La luz al final del túnel: a 75 años de los Juicios de Núremberg contra la cúpula del nazismo

Durante 218 días, un Tribunal Militar Internacional juzgó a 24 jerarcas del régimen de Adolf Hitler por crímenes de lesa humanidad, en uno de los procesos más trascendentes de la historia. “Se les ha dado el juicio que nunca dieron a ningún hombre”, expresó el fiscal Robert H. Jackson

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Los jerarcas nazis acusados aguardan el veredicto del Tribunal Militar Internacional en Núremberg (Northcliffe Collection/ANL/Shutterstock)
Los jerarcas nazis acusados aguardan el veredicto del Tribunal Militar Internacional en Núremberg (Northcliffe Collection/ANL/Shutterstock)

“De una cosa podemos estar seguros. En el futuro nadie tendrá que preguntar, con recelo, qué tenían los nazis para decir a su favor. La historia sabrá que todo lo que pudiera ser dicho, se les permitió decir”, expresó Robert H. Jackson, fiscal estadounidense designado en Núremberg, el 26 de julio de 1946.

La decisión de juzgar y castigar a los jerarcas del régimen nazi por sus brutales crímenes cometidos contra la humanidad fue tomada por las potencias aliadas en noviembre de 1943, cuando a la Segunda Guerra Mundial le quedaba todavía más de un año y medio de matanza por delante y la derrota alemana, aunque estratégicamente inevitable, parecía todavía difícil y lejana.

Gran parte de Rusia seguía ocupada por las tropas de la Wehrmacht, los submarinos alemanes todavía surcaban las aguas del Atlántico y el desembarco en Normandía, Francia, estaba aún en la etapa de planeamiento cuando los gobiernos de la Unión Soviética, Estados Unidos y Reino Unido firmaron en Moscú una declaración sobre las atrocidades cometidas por el nazismo.

Fue la piedra fundacional del proceso que llevaría a los influyentes Juicios de Núremberg, de cuyo inicio se cumplen este viernes 75 años, el punto final de una larga y dolorosa historia que comenzó con el ascenso del nazismo, y su líder Adolf Hitler, al poder en Alemania en 1933.

El camino a Núremberg

Por medio de la Declaración de Moscú las tres potencias acordaron que cuando terminara la guerra los jerarcas alemanes serían enviados a los territorios donde habían cometido sus crímenes para ser juzgados allí, un demanda que especialmente los polacos en el exilio sostenían desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial, en 1939

Los Juicios de Núremberg dieron visibilidad global al Holocausto. En la imagen el campo de exterminio en Auschwitz
Los Juicios de Núremberg dieron visibilidad global al Holocausto. En la imagen el campo de exterminio en Auschwitz

Este fue el caso, por citar un ejemplo, de Rudolf Höss, comandante del campo de exterminio de Auschwitz, en Polonia, que fue entregado a las autoridades polacas para ser procesado.

Pero en el caso de que una sola circunscripción territorial no aplicara, es decir en lo referido los jerarcas más poderosos, serían juzgados por un tribunal militar formado por los aliados.

Era una declaración vaga, sin detalles, pero dejaba en claro que Moscú, Washington y Londres no iban a negociar con la cúpula nazi, a cuyos miembros llevarían a juicio con el objetivo de castigarlos por sus atrocidades y dictar nuevas normas de derecho internacional, como señala el historiador alemán Peter Steinbach, miembro del consejo consultor de la Fundación Topografía del Terror (Stiftung Topographie des Terrors) en Berlín, en el libro “Los Juicios de Núremberg”.

Las reglas y principios del proceso legal y la composición del Tribunal Militar Internacional que llevaría adelante el juicio fueron acordadas el 8 de agosto de 1945, tres meses después de la rendición de Alemania, mediante la Carta de Londres, que además incluyó a Francia entre los signatarios.

El Tribunal no pudo enjuiciar a ninguno de los tres principales líderes nazis, que se suicidaron en los últimos días de la guerra: el dictador Adolf Hitler, su ministro de propaganda Joseph Goebbels y el comandante de las SS Heinrich Himmler. También se le escaparon otros jerarcas, como Adolf Eichmann y Josef Mengele, que emigraron clandestinamente a Sudamérica.

El dictador nazi Adolf Hitler y su ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, se suicidaron durante la guerra y no pudieron ser juzgados (Shutterstock)
El dictador nazi Adolf Hitler y su ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, se suicidaron durante la guerra y no pudieron ser juzgados (Shutterstock)

Pero aún así procesó a 24 altos representantes del régimen nazi, entre ellos el jefe de la Luftwaffe (fuerza aérea) y por mucho tiempo segundo al mando, Hermann Göring, los colaboradores cercanos de Hitler Martin Bormann y Rudolf Hess, y el ideólogo nazi Alfred Rosenberg.

