"¡Qué novela la de mi vida!": así describía Napoleón su fulgurante carrera

A 250 años de su nacimiento, la aventura humana del más célebre de los franceses sigue fascinando. En menos de veinte años, pasó de su primera campaña militar -Italia, 1796- al destierro en Santa Elena, en 1815

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Según el historiador francés Jean Tulard, el promedio de libros publicados en el mundo sobre Napoleón, desde su muerte en 1821, ha sido de uno por día.

Como Alejandro Magno, Bonaparte cambió la faz del mundo: sus victorias, pero también sus derrotas, modelaron un nuevo mapa geopolítico; y no sólo en Europa. El video que acompaña esta nota, elaborado por la revista especializada Herodote, es una apretada síntesis de esa fulgurante trayectoria, que a continuación se detalla.

El destino quiso que el futuro Emperador naciera francés -en el seno de una familia de pequeña nobleza originaria de la Toscana genovés- porque la isla de Córcega fue vendida por Génova a Francia, dos años antes del nacimiento de Napoleón, el 15 de agosto de 1769 en Ajaccio. 

Napoleón tenía diez años cuando su padre lo llevó a Francia junto a su hermano mayor José para estudiar en la Escuela Militar de Brienne, gracias a una beca. Orgulloso, rebelde, taciturno, se encierra en sí mismo y en el estudio para enfrentar los agravios que recibe de sus compañeros por la condición humilde de su familia: "Estoy harto de exhibir mi pobreza y ser el hazmerreír de unos chicuelos insolentes que no tienen otra superioridad sobre mí que la de su fortuna".

Al conquistar el poder, Bonaparte subsanó esa injusticia, promoviendo una aristocracia del talento, que nada debía a la cuna. Pero volvamos a sus tiempos de formación.

Cinco años después de Brienne, ingresa como cadete a la Escuela Militar de París de la que egresa en 1785, convertido en subteniente de artillería.  

Todavía se siente corso y desea liberar a su patria, pero un desencuentro con el líder nacionalista Pascal Paoli lo aleja de esos sueños.

Uno de los primeros films
Uno de los primeros films sobre Napoleón rodado en 1927 por Abel Gance, en tiempos del cine mudo

Al producirse la Revolución Francesa, Napoleón tiene 20 años. En 1792, Francia entra en guerra y esa es la ocasión para él -como para otros plebeyos- de demostrar sus talentos. En el caso de Bonaparte, serán superlativos, en lo militar y en lo político, como jefe y como estratega. El primer cuadro de la Revolución que percibe el valor del joven corso es el hermano de Maximiliano Robespierre, Agustín, cuando el joven subteniente de artillería libera a la ciudad de Tolón del sitio de los ingleses y es promovido a general de Brigada. 

Esta simpatía de un Robespierre hará que, producida la caída del tirano, Napoleón esté al borde de ser guillotinado. Superada esta dramática contingencia, y ya de vuelta en París, se destaca nuevamente en la represión contra una manifestación de monárquicos en la capital. 

Frecuenta el salón de Madame de Tallien, donde conoce a Josefina de Beauharnais, una viuda algo mayor que él, de la que se enamora locamente. Ella no lo toma muy en serio, pero cuando el Director Paul Barras le promete darle una jefatura militar, empieza a mirarlo con otros ojos. 

Napoleón y Josefina se casan, mientras él no cesa de redactar planes de conquista de Italia. El jefe del Ejército del Sur, harto de recibir los textos de Napoleón, desafía: "Este plan es la obra de un loco, que venga a ejecutarlo él mismo". Y así será.

En 1796 Napoleón es nombrado al frente del Ejército de Italia. Allí nace la leyenda. Bonaparte se hace cargo de una tropa mal nutrida y peor equipada a la que sabrá insuflarle mística: "Soldados. estáis desnudos y mal alimentados; mucho os debe el gobierno, pero, por ahora, no puede daros nada. (…) Yo quiero conduciros a las más fértiles llanuras del mundo. En ellas encontraréis honor, gloria y riqueza. ¿Será posible que carezcáis de valor y de constancia?"

