Cerca de un centenar de ballenas piloto o calderones murieron varadas en el sur de las lejanas islas de Chatam, al sur de Nueva Zelanda, anunciaron el miércoles las autoridades encargadas de la preservación de la biodiversidad.
La mayoría de estos cetáceos quedaron varados en las playas de este archipiélago situado a unos 500 km al este de la isla del Sur, lo que complica las operaciones de salvamento, según el ministerio de biodiversidad.
Debido a las dificultades para acceder a la playa West donde se quedaron varados los mamíferos marinos muertos, 97 ballenas piloto y tres delfines, y otros problemas que afrontó el operativo, los primeros equipos de rescate no pudieron llegar a tiempo para salvarles la vida.
Jemma Welch, que trabaja en el ministerio, dijo que 69 ejemplares estaban ya muertos cuando llegaron las autoridades encargadas de la protección de la fauna salvaje.
“Sólo 26 de las ballenas estaban vivas en ese momento. La mayoría de ellas parecían muy cansadas y por ello fueron sacrificadas”, explicó la guardaparques gubernamental, al agregar que se temía que estos animales iban a ser víctimas de los tiburones blancos que podrían haber sido atraídos por el incidente.
Welch explicó que las autoridades se vieron obligadas a tomar una decisión así debido al fuerte oleaje y a la práctica seguridad de que este varamiento iba a atraer a grandes tiburones blancos.
Durante el operativo, representantes maorís realizaron el domingo una ceremonia tradicional para rendir homenaje a los espíritus de las ballenas, cuyos cadáveres se dejarán en la playa para que se descompongan de forma natural.
Estos hechos son comunes en las Islas Chatham, donde en 1918 ocurrió el mayor varamiento registrado cuando unas 1.000 ballenas piloto quedaron atrapadas en ese remoto lugar.
Aunque los científicos llevan estudiando estos varamientos desde hace décadas, todavía se desconocen las razones que llevan a los cetáceos a esta forma de suicidio. Según los investigadores, los globicéfalos podrían desviarse siguiendo a un miembro del grupo enfermo. Las condiciones metereológicas o la presencia de depredadores podrían también llevarlos a desviarse de su itinerario.
El calderón puede alcanzar hasta seis metros de largo y es una especie muy extendida en las aguas neozelandesas.
(Con información de AFP y EFE)
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