Los problemas domésticos que traen consigo los mandatarios que viajaron al G20 en Buenos Aires

El primer día de los líderes que asisten a la cumbre del G20. Trump cambió de idea en pleno vuelo. Merkel se quedó sin avión. Y el príncipe saudita brilló por su ausencia

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Xi Jinping, Mohammed Bin Salman,
Xi Jinping, Mohammed Bin Salman, Justin Trudeau, Emmanuel Macron y Donald Trump son algunos de los líderes que ya llegaron a Buenos Aires para participar de la cumbre del G20

Habían transcurrido apenas 45 minutos desde que el Air Force One decolara desde la base Andrews de Washington rumbo a Buenos Aires cuando Donald Trump lanzó uno de sus acostumbrados tweets. Contradecía sus propias palabras de menos de una hora antes cuando abandonaba la Casa Blanca. Daba por suspendida la esperada cumbre con su par ruso Vladimir Putin que estaba prevista para realizarse entre las reuniones con los otros 18 mandatarios del G-20. ¿Qué había sucedido en ese tan corto lapso de tiempo? Trump dijo que era como consecuencia del nuevo choque entre Rusia y Ucrania. Pero pareciera que se trata de un problema más personal.

Un rato antes, su ex abogado y muy cercano consejero por más de una década, Michael Cohen, se había declarado culpable de mentir ante el Congreso en el marco de la investigación federal sobre la injerencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016. Cohen asegura ahora que siguió intentando concretar un proyecto inmobiliario de Trump en Rusia meses después de que el multimillonario hubiera iniciado su campaña a la presidencia. El ahora presidente quería construir una nueva Trump Tower con vista a la Plaza Roja. En agosto, Cohen ya se había declarado culpable también de desobedecer las leyes de financiación de la campaña. Todo esto pone en una muy difícil situación a Trump en el marco de la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre el presidente y su entorno.

El ex abogado de Trump
El ex abogado de Trump Michael Cohen (AFP PHOTO / HECTOR RETAMAL)

Cuando estaba por subir al helicóptero que lo llevaría hasta el pie del Air Force One, Trump había asegurado que "es un muy buen momento para tener una reunión" con Putin. Cuarenta y cinco minutos más tarde ya tenía una preocupación aún más grande. Y la confesión de Cohen no se acomodaba muy bien con una foto junto al líder ruso que hubiera circulado por todos los medios estadounidenses para ilustrar el caso. La reunión había sido concertada entre el Kremlin y la Casa Blanca una semana antes de que el domingo último la flota rusa abordaran tres pequeños barcos ucranianos con más de 20 marineros a bordo, hirieran a tres de ellos y confiscaran las naves; también cerraron el estrecho de Kerch que da entrada al Mar Negro. Todo esto, dentro del enfrentamiento ruso-ucraniano que ya lleva cuatro años desde que Putin ordenara a sus fuerzas invadir la península de Crimea. Nada cambió desde el domingo pasado hasta que Trump abordó su vuelo. Lo único que había cambiado era su situación personal.

Los buques rusos abordando a
Los buques rusos abordando a los pesqueros ucranianos en el Mar de Azov

Y fue por eso que tras reafirmar su cita con Putin se encargó de desprestigiar a su ex abogado. "Es una persona débil que está mintiendo para que le den una sentencia menor a la que le corresponde…Miente", dijo visiblemente ofuscado. En apenas dos semanas está previsto que se conozca la sentencia sobre otro caso relacionado en el que Cohen se declaró culpable en agosto. En aquella ocasión, Cohen acusó a Trump, ante otro juzgado de Manhattan, de acallar con dinero potenciales escándalos sexuales. Cohen admitió haber pagado 130.000 dólares a la actriz porno Stormy Daniels para no hablar sobre un affaire que supuestamente mantuvo con el presidente. Las dos investigaciones paralelas están en manos del fiscal especial Robert Muller, a quien Trump odia. El presidente, que la semana pasada envió por escrito sus respuestas a las preguntas del fiscal, redobló en los últimos días sus ataques al Departamento de Justicia y al propio Mueller, al que acusó de estar conduciendo una "falsa caza de brujas".