Además se acusó a seis organizaciones: el gabinete de gobierno del Reich, el Alto Mando de las Fuerzas Armadas (OKW), las milicias del Partido Nazi (SA), las fuerzas paramilitares SS, la policía secreta Gestapo y la cúpula del Partido Nazi.

En total se dictaron 12 penas de muerte, 7 duras sentencias a prisión y 3 absoluciones, mientras que dos acusados no pudieron ser juzgados.

“Por primera vez, representantes de varias naciones se unieron para formar un tribunal conjunto. Nunca antes estadistas habían sido hechos responsables personalmente y castigados por guerras de agresión y asesinatos en masa organizados”, expresa la Fundación Topografía del Terror en su libro de 2005.

Avanza el juicio a los criminales de guerra

Si bien Berlín era la base oficial del Tribunal Militar Internacional, se eligió llevar a adelante los juicios en Núremberg ya que su palacio de Justicia estaba intacto y porque se trataba de la ciudad más importante en la mitología nazi, sede de importantes mitines y concentraciones durante el apogeo de Hitler.

Fueron designados ocho jueces, dos por cada uno de los firmantes de la Carta de Londres. Francis A. Biddle y John J. Parker, de los Estados Unidos; Iola T. Nikitchenko y Alexander F. Volchkov, de la URSS; Geoffrey Lawrence y Norman Birkett, del Reino Unido; y Henri Donnedieu de Vabres y Robert Falco, de Francia.

Además se nombraron cuatro fiscales: Robert H. Jackson, de Estados Unidos; Roman A. Rudenko, de la URSS; Hartley Shawcross, del Reino Unido; Auguste Champetier de Ribes, de Francia.

Aunque los Juicios de Nuremberg son comúnmente asociados al Holocausto, el Tribunal Militar Internacional no se concentró sólo en estos crímenes brutales contra la humanidad.

Las agresiones armadas de Alemania a distintos países, que dieron inicio al conflicto más brutal en la historia del mundo, el ataque indiscriminado a civiles y su desplazamiento forzado, el empleo de mano de obra esclava en la industria de guerra, el ataque a buques mercantes sin previo aviso, fueron algunos de los muchos crímenes invocados.

Aunque el Holocausto no fue el único crimen juzgado en Núremberg, la cuantiosa evidencia documental y fotográfica presentada contribuyó  a establecer la culpabilidad del régimen nazi más allá de cualquier duda (Archivo SHOA)
Aunque el Holocausto no fue el único crimen juzgado en Núremberg, la cuantiosa evidencia documental y fotográfica presentada contribuyó a establecer la culpabilidad del régimen nazi más allá de cualquier duda (Archivo SHOA)

Hubo de hecho cuatro acusaciones formales presentadas por los fiscales el 18 de octubre de 1945 en Berlín: 1) conspiración contra la paz; 2) planeamiento y ejecución de una guerra de agresión; 3) crímenes y contravenciones contra el derecho de guerra; 4) crímenes de lesa humanidad. Sólo en el caso del punto 3 había legislación y tipificación de los delitos, por medio de las Convenciones de Ginebra y La Haya, entre otras. En el resto de los cargos el Tribunal creó precedentes y leyes sobre la marcha.

Pero el Holocausto fue, sin duda, el elemento más impactante de un juicio que contribuyó a revelar el alcance de las atrocidades de los nazis (se exhibieron incontables fotos. documentos y filmaciones de los campos de concentración, se escucharon numerosos testimonios de víctimas y victimarios) a una opinión pública global que aún lo desconocía en todo su alcance.

Claroscuros del proceso

Pero a pesar de estos hitos positivos, el legado de Nuremberg tiene claroscuros. “Los juicios no han logrado prevenir nuevas guerras de agresión y crímenes de lesa humanidad. Recién en 2002 pudo crearse una institución permanente y de reconocimiento internacional para castigar a los criminales de guerra: la Corte Penal Internacional de La Haya”, agrega.

El banquillo de acusados en Núremberg (Northcliffe Collection/ANL/Shutterstock)
El banquillo de acusados en Núremberg (Northcliffe Collection/ANL/Shutterstock)

Aunque la culpabilidad de los acusados y lo aberrante de los crímenes no ha sido cuestionada, los juicios de Núremberg sí han sido criticados en base a tres argumentos legales, según recoge la especialista Claudia Steur en su artículo “¿Justicia de los vencedores o punto bisagra de la historia?”.