Esas tropas llegarán a idolatrarlo, cuando se confirmen sus promesas. Se encadena a partir de ese momento una sucesión de victorias (Lodi, Arcola, Rivoli) por las cuales Francia le arrebata Italia a Austria. Poco después, tras 13 siglos de vida independiente, caerá la República de Venecia.

 
Napoleón Bonaparte, uno de los
Napoleón Bonaparte, uno de los grandes conquistadores de la historia

Genio de la comunicación, Napoleón dicta él mismo los partes de guerra que llegan a París donde encienden las imaginaciones y le valen a su esposa Josefina todo tipo de honores que ella acepta encantada, feliz de ser el centro de la atención pública. "Bonaparte vuela como el relámpago y golpea como el rayo": es una de las frases que sale de su pluma.

La misma pasión y poesía pone en sus cartas a Josefina: "Me despierto lleno de ti. Tu retrato y la entrevista embriagadora de anoche no han dejado reposo a mis sentidos. ¡Dulce e inigualable Josefina, si tú supieses el extraño efecto que causas en mi corazón!"

Regresa a Francia, pero no es hombre para estar quieto. Acepta entonces conducir una expedición a Egipto, cuya finalidad es cortarle la ruta de las Indias a los ingleses. 

Esta campaña acaba en derrota militar, pero Napoleón se había hecho acompañar por una comitiva de académicos, dotando a la expedición de un carácter científico. Los logros en este plano compensarán el fracaso y seguirán alimentando su fama…

El clásico sombrero de Napoleón
El clásico sombrero de Napoleón (AFP)

Nuevamente, deja frases para la historia, como cuando arenga a sus hombres: "¡Soldados, piensen que desde lo alto de estas pirámides, cuarenta siglos os contemplan!"

Enterado de que la situación en Francia es delicada, acelera su regreso. Un par de años antes, en Italia, después de la batalla de Lodi, le había dicho a uno de sus oficiales: "Presiento que estoy destinado a acciones que el mundo no sospecha".

En 1799, el Directorio está debilitado y empieza a cobrar fuerza una corriente monárquica restauradora. Bonaparte es invitado entonces a un complot que desemboca en un golpe de Estado -que pasó a la historia como el 18 Brumario- que derroca al desprestigiado Directorio y establece un consulado.

Convertido en Primer Cónsul, empieza la etapa del Napoleón hombre de Estado -que igualará en genialidad a la del jefe militar. Bonaparte cerró la etapa revolucionaria, instaurando un orden necesario tras una década de convulsiones. Pero, a la vez, su gestión consolidó, institucionalizó, muchas de las conquistas revolucionarias: la igualdad ante la ley, la libertad de conciencia y de empresa, la abolición de los privilegios de cuna.

Promulgará además un Código Civil que será modelo en casi todo el mundo occidental y cuyos principios siguen vigentes hasta hoy. Reconcilió a Francia con la Iglesia Católica y reorganizó la administración civil, creando muchas instituciones que todavía rigen la sociedad francesa: los prefectos (administradores), el Banco de Francia, la Escuela Politécnica (de Ingenieros).

También creó la Orden de la Legión de Honor, distinción que premia los talentos en todos los órdenes, sin que valgan los privilegios de nobleza. 

En la gran vía abierta por la epopeya de Napoleón, muchos hombres que, en el corset que representaban los órdenes sociales en el Antiguo Régimen no hubiesen podido trascender, harán carreras fulgurantes, llegando a conducir ejércitos, gobernar países, ocupar tronos y fundar dinastías.

Su gobierno dejó también huellas imborrables en París: la columna Vendôme, la Iglesia de la Madeleine, los arcos de triunfo del Carrousel y de l'Étoile, el edificio de la Bolsa, entre otros.

