A las recientes alertas arrojadas por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) sobre la posible presencia de el fenómeno de El Niño, se ha sumado el IDEAM (Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales).
Aunque las probabilidades de que el fenómeno se presente durante el trimestre de junio a agosto de 2023 son del 49%, las alertas son aún más preocupantes, pues como lo señalan los expertos, de empezar a verse este fenómeno, la probabilidad de que se extienda hasta finales del 2023 es del 62%. Lo anterior, no solo implica fuertes sequías, sino que a la vez genera impactos económicos en el sector agropecuario y en el sector eléctrico.
En un sistema eléctrico como el colombiano, en donde un 80% de la energía que se produce surge de hidroeléctricas y se almacena en grandes embalses, este fenómeno es preocupante, pues abre de nuevo las preguntas sobre la vulnerabilidad del sistema actual.
Manuel Maiguashca, fundador de Cerrito Capital y ex viceministro de minas, es enfático en que si bien el escenario es diferente al ocurrido en 1992, cuando el fenómeno de El Niño se sumó a una serie de malas decisiones estatales y a la ausencia de otros sistemas de energía capaces de respaldar a las hidroeléctricas, las plantas térmicas siguen siendo importantes.
“Hoy tenemos una rica poligamia. Podemos aprovechar nuestros recursos hídricos cuando tenemos el agua, pero a medida que eso se va a agotando por los cambios de clima, salen las plantas térmicas a respaldarnos y por eso Colombia ha tenido esa resistencia en los últimos 30 años”, explica.
Esto, no solo posiciona al país como un ejemplo en la región, sino además como un generador de energía limpia basada en su mayoría por hidroeléctricas y un sector energético que emite del 0.1% al 0.4 % de las emisiones anuales, lo que significa que el país no representa ningún papel preponderante en las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo.
No obstante, cuando se le pregunta a Maiguashca sobre la posibilidad de lograr un respaldo basado en energías sostenibles, explica que de uno u otro modo, estás son también variables, en el sentido en el que dependen del clima.
“Nosotros podemos aprovechar la poligamia energética, es decir, casarnos con diferentes fuentes de generación: la energía solar en días luminosos, la energía eólica en días de viento y la hídrica cuando llueve. Ahora, todas dependen de las condiciones climáticas, pero cuando no se dan, necesitamos el respaldo de lo que sea menos vulnerable, como las térmicas. Europa está viviendo el trauma ahora. Se fue a depender de energías renovables y en los últimos años ha tenido una tensión muy fuerte porque lo que hicieron fue reemplazar parte de lo que era la energía nuclear en Alemania y Francia con importación de gas de Rusia y con unas energías renovables que cuando tienen los caprichos tienen los caprichos”.
Un escenario oscuro
Si la luz tuviera que racionarse de nuevo, después de 30 años sin un apagón a gran escala, las pérdidas económicas serían enormes.
Cuenta Maiguashca que en el año 92, cuando se racionó hasta el 25 % de la demanda, los cortes de energía se hicieron más evidentes en el sector residencial, porque la energía disponible fue empleada para el sector industrial, principal motor de la economía.
Sin embargo hoy, si la reacción fuera la misma, se incidiría negativamente sobre el 50% del PIB, el internet en muchos hogares y oficinas se apagaría y entonces se daría un paso atrás al desarrollo.
“El racionamiento en Colombia técnica y económicamente es posible. Económicamente hay momentos en que uno puede decir que es mejor racionar que pagar los costos tan elevados de lo que puede ser la energía, pero políticamente no lo soportaríamos”, dice Maiguashca.
En ese sentido, cuando se trata de los precios de las tarifas, muchos expertos, después del año 92, han sido enfáticos en la necesidad de sacar al sector de las decisiones políticas, pues el precio de las tarifas debe estar sujeto a los criterios técnicos.
En consecuencia, preocupa sobremanera el decreto por el cual el presidente Gustavo Petro reasume, por tres meses, las funciones de regulación de la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG). De hecho, ya los gremios del sector se han pronunciado, señalando que es un cálculo muy técnico, que debe equilibrar el interés por los usuarios, y a la vez no asustar a los inversionistas que aportan el capital y el conocimiento necesarios para mantener y fortalecer la red.
“Reiteramos la necesidad e importancia de que este tipo de peticiones se analicen y tramiten dentro del marco institucional y legal establecido para el efecto; con análisis técnicos y económicos que permitan identificar los impactos de este tipo de medidas sobre los diferentes agentes, es decir empresas, usuarios y gobierno nacional o regional, para que de ninguna manera afecten la calidad y continuidad del servicio de energía, y la suficiencia financiera de las empresas”, indicaron entidades como Acolgen, Adesco, Andi, entre otros, en un comunicado dirigido al alcalde de Medellín el pasado 26 de febrero, tras solicitar al Presidente de la República congelar las tarifas de energía.
En respaldo a lo anterior se suma la opinión de Maiguashca, quien señala que solo “aprendiendo del pasado, debemos tener suficiencia de energía. Suficiencia es un principio que dice que las empresas tienen que tener suficientes recursos para soportar sus costos y obtener rentabilidad”, por lo que también agrega que no es sano cambiar las reglas ante los cambios en la coyuntura, pues por delante tiene que venir la institucionalidad y el regulador es quien tiene el conocimiento suficiente para hacer frente a las circunstancias climáticas y técnicas para evitar repetir la historia de los apagones.