¿Será que no hará falta imaginar un mundo sin Venecia? Las noticias del fin de semana pasado mostraron la instalación de paneles gigantes para frenar las inundaciones que ahogaron a la capital cultural en los últimos veranos. Ese paisaje loco soñado por algún emperador romano -mucho antes de que se desatara la revolución industrial que alteró para siempre la temperatura del planeta- sigue siendo caso testigo de la acción humana sobre la naturaleza y de la necesidad de reinventar la vida en las ciudades. Las ciudades: estos hormigueros donde se produce y concentra riqueza y, a la vez, desde donde se emiten el 70% de los gases de efecto invernadero. La sombra del cambio climático nos moja los pies mientras la revolución tecnológica marca una salida de emergencia hacia el futuro, pero no la única.
El Covid 19 visibiliza la urgencia de entender y actuar frente a los nuevos desafíos ambientales. Pensar esta crisis es uno de los ejes del programa de la Beca Cosecha Anfibia. En conversación con tres expertas, trazaremos el nuevo mapa global, las nuevas fronteras físicas, políticas, geográficas, geológicas, meteorológicas, urbanas, temporales. Ellas son Vandana Shiva (India), Inés Camilloni (Argentina) y Anabella Rosemberg (Argentina); abordan el tema desde diferentes perspectivas, trayectorias y experiencias. Porque así como no hay un solo feminismo, no hay un solo ecologismo. Están los apocalípticos (“sólo nos quedan 10 años”), los integrados (que apuestan a la geoingeniería), los éticos (“como país, ¿tenemos que apoyar la captura de carbono?”), los veganos (”si dejamos de consumir carne se reducen las emisiones por uso de la tierra”), los ciudadanos comprometidos (“en mi casa ahora todo es eléctrico”).
--¡El mundo depende de la ciencia!- dijo en una entrevista por zoom Adrián Paenza cuando el Coronavirus comenzaba a viralizarse en América.
Desde la academia, la ciencia y los activismos, todos coinciden en algo: el desafío está en la pospandemia. El ambiente está jaqueado, y América Latina será una de las zonas perdedoras. La cuestión ambiental, entonces, es una factor fundamental e inseparable de las desigualdades y los conflictos sociales del porvenir.
Entonces: cuáles son las alianzas necesarias para divulgar conocimiento científico, incidir en el diseño de políticas realistas y argumentar el valor del cambio cultural. ¿Cómo hizo Uruguay para desarrollar de forma estructural la energía eólica? ¿Qué beneficios registra Chile al transicionar al transporte público eléctrico? ¿Cómo negocia Costa Rica con los lobbies ganaderos para retirarle el apoyo a esa producción y reforestar a gran escala? ¿Qué tienen que ver las impresoras 3D con otro mundo posible? ¿Qué es la economía circular? ¿Qué es el “derecho al sol”?
El periodismo y las organizaciones civiles de nuestra región tenemos el desafío de generar contenidos con bajada y contexto local. Mostrar cómo los eco-gestos a nivel micro están conectados con las luchas globales contra el cambio climático. Tenemos la obligación de superar los títulos catástrofe que paralizan a la población y generar impacto, sí, pero a través de formas y contenidos estratégicos que documenten, informen e incomoden sobre el acontecimiento.
Vandana Shiva: Física y gurú contra el ecocidio
Con la pandemia del Coronavirus Vandana Shiva salió del closet: ella es una histórica referente del activismo académico y territorial. Es física experta en teoría cuántica, filósofa y escritora. Desde hace años se destaca en los rankings de personas influyentes. En 1993 le dieron el Premio Nobel Alternativo. La gurú hindú lleva 40 años viviendo y divulgando el ecofeminismo, la soberanía alimentaria, la libertad de semillas, la desurbanización, la bioética. Ella toda -en palabras, en acciones- invita a repensar la visión del mundo. Por eso tiene, también, tantos detractores.
Nació en un valle del Himalaya. Aprendió el poder de la acción social a través de sus padres, miembros del movimiento independentista. Y de Gandhi, el camino de la no violencia. “Estamos llegando a un nuevo nivel dentro del capitalismo. Será un capitalismo de vigilancia y control”, dice hoy. Su recorrido local es testimonio de medio siglo de historia global: la expansión del lado oscuro del sistema, los monocultivos, la complicidad de la política con la especulación financiera, los acuerdos internacionales de libre comercio, el desplazamiento de los modos de producir alimentos y de las personas que atesoran ese saber sustentable y ancestral.