Pero pronto, una nueva coalición europea se alza contra Francia: será derrotada por Napoleón en Marengo y Hohenlinden. Bonaparte, que por donde pasaba abolía las instituciones del Antiguo régimen, consolida repúblicas hermanas para blindar a Francia: la República de Italia, con centro en Milán, y una estructura confederada en Suiza.

Consolidado por sus victorias, empieza a sentir la necesidad de dotarse de un título hereditario. Se corona en 1804 Emperador de los franceses, en una ceremonia en la Catedral de Notre Dame, a la que asiste el papa Pío VII para dar su bendición.

La coronación de Napoleón, por
La coronación de Napoleón, por Jacques Louis David, 1808.

Pero el poder creciente de Francia pone nerviosos a muchos y tanto ingleses como austríacos vuelven a declararle la guerra. 

Esta nueva coalición será derrotada en Austerlitz, en 1805. Se levanta entonces una cuarta alianza antinapoléonica que desemboca en la derrota de Prusia en la batalla de Jena.(1806) y de Rusia en Friedland (1807). Entre tanto, en 1808, España se subleva contra el rey que Napoleón, luego de forzar la abdicación de Carlos IV y encarcelar a su hijo Fernando VII, les ha impuesto y que es su propio hermano, José Bonaparte. 

Surge entonces una quinta coalición. Esta vez Austria será derrotada en Wagram, en 1809.

En 1812, al verse amenazado por la concentración de tropas rusas en la frontera polaca, el Emperador inicia una campaña contra Rusia. Será el comienzo de su declinación. 

Napoleón llega hasta Moscú, pero los rusos se repliegan incendiando todo y dejando una tierra arrasada en la que las tropas de Napoleón tienen enormes dificultades para reabastecerse. El duro invierno ruso hará el resto y en la retirada el Gran Ejército francés perderá miles de hombres.

La retirada de Rusia (Enrique
La retirada de Rusia (Enrique Breccia)

Sin embargo, las campañas de Napoleón diseminan las ideas de libertad y república por todo el mundo, desarmando imperios, despertando nacionalismos e incidiendo de esta forma en la futura configuración del mapa de Europa. La unificación de Italia y de Alemania tienen sus raíces en la era napoleónica. 

Bonaparte crea el Gran Ducado de Varsovia, devolviendo así a los polacos cierta autonomía y, aunque no puede sostenerlo en el tiempo, los polacos le guardan reconocimiento.

Hacia 1811, Napoleón reina sobre una Francia extendida, es Rey de Italia, con capital en Milán, mediador de la Confederación Helvética y Protector de la Confederación del Rin.

Su hermano José es rey de España; Jerónimo, otro de sus hermanos, es rey de Westfalia; su hijastro Eugenio de Beauharnais, hijo de Josefina, es virrey de Italia; el mariscal Murat, casado con una hermana de Napoleón, es rey de Nápoles, y el mariscal Bernadotte es heredero del trono de Suecia, que pronto ocupará inaugurando una dinastía . 

Hispanoamérica aprovecha la ocupación de España para luchar por su emancipación.

Napoleón domina el continente, pero Inglaterra reina en el mar; luego de la derrota de la coalición franco-española en la batalla naval de Trafalgar (1805), Bonaparte desiste de la lucha en el mar y se concentra en bloquear a los ingleses en Europa.

Hasta 1812, Napoleón reina con mayor o menor control toda Europa, excepto Rusia e Inglaterra; esta última saldrá de la larga contienda fortalecida como potencia mundial.

Ayudado por su gran capacidad organizativa, su agudeza de análisis, su memoria excepcional y su energía inagotable, Napoleón gobierna su imperio con firmeza. El suyo es un régimen de autoridad pero que también goza de mucho consenso. 

Sin embargo poco a poco se van dibujando resistencias en todas partes. La dimensión de su imperio limita la eficacia de sus órdenes y lo lleva a estar constantemente en movimiento.

