Napoleón Bonaparte. Militar, político, emperador. Francés. Pocas figuras de la historia fascinan más que él. Su estrella continúa iluminando a miles de fanáticos alrededor del mundo, quienes están dispuestos a rendirle tributo de cualquier forma. Y si ese admirador además tiene dinero suficiente, pues formaría parte en primera fila de una subasta en la que se asegura que uno de sus objetos más característicos sería puesto en remate.
Eso fue lo que ocurrió con su bicornio, el sombrero de dos puntas que enmarcaba su rostro desde lo alto de una colina para observar el campo de batalla, o adentrarse en él a todo galope. Y hace exactamente 203 años, en Waterloo, la batalla que dio por finalizada su vida pública y lo confinó al ostracismo, perdió uno de sus ejemplares.
En una subasta en Lyon, Francia, un coleccionista anónimo levantó su mano cuando el precio se elevó a 407.000 dólares, por aquel que fue abandonado en la arena. ¿El precio inicial? Entre 40 mil y 50 mil dólares.
En total, durante los años que Napoleón lideró el país y la convirtió en una potencia mundial -1799 y 1815- habría tenido unos 120 bicornios. Pero este, justamente, es especial: la batalla de Waterloo marcó el inicio de la decadencia del general, quien terminó su vida confinado a una isla infame en el medio del Océano Atlántico: Santa Helena. Allí murió en 1821.
De esos 120 sombreros, solo pudieron ser identificados unos 19. La mayoría de ellos permanecen en museos. En 2014, un surcoreano compró uno de ellos en un precio ridículo, muy por encima del subastado en Lyon: 2 millones de dólares. El extraño bicornio pertenecía a un miembro de la familia real de Mónaco y estaba en mejores condiciones que aquel que salió a subasta el lunes, de acuerdo con The New York Times.
La historia del sombrero vendido en 400 mil dólares está documentada, según confió Étienne de Baecque, quien organizó el remate. El bicornio fue recogido del campo de batalla por un capitán holandés luego de la terrible batalla, el 18 de junio de 1815. Desde entonces cambió de manos muchísimas veces, hasta llegar a Bruselas.
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