En primer lugar, se habló de una “justicia de los vencedores”, administrada por las potencias ganadoras de la Segunda Guerra Mundial contra aquella que había perdido el conflicto, una asimetría que impediría, en teoria, la realización de un juicio justo.

En segundo lugar, se criticó al Tribunal por violar el principio de “nulla poena sine lege” (No hay pena sin ley, en latín), al juzgar crímenes que no estaban tipificados por una ley preexistente.

Finalmente, se cuestionó a la Corte por juzgar sólo los crímenes cometidos por los alemanes pero no así los correspondientes a las potencias vencedoras. Esto fue especialmente notable en el caso de la Unión Soviética, miembro del Tribunal que también condujo guerras de agresión (contra Polonia y Finlandia en 1939), realizó crímenes de guerra (La masacre de Katyn, en Polonia) y mantuvo un pacto con Alemania hasta 1941. Pero también había inconsistencias en el accionar de los Estados Unidos, que condujo en el Pacífico una guerra submarina irrestricta similar a la de Alemania (por la cual, en parte, estaban siendo juzgados los jefes de la marina Rader y Dönitz), y en el Reino Unido, que bombardeó ciudades sin importancia militar al igual que los nazis.

Adolf Ecihmann escapó del país y de los juicios tras el fin de la guerra. Sería finalmente condenado a muerte en Israel en 1961 (Everett/Shutterstock)
Adolf Ecihmann escapó del país y de los juicios tras el fin de la guerra. Sería finalmente condenado a muerte en Israel en 1961 (Everett/Shutterstock)

Pero a pesar de estas críticas, los expertos legales concuerdan en que los Juicios de Núremberg se llevaron a cabo en territorio desconocido, conformando una corte internacional que reunía a diferentes sistemas jurídicos, creando legislación en el proceso sobre los crímenes de lesa humanidad e intentando generar espacios para que los acusados pudieran expresar todas sus posturas.

El pleito y la sentencia

El inicio del juicio tuvo lugar el 20 de noviembre de 1945 y ya en el Palacio de Justicia de Núremberg. El juez británico Lawrence, presidente del Tribunal, leyó las acusaciones a 21 de los 24 procesados (Bormann, Krupp von Bohlen y Halbach no estaban presentes).

Todos se declararon inocentes de los cuatro cargos.

Durante la primera etapa del proceso, que duró 72 días, los fiscales presentaron la evidencia: documentos incriminatorios, declaraciones y testigos.

Uno de los testimonios más contundentes fue el del ya mencionado Höss. Su fría y minuciosa explicación sobre la matanza industrial que dirigió en Auschwitz constituyó uno de los pilares del juicio, aún cuando él mismo no estaba siendo juzgado. Höss sería tiempo después condenado a muerte por un tribunal polaco.

Rudolf Höss, comandante del campo de concentración de Auschwitz, no fue juzgado en Núremberg sino, tiempo después en Polonia. Pero sí prestó testimonio durante el proceso
Rudolf Höss, comandante del campo de concentración de Auschwitz, no fue juzgado en Núremberg sino, tiempo después en Polonia. Pero sí prestó testimonio durante el proceso

“Comandé Auschwitz desde el 1 de mayo de 1940 hasta diciembre de 1943, y estimo que al menos 2.500.000 fueron exterminadas allí mediante el uso de gas y hornos crematorios, y que al menos otro medio millón murió por hambre y enfermedades llevando el total a unos tres millones”, indicó Höss en un famoso pasaje de su declaración en Núremberg, recogida por la Escuela de Derechos de la Universidad de Yale, en Estados Unidos.

“Este número representa entre el 70 y el 80 por ciento del total de personas enviadas a Auschwitz como prisioneros, los restantes fueron seleccionados para realizar trabajo esclavo en los campos de concentración”, agregó.

“Cuando hice construir la cámara de exterminio en Auschwitz, usé el gas Cyklon B, ácido prúsico cristalizado, que dejábamos caer en las cámaras desde una pequeña apertura. Tomaba entre 3 y 15 minutos matar a la gente en la cámara, dependiendo de las condiciones climáticas. Sabíamos que habían muerto cuando dejábamos de escuchar gritos. Normalmente esperábamos media hora antes de abrir las puertas y retirar los cuerpos. Luego nuestros comandos especiales les sacaban los anillos y extraían el oro en sus dientes”, describió Höss.

Finalizada esta primera etapa, en marzo de 1946, los acusados y sus abogados pudieron responder a la evidencia.

El 4 de julio de ese mismo año se resumió el caso de la fiscalía y la defensa, y en agosto se permitió a los procesados ofrecer una última palabra.

