En la madrugada del 25 de julio de 1909 el emprendedor y aviador francés Louis Blériot despegó desde Calais a bordo del Blériot XI, una primitiva aeronave diseñada por su propia compañía, y aterrizó 37 minutos después en Dover, Inglaterra. Fue el primer cruce del Canal de La Mancha realizado en un avión.
Detrás de esa misma hazaña aérea estaba el ex campeón de jet-ski francés Franky Zapata, pero con una importante diferencia. Iba a realizar el cruce en una tabla aerodeslizadora que él mismo inventó y que está captando la atención de todo el mundo.
Zapata, mitad inventor y mitad aventurero, eligió la fecha precisamente en honor a Blériot, otro cruce de inventor y aventurero que en Francia se ha convertido en leyenda.
Pero lamentablemente Zapata no lo logró: cayó con su aparato al agua a unos 18 kilómetros de la costa, en la mitad del recorrido, mientras intentaba repostar combustible.
Franky Zapata se entrena para el Cruce de la Mancha, que finalmente no pudo lograr
Aquel 25 de julio de 1909 el aviador nacido en Cambrai sí pudo cubrir el trecho. De esta forma no solo se hizo con el premio de 1.000 libras esterlinas ofrecido por el periódico británico Daily Mail a quien lograra cruzar por aire los 36 kilómetros entre Calais y Dover, el punto más estrecho del Canal de la Mancha que separa a Francia e Inglaterra.
También llevó a su empresa a recibir numerosos pedidos de compra para las nuevas aeronaves que fabricaba, por ese entonces toda una novedad tecnológica en la que algunos veían el futuro y otros, apenas, un divertimento peligroso.
La Primera Guerra Mundial, que estalló en 1914, daría un impulso enorme a la aviación hasta dejar en claro su enorme potencial militar y civil. Pero cinco años antes de eso, cuando Blériot, envuelto en ropa de lana y cuero y cubriendo sus ojos con antiparras se lanzó al cruce a bordo de un avión fabricado en madera y tela, esto era apenas una especulación.
El corto viaje de Blériot no so0lo demostró las capacidades de las aeronaves, también desencadenó una ola de intentos de volver a cruzar el Canal de la Mancha por parte de aventureros, siempre eligiendo los artefactos más extraños o avanzados.
Setenta años más tarde, el estadounidense Brian Allen, de 26 años, lo imitó pero con un avión a pedales. Por su parte, dos jubilados británicos, Douglas Penn y Ann Jackson, lo lograron en 1988 parados sobre un ala de avión.
En 2010 fue el turno del estadounidense Jonathan Trappe, quien lo hizo colgado de globos de helio. Mientras que en 2013 el austríaco Felix Baumgartner cruzó los 36 kilómetros planeando desde Inglaterra a Francia, utilizando un traje especial.
Pero ninguno ha llegado a dejar la huella de Blériot, que aún hoy, a 110 años del cruce, sigue inspirando a generaciones de amantes de la aviación y la aventura en todo el mundo.
Pionero, piloto y aventurero
Blériot nació en 1872 en Cambrai, noreste de Francia, en una familia adinerada y tras completar sus estudios primarios y secundarios logró ingresar en la École Centrale París para estudiar ingeniería.
Tras su graduación comenzó a interesarse en el joven mundo de la aviación, que a finales del siglo XIX y principios del XX atraía a curiosos, millonarios y aventureros en una carrera por fabricar la primera aeronave más pesada que el aire con la capacidad de levantar vuelo por sus propios medios.
Esta competencia informal fue ganada en 1903 por los hermanos estadounidenses Willbur y Orville Wright, cuando su Flyer (volador) despegó en un campo en Kittyhawk, Carolina del Norte, dando nacimiento a la era pionera del vuelo.
Blériot había investigado algunos diseños de aeronaves en la Exposición Universal de 1900, pero observó por primera vez el vuelo de una de estas nuevas máquinas, diseñada por el francés Gabriel Voisin, en 1905.
