, ocurre ahora cinco veces más frecuentemente; con un calentamiento de 1,5 grados, ocurriría 8,6 veces más; con un calentamiento de 2 grados, 14 veces más”, dijo. Y alertó: “En la región del norte de Sudamérica, que incluye el Amazonas, la temperatura de esas olas de calor sería en promedio 1 grado más alta con un calentamiento global de 2 grados”.

Históricamente, la región de América Latina y el Caribe es una de las que menos contribuyó al cambio climático; sin embargo, es una de las regiones más vulnerables a sus consecuencias. Y lo estará cada vez más. La Pandemia dejó a nuestros países con economías muy débiles. En ese sentido, la COP26 trae la esperanza de que se aumente el financiamiento y se abran los mercados de carbono para subsidiar la transformación tecnológica que tanto necesitamos.

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