En total, los juicios de Núremberg duraron 218 días y las sentencias fueron leídas entre el 30 de septiembre y el 1 de octubre de 1946. Dos semanas después, el 16 de octubre, fueron ejecutados por ahorcamiento 10 de los 12 condenados a muerte. Göring se suicidó en prisión poco antes de recibir la pena capital, con ayuda de uno de sus guardias, y Bormann seguía en ese entonces desaparecido (décadas después se sabría que se había quitado la vida en los últimos días de la guerra).

El mariscal del Reich y jefe de la Luftwaffe, Hermann Goering, junto al número dos del partido nazi, Rudolf Hess, durante el juicio (ANL/Daily Mail/Shutterstock)
El mariscal del Reich y jefe de la Luftwaffe, Hermann Goering, junto al número dos del partido nazi, Rudolf Hess, durante el juicio (ANL/Daily Mail/Shutterstock)

En tanto los siete condenados a prisión, con penas que iban entre los 10 años a la perpetua, fueron ubicados en la cárcel para criminales de guerra de Berlín-Spandau. Este penal, administrado por turnos por las cuatro potencias firmantes de la Carta de Londres, sólo albergaba a los condenados en Núremberg y fue demolido tras la muerte del último prisionero, Rudolf Hess, en 1987. En su lugar se levanta ahora un centro comercial.

Sólo seis de los procesados se mostraron arrepentidos de sus actos y reconocieron el horror que habían causado: Frank, Keitel, von Ribbentrop, Seyss-Inquart, entre los condenados a muerte, y von Schirach y Speer, entre los que recibieron sentencia a prisión.

Schacht, absuelto, se mostró indignado por la acusación: había colaborado con los nazis en la década de 1930 pero desde 1944 se encontraba él mismo en un campo de concentración tras haber sido ligado al intento de asesinato del führer.

Los juicios a los jerarcas nazis, y los 12 procesos que siguieron en los años siguientes para juzgar a criminales de menor rango, pusieron punto final a la experiencia del nazismo y fueron fundamentales para el surgimiento de la nueva República Federal de Alemania y la confección de su nueva Constitución, asentada en el recuerdo y el aprendizaje luego de una de las páginas más negras en la historia del país.

“Se les ha dado el tipo de Juicio que ellos mismos, en sus días de pompa y poder, nunca le dieron a ningún hombre”, resumió Jackson en aquel verano de 1946.

La lista de los 24 procesados en Núremberg:

Martin Bormann, Secretario del Partido Nazi juzgado in absentia ya que se encontraba desaparecido, condenado a muerte

Karl Dönitz, Comandante de la Marina de Guerra, condenado a 10 años de prisión

Hans Frank, asesor legal del Partido Nazi y Gobernador General de Polonia, condenado a muerte

Wilhelm Frick, Ministro del Interior y Gobernante de Bohemia y Moravia, condenado a muerte.

Hans Fritzsche, Jefe de Noticias en el Ministerio de Propaganda, absuelto (condenado luego por un tribunal alemán a prisión)

Walther Funk, Ministro de Economía, condenado a cadena perpetua (liberado en 1957)

Hermann Göring, Comandante de la Luftwaffe y Mariscal del Reich, condenado a muerte (se suicidó antes de la ejecución)

Rudolf Hess, Vice Führer, condenado a cadena perpetua

Alfred Jodl, Jefe de Operaciones del Alto Mando de las Fuerzas Armadas, condenado a muerte

Ernst Kaltenbrunner, Jefe de la Oficina de Seguridad del Reich, condenado a muerte

Wilhelm Keitel, Jefe del Alto Mando de las Fuerzas Armadas, condenado a muerte

Gustav Krupp von Bohlen und Halbach, empresario industrial, juicio suspendido antes de comenzar por mala salud

Robert Ley, Jefe Sindical del Partido Nazi, se suicidó antes el comienzo del juicio

Konstantin von Neurath, Gobernante de Bohemia y Moravia, condenado a 15 años de prisión

Franz von Papen, canciller y diplomático, absuelto (condenado a prisión por una corte alemana)

Erich Raeder, Comandante de la Marina de Guerra, condenado a cadena perpetua

Joachim von Ribbentrop, canciller y diplomático, condenado a muerte

Alfred Rosenberg, ideólogo nazi y ministro de Territorios Ocupados, condenado a muerte

Fritz Sauckel, gobernante de Thuringia y director del programa de trabajo esclavo, condenado a muerte

Hjalmar Schacht, ministro de economía, absuelto

Baldur von Schirach, jefe de las juventudes nazis, condenado 20 años de prisión

Arthur Seyss-Inquart, Comisario del Reich en Holanda, condenado a muerte

Albert Speer, Ministro de Armamento, condenado a 20 años

Julius Streicher, propagandista antisemita, condenado a muerte

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