En diciembre de 1992 las luces que suelen adornar las calles de las principales ciudades del país no brillaron. Colombia enfrentó uno de los años más oscuros en cuanto a energía eléctrica, pues a partir de marzo comenzó a correr lo que fue conocido como el ‘Año del Apagón’.
Entonces, aquel 7 de diciembre, fecha en la que por tradición se inician las festividades de fin de año y se enciende el alumbrado navideño de las principales ciudades del país, no solo tuvo que suspenderse, sino que a la vez dio un giro que cambiaría la historia de los alumbrados de Medellín.
La ciudad que hasta entonces solía decorar de manera sencilla las calles con instalaciones de bombillos incandescentes que se enredaban en los árboles de la Avenida de la Playa, el Parque Berrío y el Parque Bolívar, tuvo que ingeniar un nuevo decorado, que no usara electricidad.
“Enfrentados a esa situación, salió una gente muy ingeniosa en Empresas Públicas de Medellín. A ellos se les ocurrió hacer un alumbrado muy especial. En cuatro puntos, a lo largo de la Avenida de la Playa se instalaron tablados y alrededor se instalaron adornos con figuras de papel brillante, como pesebres y para que eso alumbrara instalaron antorchas. Entonces, a partir de allí el alumbrado cambió y de un alumbrado de puras bombillas, se pasó a un alumbrado temático, con figuras armadas de papel metalizado que hizo que cambiara para siempre la historia del alumbrado en Medellín”, explica Luis Guillermo Vélez, profesor Universidad Eafit y Consultor de ECSIM, en diálogo con Infobae Colombia.
Navidad apagada: una sumatoria de malas decisiones
El sistema eléctrico colombiano es principalmente hídrico, es decir depende de la hidrología, de cuánta agua hay en los ríos y cuánto llueve.
En el año 92, para las temporadas de escasez, el suministro de energía era respaldado con plantas térmicas de carbón y el riesgo de hidrología bajas, era el mismo que se presenta hoy día.
En aquel entonces, el Fenómeno del Niño, una situación que eleva la temperatura del Pacífico Sur cambió el régimen de las lluvias, haciendo que la hidrología bajara desencadenando un racionamiento histórico que duró once meses.
No obstante, Luis Guillermo Vélez especifica que una hidrología escasa no implica necesariamente un racionamiento de energía, pues si el sistema eléctrico es fuerte, el servicio puede seguir suministrando el servicio.
“Estaba atrasado el proyecto El Guavio que era de 1.260 megavatios y además las centrales térmicas, que debían estar disponibles para responder cuando la hidrología fuera mala, no respondieron porque estaban dañadas”, explica.
Pero las razones en los retrasos de los proyectos no eran infundadas. A todo el sistema eléctrico se sumaban una serie de problemas institucionales que hacían débiles las finanzas de las empresas. En esa época, las empresas de energía tenían una alta injerencia del Estado y de fuerzas políticas de las regiones, que no tomaban siempre decisiones técnicas. Por ejemplo, rebajaban las tarifas para ganar popularidad entre los votantes, sin importar las finanzas de las empresas.
¿Por qué Colombia no volvió a apagarse?
Así, en medio de ese choque de trenes y un sistema que a partir del año 1972 empezó a funcionar de manera unificada, con racionamientos que se sentían en todo el país, hoy surge una nueva pregunta: ¿qué es lo que ha hecho posible que tras los apagones que dejaron la Navidad sin luces, después de treinta años, no se haya vuelto a apagar una sola vez el país?
Vélez explica que después del 92 vino una reforma en el sector eléctrico que le ha permitido ser autosuficiente financieramente, es decir, “las tarifas se empezaron a llevar a los niveles necesarios para financiar la operación del sector y su expansión” y añade que pese a que después del 92 se han presentado hidrologías críticas, e incluso severos atentados contra la infraestructura eléctrica, no ha sido necesario el racionamiento, pues el respaldo eléctrico ha estado lo suficientemente preparado para evitar que las luces de las ciudades se apaguen y que la vida continúe permitiendo impulsar la economía y el comercio del país, incluso en las noches más oscuras.
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