Garrett Fisher es un asesor financiero, pero también un piloto y un enamorado de la naturaleza. Movido por esas pasiones realizó su libro Glaciers of the Rockies (Glaciares de las Rocallosas), sobre las masas de hielo en la gran cadena de montañas que atraviesa América del Norte desde Canadá hasta el suroeste de los Estados Unidos, en Nuevo México. Como en otras geografías, están afectadas por el aumento de la temperatura global.
"Aunque existen diferentes perspectivas sobre el tema, no hay dudas de que los glaciares están desapareciendo", escribió allí. "Lo que podamos hacer al respecto depende de la voluntad de la sociedad; sin embargo, creo que es extremadamente informativo mirar el objeto en cuestión mientras decidimos qué se puede hacer".
En verdad, pocas personas han visto físicamente un glaciar; muchos menos los legisladores y los funcionarios que en su país y en el mundo habrán de tomar las decisiones que los puedan preservar, o no. La extensión y la dificultad de los terrenos lo hacen difícil. "Por eso me siento agradecido de tener acceso a un avión, lo cual lo hizo todo posible durante el verano de 2015, lo que en consecuencia hace posible que lo comparta con el resto del mundo", agregó Fisher.
Su avión es un pequeño Piper, el mismo modelo en el que voló por primera vez a los dos años, y en el cual su abuelo le dio lecciones de vuelo en la infancia, y en el cual obtuvo su certificación de piloto. Ahora tiene un PA-11 que ha llevado por todos los Estados Unidos y por Europa para seguir su segunda pasión y fotografiar la naturaleza.
Su avioneta, de 1949, tiene un motor de 100 caballos de fuerza que rinde la mitad cuando llega a 4500 metros de altura y pesa poco más de 350 kilos. Pero alcanzó para que recorriera, en soledad, un paisaje salvaje que registró en su libro mediante 177 fotos.
Fisher sacó cada una —más todas las que no seleccionó para publicar— con una mano, abriendo manualmente la puerta en medio de vientos feroces, lo cual llenaba la cabina de un frío, precisamente, glacial, ya que el Piper no tiene calefacción. En Colorado, en Wyoming y en Montana —donde se espera que tan pronto como en 203o se hayan perdido completamente algunos glaciares— repitió la operación.
Del parque nacional de las Rocallosas a la cordillera Wind River, del parque nacional de Grand Teton a Yellowstone, recorrió por el aire los glaciares, vastas masas de hielo que se mueven por su propio peso, bajo las cuales yacen las huellas de una Tierra pretérita. Pero que, debido al calentamiento global, pueden desaparecer más temprano que tarde.
Desde 1994, en el mundo entero, los glaciares han perdido más de 400.000 millones de toneladas. En particular algunos en la Antártida, como el gigante Totten, y algunos en el Ártico, como el Peterman y otros de Groenlandia, podrían aumentar el nivel de los mares en hasta tres metros.
El trabajo de Fisher —quien también publicó Where the Colorado River Is Born, Field of Dreams: American Agriculture from the Sky y Wild and Free: Horses of the Outer Banks entre más de una docena de títulos— comenzó con la ubicación de los glaciares en un mapa. Definido dónde, había que pensar en cuándo.
"Desde temprano tomé la decisión de que prefería verlos en el deshielo anual, ya que si bien los rasgos de os glaciares son interesantes bajo la nieve fresca, son todavía más interesantes cuando la nieve cíclica se derrite y revela lo que yace debajo", escribió. Ese hielo perenne, confirmó, era el espectáculo mayor.
"Estoy totalmente resignado a que vayan a desaparecer; básicamente corrí a verlos antes de que no existan más", dijo a The Guardian. "Es un poco desolador que nuestro planeta se interne en territorio inexplorado", agregó.
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