Las emblemáticas tortugas gigantes de Galápagos han desarrollado resistencia a diferentes tipos de antibióticos debido a su exposición prolongada a zonas intervenidas por el ser humano. Los antibióticos de uso veterinario que estas bacterias son capaces de resistir incluyen la penicilina, oxitetraciclina, gentamicina, eritromicina y estreptomicina.
Así lo determinó una investigación publicada en la revista Environmental Pollution llevada a cabo por científicos de la Fundación Charles Darwin (FCD), la Universidad Complutense, el Zoológico de Saint Louis y la Universidad Europea de Madrid en conjunto con la Dirección del Parque Nacional de Galápagos (DPNG) y el Centro de Investigación en Sanidad Animal (CISA).
Los investigadores encontraron Genes Resistentes a los Antimicrobianos (ARG), por sus siglas en inglés, en las tortugas gigantes de Galápagos encontradas en tanto la Isla Santa Cruz y en la Isla Isabella, en aquellas tortugas que residían en el Volcán Alcedo. No obstante, se encontró que las tortugas con mayor contacto con comunidades humanas, como las estudiadas en la Isla Santa Cruz, presentaban una mayor incidencia de estos genes en contraste de aquellas estudiadas en el Volcán Alcedo.
También se concluyó que existe una correlación positiva entre la actividad humana y la presencia de ARG en las tortugas gigantes en libertad de la Isla Santa Cruz dado se encontraron resultados completamente distintos siguiendo la misma metodología en las áreas menos intervenidas por el ser humano y en reservas naturales.
Las áreas registradas como las más afectadas fueron granjas, lugares altamente frecuentados por seres humanos o cerca de carreteras, las mismas que corresponden con áreas donde se encontraron tortugas que se habrían alimentado de plástico, desechos humanos o de campos de pastoreo para ganado vacuno. Por otra parte, las zonas menos afectadas fueron reservas turísticas, donde no se permiten actividades como la ganadería.
Según se indica en el estudio, las tortugas afectadas corresponden a aquellas que viven en libertad y que, en consecuencia, siguen su recorrido de migración parcial cada año, lo que las lleva a residir cerda de zonas pobladas por seres humanos cerca de seis meses al año. Se presume que la exposición por largos períodos de tiempo a alimento y agua contaminada con bacterias multiresistentes podrían ser la principal causa de infección de las tortugas en estas zonas, lo que también podría afectar la salud de los seres humanos que interactúan con estos animales.
Según el estudio, la resistencia a los antimicrobianos podría darse por factores como el consumo de antibióticos para uso veterinario, médico y agrícola o podría darse por el contacto con comunidades microbianas de diferentes especies animales huéspedes, así como factores ambientales y climáticos que podrían favorecer la proliferación de bacterias resistentes. Además, los autores no descartan el rol de las aves migratorias en la diseminación de las bacterias resistentes en distintos sectores de las islas.
El porcentaje de tortugas infectadas en estas áreas sumaría el 34% de la población de esas zonas. Estos hallazgos se suman a otros estudios sobre Resistencia Antimicrobiana (AMR) que exponen que el 11,1% de aves marinas de la Isla Fernando en el Archipiélago de Noronha en Brazil, también ocupada por seres humanos, están infectadas con estas bacterias. Además, se encontró que el 43% de vida salvaje que reside en paisajes de antropización en Chile también se encuentra afectada por genes resistentes a los antimicrobianos.
Esto convierte a los animales en contaminantes ambientales, así como en bioindicadores de la salud de sus ecosistemas. Por ello, la Dra. Ainoa Nieto Claudín, primera autora de la investigación, indica que “es fundamental continuar con estudios de este calibre en especies emblemáticas, como las tortugas gigantes, para comprender mejor cómo se propagan estas bacterias resistentes y buscar soluciones a una crisis global que amenaza la salud de personas y animales”. Esto porque los antibióticos, al ser medicamentos que eliminan o inhiben el crecimiento de las bacterias, son parte fundamental de la medicina moderna, y si estos dejan de ser efectivos nos estaríamos enfrentando a una crisis de salud pública global. En la actualidad, alrededor del 70% de bacterias que causan infecciones hospitalarias son resistentes a los antibióticos y, según la OMS, para 2050 la resistencia a los antibióticos será la mayor causa de muerte en el planeta.
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