La alucinante historia de monsieur Richebourg, el espía más hábil y pequeño del mundo

Actuó durante la Revolución Francesa amparado por su extraordinaria memoria y su mínima talla: ¡58 centímetros!

Guardar
Richebourg, el espía enano de
Richebourg, el espía enano de la Revolución francesa (Ilustración: Rodrigo Acevedo Musto)

Martes catorce de julio de 1789. Francia hierve. Ese día, un grupo armado con garrotes, picos, palas, espadas y una que otra pistola de chispa toma por asalto La Bastilla, prisión construida en 1370 y negro emblema del brutal poder monárquico sobre culpables, sospechosos e inocentes.

Francia hierve y corren ríos de sangre. Jean-Paul Marat, periodista y director del diario El Amigo del Pueblo, ha muerto asesinado en los primeros días de la revolución. George-Jacques Danton, jacobino moderado, siguió el mismo camino. Maximilian Robespierre, también jacobino, "El Incorruptible", pondrá en marcha El Terror: persecuciones y condenas a muerte en oleadas…, y el feroz Joseph Fouché, que salvó su pescuezo y llegó a poderoso ministro de policía de Napoleón.

La cuchilla de la guillotina, creada en 1792, no cesa de cortar cabezas para júbilo del populacho, que sigue la tragedia como una función de circo…

Las fracciones políticas, llamadas clubes, se multiplican como bacterias sin control. Monarchiens, monarchistes, patriotes, impartiaux, feuillants, thermidoriens, cordeliers, bretones, girondins…, y decenas más, batallan por una liberté, egalité, fraternité, cada vez más lejanas.

París, 1793. La cuchilla cae sobre los cuellos reales de Luis XVI y María Antonieta.

Pero en ese caldero bullente, y en las sombras, prospera el espionaje. Todos los grupos tienen su espía. Todos quieren, necesitan, exigen saber qué hace y qué piensa el enemigo…

Y entre ellos, uno es imbatible. Nadie lo conoce. Nadie sospecha su identidad. Pero todos se asombran ante lo que es capaz de lograr. Es el espía-estrella de la Revolución.

Vamos a presentarlo. Se ignora su primer nombre. Su apellido: Richebourg. Se sabe que nació en Francia en 1868. Que fue sirviente de los duques de Orleans porque su inteligencia merecía algo más que la pista de un circo y los cachetazos de un payaso, y además, asombraba por su memoria…

Señas particulares visibles: enano. Altura: 58 centímetros. Una pequeñez extrema que lo haría famoso.

Al servicio de las facciones que lo contrataban –nunca tuvo partido ni bandera–, desplegaba una técnica tan asombrosa como imposible de detectar.

Si debía llevar información a través de la ciudad –tenía por entonces 21 años–, se afeitaba la cabeza y la cara hasta que no se percibiera huella pilosa alguna, se vestía de bebé, cofia incluida para esfumar a medias sus rasgos de adulto, y una niñera contratada para la operación lo llevaba en un cochecito hasta su destino: en general, plazas donde se reunían políticos, soldados, hombres de armas con galones que, por supuesto, cotorreaban a lengua tendida sobre sus planes.

De pronto, la niñera se detenía y le pedía a esos hombres que, por favor, vigilaran al inocente pequeñuelo, ya que debía ir de compras, hacer un trámite, etcétera: cualquier excusa verosímil que la demorara…

El bebé, entonces, ponía a prueba su fino oído y su excepcional memoria –tapado con una manta, para disimular más su figura– para captar planes sobre allanamientos, lugar en que gemían los prisioneros del rey, armamentos, pólvora –y sus cantidades y escondites–.

Con tanto tiempo como impunidad.

Así, más de una vez cruzó las líneas enemigas. Así, más de una vez operó como doble agente… al mejor postor.

Se supone –la información es muy escasa– que alguien descubrió (o imaginó) su treta, hizo correr la voz, y lo buscaron para guillotinarlo. Pero sus escondites fueron tan desconocidos como su técnica.

En todo caso, logró su objetivo: ganar mucho dinero y escaparle a la implacable cuchilla… que recién dejó de cortar cabezas el décimo día de septiembre de 1977, cuando cerró su sangriento telón sobre un inmigrante de nombre Hamida Djandoubi.

Para entonces, muerto en 1858, a sus 90 años, el espía más pequeño del mundo era cenizas y leyenda.

MÁS SOBRE ESTE TEMA:

Guardar