A finales de 2020 el gobierno de Dinamarca informó que abandonaría la exploración de nuevos sitios de donde extraer petróleo y gas en el mar del Norte. Dado que el país es el mayor productor de la Unión Europea, el anuncio fue tan notable como que cesará totalmente la producción de combustibles fósiles en 2050. Como parte de un plan de transición a nuevas energías limpias, los daneses construirán una isla artificial del tamaño de casi 20 estadios de fútbol a unos 80 kilómetros al oeste de la península de Jutlandia, rodeada por enormes turbinas eólicas.
Este centro de energía almacenará y distribuirá la electricidad que produzcan los aerogeneradores, que inicialmente serán 200 pero se podrán multiplicar hasta 600. Es decir que la superficie actual de la isla podría crecer de 120.000 kilómetros cuadrados a casi 430.000, y los hogares alimentados de este modo, de tres a 10 millones.
El proyecto, un emprendimiento público y privado con mayoría estatal, “es el resultado de un acuerdo entre el gobierno socialdemócrata y ocho partidos más, y constituirá el mayor proyecto de construcción en la historia de este país nórdico”, detalló EFE, con un costo de € 28.231 millones (alrededor de USD 34.200 millones). “Este es un gran momento para Dinamarca y para la transición verde global. Esta decisión marca el inicio de una nueva era de producción de energía renovable en Dinamarca y en el mundo”, dijo el ministro de Clima, Dan Jørgensen.
Dado que el centro está lejos de la costa, las turbinas pueden ser más grandes que las que se instalan en tierra, y por eso llegar a velocidades de vientos más altas. Cuando se instalen unas baterías enormes, el centro podría guardarla y enviarla en la medida en que se la necesite. Por la envergadura de este primer nodo de energía limpia del mundo, también podrá producir combustible.
Apenas se logre bajar el costo de la energía eólica, “se puede hacer hidrógeno verde de valor competitivo y con cero impacto ambiental”, dijo a Fast Company Patrick Molloy, de RMI, una organización sin fines de lucro dedicada a las energías limpias. El hidrógeno se obtiene al dividir moléculas de agua con corriente eléctrica, y cuando la electricidad es renovable se considera que el hidrógeno es ecológico. También se puede usar para hacer amoníaco, un gas que se puede emplear en los barcos de carga en lugar de los combustibles fósiles: actualmente se están desarrollando naves con esa tecnología y se espera que estén en funciones en los próximos años.
Molloy agregó que incluso los aviones podrían utilizar hidrógeno ecológico o un combustible sintético que lo combine con dióxido de carbono capturado de la atmósfera. Su potencial es mayor: se podría usar en pilas de combustible para vehículos o plantas industriales, e incluso podría reemplazar el gas natural en los hogares. “Ofrece una vía para que nos alejemos de los combustibles fósiles y avancemos hacia soluciones de emisiones cero en sectores que hasta hace muy poco parecían difíciles de alcanzar”, dijo el experto.
Una vez que el nodo comience a enviar combustible líquido a Dinamarca y otros países vecinos mediante cables submarinos, se comenzará la construcción de un segundo centro de energía eólica, en la isla de Bornholm. “Cuando los dos centros energéticos funcionen a su máximo rendimiento, la capacidad instalada multiplicará por siete la actual capacidad de energía eólica marina de Dinamarca”, pronosticó EFE.
El proyecto anunciado es uno de los muchos elementos que aúna el plan de Dinamarca para reducir velozmente las emisiones, ya que por ley el país aspira a que en 2030 sean 70% menores a lo que eran en los noventa. Ese sería el primer paso hacia convertirse en un país de emisiones cero en 2050.
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