Cada vez que alguien se coloca un cinturón de seguridad cuando conduce, reduce el riesgo que puede significar sufrir un accidente y perder la vida en el siniestro. Cada día que una persona se aplica en su rostro protector solar, reduce el riesgo de alguna enfermedad en la piel. En el mismo orden de ideas, en cada oportunidad que un trabajador de una obra se coloca su casco, sus botas y guantes, está evitando lastimarse, aunque no esté libre totalmente de riesgos.
Estos son ejemplos de cómo se utiliza el enfoque de reducción de riesgo en el día a día. Por medio de innovaciones y tecnologías que están evolucionando constantemente, se logran minimizar los efectos negativos o no deseados en actividades diarias que representan algún tipo de riesgo, pero que no podemos eliminar completamente.
Este mismo enfoque de reducción del riesgo puede ser implementado para aquellos adultos que aún tienen el hábito de fumar. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud, en el mundo hay cerca de mil millones de fumadores y se espera que para 2025 esta cifra sea similar.
Para contrarrestar la situación, aunque la mejor opción siempre será dejar este hábito, las alternativas sin combustión –como productos de calentamiento de tabaco o cigarrillos electrónicos-, según el Servicio Nacional de Salud de Inglaterra (NHS), reducen el porcentaje de químicos nocivos o potencialmente dañinos que producen los cigarrillos.
Así lo han aplicado países como Nueva Zelanda en donde desde el Ministerio de la Salud, existe apoyo para que las personas dejen de fumar. De hecho, desde 2017, 550.000 fumadores pueden usar productos de vapeo para dejar de fumar y en 2021 se aprobó una ley que, si bien mantiene una regulación para todos los productos de tabaco, introduce el enfoque de reducción del riesgo para las alternativas sin combustión.
La nueva regulación busca apoyar a los fumadores adultos, que no pueden dejar éste hábito, para que lo reemplacen por otras alternativas de riesgo reducido, al tiempo que evita la iniciación de las personas no fumadoras.
Bajarle al peligro
Cada vez que se enciende un cigarrillo, se presentan dos causales de riesgo: la presencia de unas 6 mil sustancias químicas que surgen tras la combustión y la nicotina.
Según el Instituto Nacional para la Excelencia en Salud y Atención de Reino Unido, si bien la nicotina no es la causa principal de las enfermedades relacionadas con el tabaquismo, es adictiva y no está exenta de riesgos. Algunos expertos de la salud sugieren a sus pacientes no consumirla, en especial cuando se trata de personas en estado de gestación, lactantes o quienes padecen enfermedades cardíacas o diabetes.
En cuanto a la combustión y el humo del cigarrillo, este contiene más de 6.000 compuestos químicos diferentes, de los cuales más de 100 están clasificados por autoridades de salud pública como causas potenciales de enfermedades relacionadas con el tabaquismo.
Por eso, tras identificar la fuente de riesgos y con la intención de anticiparse a los impactos del tabaco en los seres humanos a través de la toma de medidas para reducir los riesgos, la implementación de alternativas al consumo de tabaco y nicotina –como los dispositivos de tabaco calentado, las bolsas de tabaco o los cigarrillos electrónicos– hoy se posiciona como una opción para que los fumadores adultos den el primer paso una era en donde hay más opciones para eliminar el cigarrillo de sus vidas.
*Entre Coltabaco e Infobae existen acuerdos comerciales con el fin de publicar este artículo
SEGUIR LEYENDO