“No fue el posgrado, no fue el máster, fueron las mujeres campesinas las que me enseñaron todo lo que sé”, repite cada vez que puede. Mientras escribe papers participa de colectivos por el medio ambiente. Una de sus primeras acciones fue Chipko, una organización creada en los 70 para impedir la deforestación del Himalaya. Una década después inauguraba otra de sus huellas más profundas: desde 1982 está al frente la Fundación para la Investigación Científica, Tecnológica y Ecológica.
Inés Camilloni: “Si no lo hacen los políticos, lo haremos los científicos”
Inés Camilloni es directora de la Maestría en Ciencias Ambientales (UBA) y pensadora crítica de los escenarios climáticos futuros. Entiende que hay que cambiarlo todo, y ya: porque no nos queda tiempo y porque las consecuencias serán irreversibles. Es una divulgadora incansable: el cambio climático y la emergencia política, las energías limpias, la alfabetización científica, la responsabilidad ecológica y la militancia ambiental son sus principales temas.
Hace dos años participó de una experiencia histórica. Fue la única científica argentina invitada a elaborar el IPCC Report, el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. Por primera realizaba su investigación a pedido de los gobiernos, que se mostraron abiertos a informarse sobre el consenso científico global y entender las alarma. “Ahora los gobiernos tienen la obligación moral de tomar nota de los resultados del informe que ellos mismos. Si el cambio no lo hacen ellos, lo haremos nosotros, los científicos”, dijo en un programa radial Camilloni, coautora de La Argentina y el cambio climático. De la física a la política.
Anabella Rosemberg: no hay progreso social sin protección ambiental
El Covid 19 adelantó los tiempos y la pregunta por el futuro energético. El derrumbe de los precios del gas y el petróleo es la última estocada de una serie de cuestionamientos realizados por movimientos sociales, organismos internacionales y Estados del Sur Global, que incluyen impactos climáticos, problemas de abastecimiento y conflictos políticos y bélicos. ¿Sobre qué pilares se están discutiendo los lineamientos energéticos de los próximos años? ¿Cómo será el futuro de la electromovilidad? ¿Cuál es el lugar de alternativas como el litio o el hidrógeno? La transición de un sistema a otro implica debates mucho más amplios que los de la producción y el consumo de energía. Se deben discutir también políticas públicas, alianzas geopolíticas, desarrollos tecnológicos. Y en esa mesa lxs trabajadorxs ocupan un lugar central.
Anabella Rosemberg conoce de eso. Nació el 5 de junio -Día Mundial del Medio Ambiente- de 1980 en Bahía Blanca, y durante más de una década fue responsable de desarrollo sostenible y salud laboral de la Confederación Sindical Internacional, una organización que representa a más de 168 millones de trabajadores nucleados en 300 centrales sindicales de 155 países. En esos años se dedicó a fortalecer y articular “desde abajo” narrativas, políticas y acciones concretas para una Transición Justa. En el campo de batalla para avanzar hacia un desarrollo sustentable planteó una lucha fundamental, central en estos días: la transformación no puede ser a costa de los trabajadores y trabajadoras. Y de igual modo, el progreso social no puede darse sin protección ambiental. Por eso, aclara: “La cuestión ambiental no puede ser una cuestión de una elite. No puede ser parte de nuestro imaginario ocuparnos de lo ambiental una vez que resolvemos otras necesidades. Porque sabemos que esta degradación afecta primero a aquellos que menos tienen”.
Desde 2018 Rosemberg es Directora de Programas de Greenpeace International. En estos dos años ha trabajado otra dimensión de la pregunta por qué hacer frente al cambio climático: la necesidad de romper con la oposición binaria entre iniciativas individuales y acciones colectivas y sistémicas. En el hilo que une lo micro y lo macro tal vez se pueda encontrar una alternativa al desconocimiento y desinterés, y a la inacción frente a la angustia del porvenir. Sobre esto, y sobre la disputa por que en nuestro futuro sean las necesidades sociales y ecológicas las que transformen el sistema económico y no al revés, hablará en la Beca Cosecha Anfibia.
*Editores de Revista Anfibia, tutores de los 16 becarios elegidos por el jurado
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