El papa Francisco y docenas de líderes religiosos firmaron una petición conjunta a los gobiernos de que se comprometieran a ambiciosos objetivos en la próxima cumbre climática de Naciones Unidas. También prometieron hacer su parte para guiar a sus fieles hacia un comportamiento más sostenible.
“Hemos heredado un jardín, no debemos dejar un desierto a nuestros hijos”, dijo la petición, firmada en una ceremonia formal en el Palacio Apostólico por cerca de 40 líderes religiosos y una decena de científicos, antes de ser presentada al presidente designado de la COP26, Alok Sharma, y al ministro italiano de Asuntos Exteriores, Luigi Di Maio.
Para los líderes religiosos, cuidar el entorno es un imperativo moral para preservar la creación divina para futuras generaciones y apoyar a las comunidades más vulnerables al cambio climático. Es un argumento que Francisco ha repetido, y que detalló en su encíclica “Alabado sea” de 2015.
“Fe y ciencia: Una petición para COP26″ es una nueva iniciativa para recabar impulso e indignación de cara a la cumbre del 31 de octubre al 12 de noviembre en Glasgow, Escocia. Sigue a la cumbre juvenil de Milán de la semana pasada y a una petición anterior de tres líderes cristianos: Francisco; el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, y el líder espiritual de la mayoría de los cristianos ortodoxos del mundo, el patriarca ecuménico Bartolomé I.
El lunes se les sumaron los líderes de otros grupos religiosos que representaban a musulmanes suníes y chiíes, judíos, hindúes, budistas, taoístas, jainas y sijs, entre otros.
Una ausencia llamativa era la del Dalai Lama. El Vaticano excluye al líder espiritual tibetano de actos interreligiosos desde hace años para no enojar a Beijing, y una petición dirigida a grandes contaminantes como China no fue una excepción.
En el documento, los firmantes piden “que el mundo llegue a cero emisiones netas de carbono lo antes posible para limitar el aumento de la temperatura media mundial a 1,5 grados por encima de los niveles preindustriales”.
También instan a las naciones más ricas y con mayores responsabilidades “a que tomen la iniciativa intensificando su acción climática en casa y apoyando financieramente a los países vulnerables para que se adapten y hagan frente al cambio climático”.
Además, piden a los gobiernos “aumentar su ambición y la cooperación internacional en la transición hacia la energía limpia y las prácticas sostenibles de uso de la tierra, los sistemas alimentarios ecológicamente racionales y la financiación responsable”.
La cumbre de Glasgow aspira a conseguir compromisos más ambiciosos para limitar el calentamiento global por debajo de dos grados Celsius, e idealmente por debajo de 1,5 grados Celsius en comparación con niveles preindustriales. El acto también pretende movilizar financiamiento y protección para comunidades vulnerables y hábitats naturales.
Se espera que el Papa asista al evento, aunque el Vaticano no ha confirmado su presencia aún.
El evento en el Vaticano fue organizado de forma conjunta por la Santa Sede y los dos países que lideran las iniciativas en torno a la cumbre de Glasgow: la anfitriona, Gran Bretaña, e Italia, que ahora lidera el Grupo de los 20.
El obispo Frederick Shoo, presidente de la Iglesia luterana de Tanzania, citó a Martín Lutero al describir su vocación de plantar árboles en el monte Kilimanjaro, lo que le ha valido el apodo de “obispo de los árboles”. “Incluso si supiera que moriría mañana (...) plantaría un árbol hoy”, dijo Shoo, parafraseando a Lutero, que en el siglo XVI rompió con la Iglesia católica.
Francisco llegó con Bartolomé a la Sala de las Bendiciones y después saludó a cada uno de los delegados mientras un cuarteto de cuerda tocaba “Las cuatro estaciones” de Vivaldi. Normalmente Francisco no utiliza mascarilla en el Vaticano, pero el lunes utilizó una, como hicieron el resto de delegados.
Se esperaba que leyera un extenso discurso, pero en su lugar ofreció una breve bienvenida y después dio la palabra a otros. Comenzó el jeque Ahmad al-Tayyeb, imán del centro de enseñanzas suníes Al-Azhar en El Cairo. Al-Tayyeb instó a los jóvenes musulmanes y académicos religiosos a “hacer su deber religioso” asumiendo la responsabilidad en la crisis.
El evento fue una reunión global de líderes de diferentes credos, casi todos hombres e incluidos algunos que rara vez están presentes en el mismo lugar debido a arraigadas diferencias teológicas. Allí estaba el patriarca de Estambul, Bartolomé, que pidió un diálogo continuado y firmó una petición junto al patriarca Hilarion de la Iglesia ortodoxa rusa, que empleó su discurso de dos minutos para pedir arrepentimiento por el daño ya causado.
“Debe recordarse que la situación ecológica actual ha sido causada, entre otros factores, por el deseo de algunos de beneficiarse a expensas de otros, así como por el deseo de enriquecimiento injusto”, dijo Hilarion.
También estuvo presente en el acto el gran imán Ahmed al Tayeb, jeque de Al Azhar, la institución suní de referencia en Oriente Medio, quien instó “a todos los jóvenes, sea cual sea su religión, a estar preparados para enfrentar cualquier actividad que dañe el medio ambiente” y “a los eruditos religiosos a asumir la plena responsabilidad de la crisis”.
En su petición, los líderes religiosos imploraban a líderes políticos que adopten medidas para limitar el calentamiento global, y que los países responsables en mayor medida de las emisiones de efecto invernadero proporcionen “apoyo financiero sustancial” a las comunidades más vulnerables.
Por su parte, ellos prometieron fomentar iniciativas culturales y educativas de concienciación medioambiental e instar a sus fieles a llevar estilos de vida más sostenibles.
En su discurso, Welby dijo que en los últimos 100 años, la humanidad ha “declarado la guerra” a la creación, y ahora debe mostrar arrepentimiento no sólo construyendo una economía más verde, sino llevando justicia al sur global. “Me he quedado sin tiempo”, dijo Welby al final. “El mundo tiene apenas el tiempo justo para corregir esto”.
(Con información de AP, EFE, AFP)
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