El despiadado castigo de la Resistencia francesa a las mujeres que tuvieron sexo con los nazis

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Una de las humillaciones y
Una de las humillaciones y castigos que recibieron las prostitutas francesas tras la ocupación nazi de Francia

Junio de 1940. Eran tiempos de desesperación. La Alemania nazi había invadido Francia, sus tropas, tomado París, el ejército galo capitulado y la moral del pueblo estaba en su punto más bajo. Era lo más parecido a lo que sus imaginaciones podían interpretar como el Apocalipsis. La literatura no había llegado a pensar un escenario tan siniestro.

Sin embargo, un grupo de hombres y mujeres valientes se mantenía al margen de ese estado de ánimo generalizado. Eran quienes componían la Resistencia francesa, aquellos que -escondidos, sin que nadie los detectara- mantuvieron una luz de esperanza entre tanta muerte.

Mientras tanto, en la capital y en el resto del país, la vida continuaba como se podía. Algunos supervivían naturalmente… otros continuando con sus profesiones. Aquellas que se dedicaban a la prostitución no tuvieron más remedio que seguir con sus tareas, ahora ofrecidas al enemigo, a los nazis.

Y si bien Adolf Hitler consideraba que la prostitución era una tarea que denigraba y restaba pureza a la raza aria, permitía que sus tropas dedicaran horas a distraer sus mentes y sus cuerpos al calor del "amor" pago. En Berlín estaba prohibido, pero en el resto de la Europa ocupada, se permitía a los soldados dar rienda suelta a sus bajos instintos.

Uno de los tantos burdeles
Uno de los tantos burdeles franceses durante la Segunda Guerra Mundial. Las casas de meretrices se multiplicaron durante la ocupación nazi a Francia

Fue así que durante la ocupación –junio de 1940 a agosto de 1944– las trabajadoras sexuales francesas vivieron una verdadera "era dorada" en la cual fueron las más beneficiadas de la presencia enemiga en su territorio. Los burdeles se multiplicaban, así como las mujeres que encontraban en ellos una posibilidad de mejorar su calidad de vida… y sobrevivir.

Si bien en un primer momento los burdeles estaban vacíos, no tardaron en llenarse por completo. Las meretrices se expandieron. Más de 10.000 mujeres se convirtieron en prostitutas para sobrevivir los horrores de la guerra. Y la mayoría inmensa de sus clientes eran los nazis que habían humillado a su ejército y a su pueblo. Pero a medida que el sexo pago aumentaba, de la misma manera crecía el odio del resto de los franceses para aquellas que ofrecieran sus servicios al enemigo.

"La oferta de prostitución estaba lejos de responder, en los primeros días, a las necesidades del ejército alemán. De las cuatro mil ochocientas muchachas que había en las calles parisinas antes del 10 de mayo, menos de la mitad se mantuvieron en su puesto de trabajo. Lo mismo pasó con los burdeles y las casas de reunión, que se estimaron antes de la guerra en algo menos de dos mil", relató el historiador Patrick Buisson, de acuerdo al diario ABC.

Pero lentamente esa situación de escasez comenzó a darse vuelta. El dinero y el trato gentil de los alemanes comenzó a hacerse sentir entre las meretrices que quedaron fascinadas y corrieron la voz. Al fin y al cabo, no era tan malo, pensaron e hicieron saber a las demás. Lo pagarían caro.

Las tropas aliadas recuperan París,
Las tropas aliadas recuperan París, en agosto de 1944

"Recuerdo a esos soldados de las SS, todos vestidos de negro, todos tan jóvenes y tan hermosos, dotados a menudo de extraordinaria inteligencia. Sabían hablar incluso francés e inglés", comentó Fabienne Jamet, una famosa madame de París en el libro de Buisson. No veía nada malo en ejercer su profesión como mejor sabía. "Las noches de la ocupación fueron fantásticas. Los burdeles de Francia nunca estuvieron mejor cuidados que cuando los alemanes estaban aquí", añadió.

Fueron cuatro años en los que las trabajadoras sexuales fueron "privilegiadas" para el resto de los franceses. El odio creció. A tal punto que la venganza llegaría tiempo después, cuando los nazis fueran expulsados de todo el país… pero ellas quedaran.

De acuerdo a lo relatado por Antony Beevor en su artículo Un feo carnaval, la venganza contra estas mujeres llegó de inmediato. Perseguidas y capturadas, las prostitutas eran rapadas en su totalidad y golpeadas en plena vía pública; o pintadas en alquitrán o dibujada una esvástica en su frente. La humillación era el modo en que le cobrarían años de "hacer felices" a los enemigos. Incluso algunas fueron asesinadas a golpes de palos ante una multitud.

A las mujeres que afeitaban en su totalidad las llamaban Femmes tondues (mujeres afeitadas) y eran humilladas en público por su condición de supuesta "colaboracionista horizontal". Un castigo propio de la Edad Media. Luego, las colocaban en camiones abiertos y las paseaban por la ciudad.

"Observé el paso de un camión abierto, al que acompañaban los abucheos del pueblo francés, con una docena de mujeres miserables en la parte de atrás", relató en su oportunidad Jock Coleville, secretario personal de Winston Churchill. Tenían todo el vello de la cabeza rapado. "Estaban llorando y agachaban la cabeza con vergüenza. Disgustado por esta crueldad, pensé que los británicos no habíamos conocido invasión u ocupación durante 900 años, así que no éramos los mejores jueces", concluyó.

Pero cuando la turba actúa, no sabe de injusticias o equilibrios. Además de estos escabrosos castigos, también actuaron contra aquellas viudas o mujeres solteras que para subsistir debían alquilar alguna habitación de sus apartamentos a soldados u oficiales nazis sin que hubiera sexo de por medio.

"Un animal perseguido por sus torturadores", era el aspecto que tenían las mujeres según describió Forrest Pogue, historiador de los Estados Unidos que estudió ese desalmado período en Francia. O lo que es lo mismo, las crueldades de la guerra.

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