Grandes pesqueros de diversas nacionalidades depredan el Océano Austral cada vez más cerca de la península Antártica, superponiéndose con los lugares donde anidan o se alimentan pingüinos, ballenas y focas, entre otras especies. El objetivo primordial es la pesca de krill, un pequeño crustáceo que, además de estar en la base de la cadena alimentaria en el ecosistema austral, es codiciado por su alto contenido de Omega 3 y antioxidantes esenciales para la salud.
En diálogo con DEF, Sandra Vivequin, bióloga, investigadora del Instituto Antártico Argentino, explicó la importancia que este animal tan pequeño tiene para el conjunto del ecosistema antártico y la peligrosa explotación de la que ha sido víctima en las últimas décadas.
-¿Puede precisar la importancia del krill?
-El krill –nombre vulgar de un crustáceo semejante a un langostino, cuya longitud máxima es de aproximadamente 60 mm– se encuentra en el océano en grandes concentraciones denominadas "SWARMS" y se mueve gracias a las corrientes marinas, olas y vientos. Se reproduce de enero a marzo y vive un promedio de tres años, aunque está comprobado que en acuarios puede extenderse entre seis y ocho. Esta especie es clave en el ecosistema antártico, dado que es el principal alimento de aves (pingüinos y albatros, entre otras), mamíferos marinos (ballenas, foca de Weddell, foca cangrejera, lobo de un pelo etc.), calamares y peces, para muchos de los cuales representa entre el 80 % y el 90 % de su alimentación.
-Según los investigadores, el krill es cada vez más escaso en la región. ¿Qué ocurriría si se agotara?
-Es una pregunta clave. Al encontrarse en la base de la cadena alimentaria, su escasez o desaparición perjudica a todas las demás especies, por lo tanto, afectaría el ecosistema austral en su conjunto. La vida animal y vegetal del Océano Antártico tiene una enorme riqueza, dentro de la cual el krill puede considerarse un eslabón muy importante, ya que constituye la fuente alimentaria básica para numerosas especies explotadas por el hombre e incluso para otras que, sin ser explotadas, cumplen un fundamental papel ecológico, como las aves, los peces, las ballenas y focas.
La vida animal y vegetal del Océano Antártico tiene una enorme riqueza, dentro de la cual el krill puede considerarse un eslabón muy importante, ya que constituye la fuente alimentaria básica para numerosas especies
-¿El hombre puede consumirlo también?
-Sí, puede ingerirse de manera directa luego de ser procesado. Las opciones son múltiples, ya que puede enlatarse como pasta, consumirse por peso en forma semejante al langostino e, incluso, hay varios laboratorios que tratan de utilizar su aceite. Es rico en aminoácidos, en ácidos grasos y fosfolípidos, en minerales y diversas vitaminas. Tiene un alto valor proteico y grandes cantidades de flúor en su exoesqueleto que, ingeridas sin procesar, son perjudiciales para el humano. La posibilidad de utilizar estados inferiores al pescado en la cadena alimentaria fue estudiada, pero debido a que se trata de organismos pequeños, dispersos y difíciles de industrializar no se implementó por su alto costo. En el caso del krill, que se mueve en grandes concentraciones, es más fácil de capturar.
Historia de un saqueo
El océano Austral ha sido explotado desde fines del siglo XVIII, cuando fueron depredados sucesivamente el lobo fino antártico, los elefantes marinos, algunas especies de pingüinos y las ballenas hasta que se extinguieron o disminuyeron en forma alarmante algunas especies. Ya en la década de los 60, comenzó la explotación de calamares, peces, centollas y krill, con una intensidad creciente que llevó a la creación en 1982 de la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA), que está conformada por 25 países miembros –entre los que se encuentra la Argentina– y once adheridos.
Su constitución fue resultado de la preocupación por el aumento de capturas de peces en aguas subantárticas y el creciente interés en la explotación a gran escala del krill.
-¿Qué función específica tiene la CCRVMA?
-Es una Comisión encargada, entre otros temas, de proteger la fauna y flora de la Antártida, administrar las pesquerías y establecer áreas marinas protegidas (AMP). Integrada por varios grupos, recibe el asesoramiento de un Comité Científico cuya función es analizar los programas de investigación de los países miembro. Su enfoque está centrado en el ecosistema: analiza y determina cupos máximos para garantizar una explotación sostenible de los recursos. Las medidas de conservación se basan en la mejor información científica disponible y las decisiones políticas que regulan las actividades en el área se adoptan por consenso de todos sus miembros. Hay medidas para limitar el nivel de captura según las áreas, y los barcos de pesca deben informar el stock capturado.
-¿Qué métodos de pesca se utilizan con una especie tan pequeña?
