La guerra que no termina: Boris Johnson recordó la invasión soviética de Polonia hace 80 años y Rusia entró en cólera

El hecho ha quedado eclipsado por el cruce de las tropas alemanas de la frontera polaca, ocurrido casi al mismo tiempo y que dio inicio a la Segunda Guerra Mundial, pero el primer ministro del Reino Unido lo reflotó y aseguró que el país se vio en 1939 entre "el martillo del nazismo y el yunque del comunismo". "Estamos perplejos. Equiparar ambas acciones es absolutamente inaceptable", indicó la embajada rusa en Londres

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Tropas de Alemania y la Unión Soviética realizan un desfile en conjunto tras derrotar y repartirse a Polonia (Bundesarchiv)
Tropas de Alemania y la Unión Soviética realizan un desfile en conjunto tras derrotar y repartirse a Polonia (Bundesarchiv)

La embajada de la Federación Rusa en Londres calificó este martes de "inaceptables" las recientes declaraciones del primer ministro británico, Boris Johnson, con respecto a la invasión de Polonia encarada por la Unión Soviética poco después el ataque lanzado por la Alemania Nazi, al inicio de la Segunda Guerra Mundial, uno de los hechos más controversiales de aquel conflicto.

El 1 de septiembre, cuando se cumplieron 80 años del cruce de la frontera polaca por tropas alemanas en 1939, Johnson publicó en Twitter un video en el cual el mandatario aseguraba que, mientras los polacos se defendían de la agresión alemana, "las tropas soviéticas entraron por el este", y añadió que Polonia se vio entre "el martillo del nazismo y el yunque del comunismo".

Un oficial de prensa no identificado de la embajada rusa en Londres señaló en un comunicado que las declaraciones del premier británico los habían "dejado perplejos". "Considerando todas las discusiones históricas sobre las operaciones militares soviéticas en el este de Polonia, describir los hechos de una manera que efectivamente equipara las acciones de la Unión Soviética a la agresión de Hitler es absolutamente inaceptable", consideró.

"Si uno va a discutir quien, además de Hitler, es responsable por la tragedia polaca de 1939, uno no puede evitar recordar el rol de la diplomacia británica que no sólo convino con las políticas agresivas de los nazis (recordemos Austria, Checoslovaquia, Memel), pero también frustró continuamente las propuestas soviéticas para construir una alianza efectiva anti nazi, especialmente para defender a Polonia", agregó el oficial.

Antes de la invasión alemana en Polonia, el Reino Unido fue uno de los impulsores del Comité de No Intervención, una organización que defendía la neutralidad de los países europeos y uno de los defensores de la política de apaciguamiento respecto a la Alemania nazi.

Finalmente, en el comunicado el funcionario ruso pide "dejar la discusión a los historiadores". "La vasta mayoría de los rusos y los británicos, al recordar la Segunda Guerra Mundial, rinden tributo a los caídos y honran las relaciones ruso-británicas. Lamentamos que el primer ministro haya elegido otra postura que, afortunadamente, no goza de mucha popularidad en el Reino Unido", concluyó.

Las tropas alemanas cruzaron la frontera de Polonia el 1 de septiembre de 1939, en respuesta a un ataque de "falsa bandera" perpetrado por agentes nazis disfrazados de polacos, y con el objetivo de anexar territorios con población alemana.

El 3 de septiembre Francia y el Reino Unido, que mantenían una alianza con Polonia, declararon la guerra a Alemania y de esta manera comenzaron los primeros combates de lo que se convertiría en la Segunda Guerra Mundial, el conflicto más brutal de la historia que duró seis años y tuvo un saldo de más de 50 millones de años.

El turno de los soviéticos

Pero dos semanas después ocurrió otro hecho que se convertiría en uno de los más controversiales del conflicto. El 17 de septiembre las tropas de la Unión Soviética invadieron el este de Polonia, sin declaración de guerra, y acataron diferentes posiciones y ocuparon territorios y ciudades.

Tropas alemanas tras cruzar la frontera con Polonia (Bundesarchiv)
Tropas alemanas tras cruzar la frontera con Polonia (Bundesarchiv)

La Alemania nazi de Adolf Hitler y la Unión Soviética de Josef Stalin habían firmado en agosto un pacto de no agresión (el llamado Ribbentrop-Molotov), cuyo protocolo secreto demarcaba la división de Polonia, entre otros territorios, en las esferas de influencia de ambas potencias.

Así, aunque no llegó a ser una alianza, el pacto sí generó una amplia cooperación durante la campaña de Polonia, que culminó el 6 de octubre cuando Alemania y la URSS controlaron todo el país y las tropas de uno y otro, sonrientes, se encontraban en el centro del país y estrechaban manos para los fotógrafos. En total, unos 66.000 polacos murieron combatiendo contra los alemanes y entre 3.000 y 7.000 lo hicieron frente a los soviéticos.

La posterior invasión de la URSS por parte de Alemania, el 22 de junio de 1941, opacó estos primeros años de trabajo conjunto entre los dos regímenes y llevó a Moscú a forjar una alianza con las potencias occidentales, que con el tiempo derrotarían a Hitler.

La firma del pacto Ribbentrop-Molotov, de no agresión entre Alemania y la Unión Soviética, en agosto de 1939 (Bundesarchiv)
La firma del pacto Ribbentrop-Molotov, de no agresión entre Alemania y la Unión Soviética, en agosto de 1939 (Bundesarchiv)

Pero la agresión soviética en Polonia existió, a pesar de la Embajada Rusa en el Reino Unido, y se enmarcó en una larga historia de enemistad entre polacos y rusos, que persistió tras el final de la Segunda Guerra Mundial y durante la represión en el período de la República Popular de Polonia, una estado comunista satélite de Moscú.

Incluso en 1943 el gobierno nazi, que había conquistado ya la zona soviética de Polonia, encontró una serie de grandes fosas comunes en el bosque de Katyn donde yacían decenas de miles de polacos (oficiales capturados en 1939, policías e intelectuales) masacrados en 1940 por las autoridades soviéticas. Las estimaciones varían, pero se habla de hasta 22.000 fusilados.

El hallazgo permitió a los nazis, que estaban masacrando a millones de judíos y otras minorías en sus campos de concentración, una escala imposible de equiparar, contar con una pieza de propaganda contra los soviéticos, en lo que se ha convertido en un símbolo de la brutalidad de la Segunda Guerra Mundial.

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