La lucha de las ciudades latinoamericanas contra el cambio climático: "La adaptación tiene que estar enfocada en los más pobres"

Manuel Fuentes, director del Programa Internacional de Cooperación Urbana de la Unión Europea para América Latina y el Caribe, dialogó con Infobae sobre las políticas necesarias para impulsar un desarrollo más sustentable, los avances y las deudas pendientes de las urbes de la región y la necesidad de un cambio de hábitos de los ciudadanos

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Una cartel pide el fin de la “injusticia climática” (Jon Tyson via Unsplash)
Una cartel pide el fin de la “injusticia climática” (Jon Tyson via Unsplash)

Olviden a Bolsonaro. Si las catástrofes ambientales golpean zonas como el Amazonas la culpa es —también— de quienes vivimos en las ciudades. "Es que las ciudades son las mayores emisoras de gases de efecto invernadero", dice Manuel Fuentes, director del Programa Internacional de Cooperación Urbana de la Unión Europea para América Latina y el Caribe (IUC-LAC) y un reconocido experto en energías renovables, cambio climático y desarrollo urbano sustentable. "Así, el calentamiento afecta a las zonas rurales, lo cual genera problemas de salud y de seguridad alimentaria a escala global, porque las ciudades son además las mayores demandantes de materias primas".

Estos y otros temas estuvieron en el centro debate en el 4° Taller de Capacitación para Ciudades de América Latina del IUC-LAC que concluyó la semana pasada en la ciudad argentina de Corrientes. El encuentro, del que Fuentes estuvo a cargo, busca promover una activa participación de las ciudades en la lucha global contra el cambio climático y alinear así sus estrategias de compromisos y metas de los respectivos países asumidos en el Acuerdo de París de 2015.

"La idea es que las ciudades de América Latina y de Europa puedan generar sinergias y compartir experiencias para resolver problemas comunes", explica.

—El 55% de la población mundial vive en áreas urbanas, un porcentaje que se espera aumente al 68% para 2050, según la ONU. ¿Ante estos datos, cuáles son las políticas públicas que las ciudades pueden implementar para impulsar un desarrollo más sustentable?

—Las políticas tienen que incentivar el uso del transporte público y la movilidad sustentable. Ejemplos son el metrobús, los subtes, autopistas para bicicletas. En el tema de los residuos, en cambio, es fundamental incentivar un sistema que impulse el reciclaje y la economía circular.

—¿Cuál es el mayor obstáculo que enfrentan las ciudades latinoamericanas cuando hablamos de desarrollo sustentable y lucha al cambio climático?

—El problema más importante es institucional. En primer lugar, es difícil que el intendente, por más que sea ambientalista, pueda imponer una agenda climática en su gestión, porque por la naturaleza de su trabajo tiene siempre que atender algún problema más urgente. En segundo lugar, está el desafío de cómo financiar el plan de acción climática. Ese es un problema angustiante. Los municipios tienen sus partidas asignadas, muchos de ellos no contemplan al cambio climático. Entonces por más que el intendente quiera, muchas veces no puede. Parte de nuestro trabajo es ayudar a subsanar ese tipo de problema.

Manuel Fuentes, a la izquierda, durante el evento en la ciudad argentina de Corrientes
Manuel Fuentes, a la izquierda, durante el evento en la ciudad argentina de Corrientes

—Es que en el contexto de nuestra región, donde desigualdad y pobreza siguen siendo deudas pendientes, algunos podrían decir que la lucha al cambio climático no es un tema tan prioritario. ¿Son realmente cuestiones en conflicto?

—Hay municipios que están sumergidos en la pobreza y la supervivencia es el tema angustiante, es cierto. Ahora: esa misma pobreza hace que la gente vaya a vivir donde no debería vivir, por ejemplo un cañadón que se inunda debido a una lluvia excepcionalmente fuerte, y al inundarse arrasa con todo, causando la muerte de varias familias. Frente a esto, tal vez no podamos evitar que las personas vivan en esos lugares —porque no tienen otro lugar o no tenemos recursos para un plan habitacional— pero sí podemos tomar medidas para adaptar las ciudades y hacer que las personas estén a salvo. Ese es el tema de la cuestión: el cambio climático lo sufren los más pobres. Y por eso, la adaptación al cambio climático tiene que estar enfocada a la parte más vulnerable de la población, que es la más pobre. Entonces, es cierto: ¿por qué gastar en cambio climático y no en sacar a la gente de la pobreza? Bueno, yo pienso que son dos caras de la misma moneda.

—En América Latina ¿cuáles son las ciudades que más están haciendo para ser más sustentables y adaptarse a los desafíos que plantea el cambio climático?

—Ciudades como Curitiba y Medellín son nuestros casos emblemáticos. También hay varios proyectos en el tema de movilidad, un problema enorme de toda América Latina, y en ese campo se destacan Bogotá, que está creando autopistas para ciclistas, Santiago, que está electrificando sus sistema de metrobuses, y Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, donde se han hecho muchísimos metrobuses. Me parece que nuestro continente está buscando soluciones. No es fácil, porque no los recursos financieros no abundan y los problemas son muchos. Pero tenemos buenos ejemplos y con los europeos hemos podido trabajar de igual a igual.

Medellín es uno de los ejemplos destacados de innovación en temas de movilidad urbana
Medellín es uno de los ejemplos destacados de innovación en temas de movilidad urbana

—Las ciudades argentinas que presentaron sus "planes de acción climática" —Monte Buey, Godoy Cruz, Caseros, Camilo Aldao, Venado Tuerto, San Antonio de Areco, Chacabuco y Arteaga— ¿qué proponen?

—Hay un poco de todo: energías renovables, eficiencia energética, manejos de residuos, medidas de transporte. La verdad es que uno no descubre la rueda, no hay nada revolucionario. Y esto es lo que vinieron a mostrar: cómo abordan el tema de acuerdo a su marco institucional y su cultura. Un ejemplo: la eficiencia energética de los edificios públicos. Los mendocinos muestran cómo aíslan sus edificios públicos; los del Norte, en cambio, muestran cómo utilizan la circulación de aire para que se pueda usar menos refrigeración. Lo mismo ocurre con las medidas de adaptación: algunas se enfocan en las inundaciones, otras en la desertificación. Cada entorno tiene su problemas.

—Las políticas públicas deben ser acompañadas por la colaboración de la ciudadanía. En ese sentido, ¿qué papel juega el cambio de hábitos de los ciudadanos?

—Si no hay un cambio cultural, las políticas públicas no van a lograr nada. Es fundamental que el ciudadano tome la iniciativa. Es el consumidor quien tiene que exigir que dejen de usarse de forma indiscriminada plásticos que tardan centenas en degradarse. Es el ciudadano el que tiene que dejar de usar un auto por habitante y en cambio compartir el vehículo, usar una bici, usar el subte. Las personas tienen que salir de su zona de confort y pensar que ese pequeño ahorro puede generar un gran impacto.

—De acuerdo a su experiencia, ¿es más difícil convencer a la población a cambiar sus hábitos o a los gobiernos a impulsar políticas más sustentables?

—Aunque me da tristeza decirlo, es más difícil convencer a la población. La población está muy acostumbrada a un tipo de vida, de consumo, vive de espaldas al medio ambiente. No nos damos cuenta de lo que hacemos. No nos damos cuenta lo que implica cargar nuestro tanque de nafta. No nos damos cuenta cuando vamos al supermercado y usamos diez bolsas de plástico. Cuando prendemos el aire acondicionado y lo ponemos a 18 grados. Un cambio de hábito es fundamental.

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