Junto a Voisin, Blériot fundó una primera compañía de aviones que no duró mucho, y luego siguió en solitario, como destaca Ray Sanger en su libro "Blériot in Britain, 1899-1927" (Blériot en Gran Bretaña, 1899-1927), centrado en una primera serie de aeronaves llamadas con su propio nombre.
La idea de cruzar el Canal de la Mancha llegó de la mano de un concurso lanzado por el dueño del tabloide británico The Daily Mail, Lord Northcliffe, como parte de una campaña publicitaria. La primera oferta de un premio de 500 libras esterlinas atrajo a pocos aventureros en 1908, por lo que se aumentó a 1.000 un año después (poco más de 100.000 libras esterlinas actuales o 125.000 dólares), como recordó el mismo periódico en un artículo reciente.
La carrera por llegar a Dover
Tres aviadores se anotaron: Blériot, a bordo de su Blériot XI; el francés Hubert Lantham, con su Antoinette IV; y el ruso Charles de Lambert.
De Lambert se retiró poco después. Lantham, en cambio, despegó con intenciones de realizar el cruce el 9 de julio de 1909, pero su Antoinette IV sufrió una falla de motor y debió amerizar, un destino similar al de Zapata este jueves.
Entonces llegó el turno de Blériot. El aviador y sus mecánicos esperaron en su base en Calais hasta que las condiciones climáticas mejoraron, tras varios días de fuertes vientos, y finalmente a las 4:41 de la mañana del 25 de julio despegó en su pequeño Blériot XI, como reconstruye el historiador Brian A. Elliot en su libro Blériot: Herald of an Age (Blériot: heraldo de una era).
Durante la travesía mantuvo una altitud de 76 metros y una velocidad de 72 kilómetros por hora. Sin equipo de navegación, fue guiado por el destructor de la marina francesa Escopette, que había puesto rumbo hacia Dover.
El Blériot XI -una aeronave con una envergadura de 9,90 metros, construida en madera, tela y alambres y con un motor italiano Anzani de tres cilindros que daba un total de 25 caballos de fuerza, como destaca el Museo Histórico de Patentes de España en un reciente artículo sobre el invento- pronto dejó atrás al buque y por unos minutos quedó en soledad sobre el Canal de la Mancha, sin poder divisar la tierra.
Pero entonces los blancos acantilados de Dover aparecieron en el horizonte. Blériot se dirigió al punto que sus colaboradores habían elegido para el aterrizaje, una campo nivelado cerca del Castillo de Dover y justo detrás de los acantilados, y llevó allí a su aeronave.
Tras un aterrizaje brusco, debido a los fuertes vientos, Blériot finalmente tocó tierra en Inglaterra. Había volado 37 minutos y cruzado el Canal de la Mancha en un avión, la primera vez en la historia.
Allí, en las campiña del sur de Gran Bretaña, los corresponsales del Daily Mail lo esperaban para pagar las deudas y convertir al piloto de entonces 37 años en una celebridad, al grito del slogan "¡Inglaterra ya no es una isla!".
El día después
La fama adquirida por Blériot impactó directamente en su compañía, que no paró de recibir pedidos (vendió 800 unidades de su Blériot XI, de acuerdo al reciente documental A daring flight de la cadena PBS) ni de crecer en los años posteriores. El impacto, de hecho, se derramó a muchos otros fabricantes de aeronaves en todo el mundo, sentando las bases para una edad de oro de la aviación.
También incentivó a una serie de hazañas aéreas destinadas a probar las capacidades del avión, como el cruce del Río de la Plata por parte del aviador argentino Jorge Newbery en 1912, del Mediterráneo por el francés Roland Garros en 1913, de la cordillera de Los Andes realizado por el también argentino Luis Cenobio Candelaria en 1918, o el del Océano Atlántico llevado a cabo por el estadounidense Charles Lindbergh en 1927, por citar solo algunos.
Bleriót murió de un ataque cardíaco en 1936, dos años antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, otro gran hito que demostró la capacidad, esta vez destructiva, del avión. Tenía 64 años de edad y recibió un funeral de honor por parte del gobierno francés.
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