En 1810, en un intento por consolidar su Imperio y mejorar los vínculos con las demás potencias de Europa, se casa con la hija del emperador de Austria, María Luisa de Habsburgo, previo divorcio de Josefina. Tras haber pensado en nombrar heredero a uno de sus sobrinos, con el fin de crear una dinastía, ahora busca un hijo propio. Napoleón Francois Charles Joseph Bonaparte nació en 1811.

Pero sus intentos de pacificación del Emperador chocan con la decisión de Inglaterra de no convivir con él. Su hegemonía en Europa era intolerable para Londres. 

Tras su primera abdicación, Napoleón será confinado a la isla de Elba, que gobernará con la misma dedicación con la que antes había consolidado su imperio. Pero pronto se aburre y le llegan rumores del descontento de los franceses -y en especial de sus soldados desmovilizados- con la restaurada monarquía borbónica en la persona de Luis XVIII, hermano del rey guillotinado en 1793.

Sobreviene entonces uno de los episodios más impactantes de la aventura napoleónica. Bonaparte huye de la isla de Elba con un puñado de hombres y sin armas. Desembarca en la Costa Azul y desde allí emprende el camino hacia París: en veinte días, recupera el trono sin disparar un solo tiro, porque a su paso, las tropas se sublevan contra el Borbón y se pliegan nuevamente a Napoleón.

Pero en los tres meses de restauración, muchos de sus antiguos colaboradores han defeccionado o han muerto. Y cuando una vez más deba enfrentarse a una coalición anglo-prusiana y austríaca, esas ausencias y otras traiciones le serán fatales.

Derrotado en Waterloo, esta vez los aliados no correrán riesgos: lo envían a Santa Elena, una isla rocosa en el Atlántico, muy lejos de Europa, que será su prisión hasta que muere en 1821.

Napoleón en Santa Elena (Enrique
Napoleón en Santa Elena (Enrique Breccia)

Napoleón acepta su destino. Pero exige ser tratado como Emperador y libra una pequeña lucha contra sus carceleros por su dignidad. Y, lo principal. se aboca en esos años a poner por escrito su leyenda, dictando sus memorias a sus colaboradores. De esas producciones la más célebre es el Memorial de Santa Elena, del conde Emmanuel de Las Cases.

Napoleón fue un estadista excepcional y la huella de su obra perdura hasta hoy. Además es un personaje fascinante -"¡Qué novela la de mi vida!", exclamó él mismo una vez- tanto para los historiadores como para los novelistas y cineastas. 

El 5 de mayo de 1821, a los 51 años, muere Napoleón Bonaparte. 

En el Parlamento inglés, Sir Holland, par de Gran Bretaña, se pone de pie y dice: "Las mismas personas que detestaron a este gran hombre han reconocido que en diez siglos no había aparecido sobre la tierra una personalidad más extraordinaria. Europa entera lleva el duelo del héroe; y aquellos que han contribuido a este gran crimen están destinados al desprecio de las generaciones presentes así como al de la posteridad".

El féretro de Napoleón en
El féretro de Napoleón en Los Inválidos (AFP)

En 1841, el escritor Víctor Hugo pronuncia un discurso en la Academia Francesa: "A comienzos de este siglo, Francia era para las naciones un magnífico espectáculo. Un hombre la llenaba entonces y la hacía tan grande que ella llenaba Europa. Este hombre, salido de las sombras, había llegado en pocos años al más alto reinado que haya alguna vez sorprendido a la historia. Una revolución lo había engendrado, un pueblo lo había elegido, un Papa lo había coronado. Cada año, alejaba las fronteras de su Imperio. Había borrado los Alpes como Carlomagno y los Pirineos como Luis XIV; había construido su estado en el centro de Europa como una ciudadela, dándole bastiones y avanzadas diez monarquías que había hecho entrar a la vez en su Imperio y en su familia. Todo en este hombre era desmesurado y espléndido. Estaba por encima de Europa como una visión extraordinaria".

En 1840, por iniciativa del rey Luis Felipe de Orléans, los restos de Napoleón fueron repatriados desde Santa Elena y depositados en Los Inválidos.

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