-La pesca en general se lleva a cabo entre diciembre y febrero en aguas de profundidad media, con redes de arrastre en buques que tienen procesadores de gran porte. Este tipo de redes –autorizadas para ser utilizadas en ciertas áreas y en profundidades acordadas por la CCRVM– conforman un sistema de pesca que acarrea al krill hasta la cubierta mientras se realiza el arrastre. Otro método posible es el uso de bombas para vaciar redes arrastradas a los costados de los barcos.
-Una vez capturado, ¿cómo se elabora?
-Luego de ser procesado en buques factoría, puede enlatarse como pasta, consumirse en gramos en forma semejante al langostino y hay varios laboratorios que tratan de procesarlo para usar el aceite. Por otra parte, se utiliza como harina para consumo agroalimentario, para cultivo de truchas y salmónidos.
-¿De qué modo se analiza el estado de la población de krill?
-Aunque hay varias formas, la más efectiva es mediante campañas de investigación científica realizadas en diferentes áreas antárticas, con distintos tipos de redes, a los que se suman otras herramientas, como la hidroacústica –que permite estimar la biomasa de la población–, los datos meteorológicos, oceanográficos, franjas horarias y de ubicación. Estos informes se analizan en laboratorios y con programas especiales de computación que estudian la población y comparan los datos de pesquerías con los brindados por otros países, hecho que permite establecer las medidas precautorias adecuadas.
-¿Cómo se determina el límite de captura?
-Se basan en modelos matemáticos con los que se simula la población de la especie y se realiza la proyección futura a lo largo de un período de 30 años, proyecciones que se repiten, variando ciertos factores clave como, por ejemplo, cuántos especímenes de krill ingresan a esa población, con cuánta rapidez crecen y cuántos sobreviven de un año al otro. Sobre estos cálculos, se elaboran una serie de posibles escenarios futuros que tienen en cuenta los efectos de una pesquería con diferentes niveles de captura para determinar cuánto krill podría pescarse sin ocasionar un impacto insostenible.
-¿Qué muestran los estudios?
-Existe una notable variación en las conclusiones. Algunos estudios muestran que en determinados años se evidencia una disminución del krill debido a la proliferación de otra especie denominada "salpa". Muchos autores, por su parte, consideran que los cambios están relacionados al cambio climático, el fenómeno del Niño, las variaciones estacionales con temperaturas muy bajas, la radiación solar, que influye en la cobertura de hielos, las corrientes oceánicas, entre otros factores que influyen en el desarrollo y el comportamiento de los organismos, cuya supervivencia depende de su capacidad de adaptación al medio.
Buenas nuevas
Después de duras negociaciones, el 85 % de los países que pescan krill al sur del paralelo 60 acordaron respetar determinadas áreas a fin de evitar el grave impacto que ya se percibe en la zona. Por otra parte, un grupo importante de empresas dedicadas a esta actividad –que conforman la denominada ARK, Asociación de Empresas de Recolección de Krill, oriundas en su mayoría de Noruega, Chile, Corea del Sur y China– se comprometió a apoyar la creación de una red de áreas marinas protegidas, AMP, hecho sumamente auspicioso.
-¿Cuáles son los principales impedimentos a la hora de establecer un área marina protegida?
-Este tema es motivo de discusión internacional de larga data. Las propuestas fueron variando a través del tiempo y siempre terminaron siendo rechazadas por egoísmos económico-políticos y razones de intereses pesqueros de algunos países. De hecho, hasta 2016, la única AMP reconocida es la ubicada en el archipiélago de las islas Orcadas del Sur. Un gran logro fue la instauración en diciembre de 2017, a instancias de los Estados Unidos y Nueva Zelanda, del AMP más grande del mundo en el Mar de Ross, que abarca 2,06 millones de Km2
-¿Participa activamente nuestro país en estas propuestas?
-Desde 2011, Argentina y Chile trabajan de manera conjunta en una moción para establecer un área protegida al oeste de la Península Antártica, zona de gran producción del océano Austral donde el calentamiento global ha generado una reducción del hielo marino con probables impactos sobre la fauna local. Argentina y Chile, a través de sus respectivos institutos antárticos –IAA y lACH–, organismos pertenecientes a las cancillerías de ambos países pudieron demostrar una vez más su liderazgo en el desarrollo de una propuesta de protección marina en la región con sólidas bases científicas y resaltar la presencia histórica de ambos países, signatarios originarios del Tratado Antártico. Este hecho, además, refuerza las estrategias de unión regionales, la importancia del trabajo y la interacción entre científicos, ONG, cancillerías y en la industria pesquera, que son los actores principales en el debate técnico y la identificación de áreas prioritarias de conservación. Entre los aspectos más relevantes de las investigaciones –que deben realizarse en forma continua–, están las prospecciones con plataformas de muestreo y tecnología de avanzada que permiten conocer qué debemos proteger y cómo lograr una conservación sustentable de nuestros recursos.
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*La versión original de esta nota fue publicada en la Revista DEF N.123