Eso es lo que trae en mente Trump a Buenos Aires. Todo el resto será parte de un protocolo que debe seguir por imposición de su cargo. Tal vez, con esa distracción no se ocupe demasiado por el documento final de la cumbre –desde ya muy lavado- y termine firmándolo para darle una buena carta de triunfo al presidente Mauricio Macri.

Donald Trump tras llegar a
Donald Trump tras llegar a Buenos Aires (AFP)

Quien parecía que iba a ser la "estrella" de la cumbre y que fue el primero en arribar a Ezeiza, brilló por su ausencia. El príncipe saudita Mohammad bin Salman, que viene acompañado de la sombra de los crímenes de guerra en Yemen y del asesinato del periodista Jamal Kashoggi en el consulado saudita de Estambul, prefirió mantenerse muy lejos de las luces periodísticas. Se encerró en la residencia del embajador árabe en Palermo Chico y desde allí monitoreó lo que sucedía con el pedido de interrogatorio que hizo la organización de derechos humanos Human Rights Watch. El proceso no va a prosperar. El príncipe no va a quedar preso en Buenos Aires como muchos quisieran. Tras la cumbre regresará a Ryad donde intentará seguir siendo el heredero del trono a pesar de sus graves errores y posibles crímenes.

Mohammed bin Salman, príncipe heredero
Mohammed bin Salman, príncipe heredero y ministro de Defensa de Arabia Saudita, al llegar a Buenos Aires este miércoles (G20 Argentina-Flickr)

El resto de esta primera jornada de preparativos de la cumbre estuvo marcado por el desliz del avión de la canciller alemana Angela Merkel. Su avión tuvo unos desperfectos eléctricos tras una hora de viaje y tuvo que regresar a Colonia, el centro de conexión internacional más grande de Alemania. El avión ya había tenido problemas en un viaje anterior en octubre cuando lo usó el ministro de economía alemán para asistir a una reunión del FMI en Indonesia. Tampoco está listo otro avión oficial de reemplazo, así que Merkel finalmente volará en un vuelo comercial vía Madrid. Se perderá casi toda la cumbre. Por ahora, sólo sigue en pie su bilateral con Macri y está en riesgo su charla con Putin sobre la crisis ucraniana así como la que tenía programada con Xi Jingping para hablar de comercio. La prensa berlinesa está buscando responsables de semejante desaguisado.

El presidente francés, Emmanuel Macron, se sintió muy cómodo andando por Buenos Aires y en el Delta donde almorzó con su mujer y los Macri. Muy buena conexión entre los matrimonios y afinidad política. Macri y Macron son producto de partidos nuevos, alejados de la "vieja política", y se sienten que comparten un mismo espacio ideológico. Pero todo esto no alcanza para que el francés ceda y de su apoyo para la firma del tan esperado acuerdo de la Unión Europea con el Mercosur. Los agricultores de su país lo presionan para que mantenga los subsidios y no firme nada con países que van a competir con sus productos .

Macron y Macri y sus
Macron y Macri y sus respectivas esposas, Brigitte y Juliana

El canadiense Justin Trudeau está en la misma sintonía que Macrón y Macri. Trae consigo ese estilo "de realeza" juvenil que hace recordar a su padre y que seguramente lo colocará más en la tapa de las revistas de sociedad que en las páginas y sitios políticos internacionales. De todos modos, hablarán con el presidente argentino de algunas posibles inversiones en minería. Canadá también puede ser el puente ideal para hacer entrar por una puerta trasera algunos productos a Estados Unidos.

El primer ministro canadiense Justin
El primer ministro canadiense Justin Trudeau con su esposa Sophie Gregoire Trudeau, el presidente argentino Mauricio Macri y su esposa Juliana Awada en la residencia presidencial de Olivos (Presidencia Argentina via REUTERS)

Xi Jingping, el poderoso presidente chino llegó a última hora. Su máxima preocupación será la cena que tiene programada para el sábado con Trump. Tienen que tratar de encontrar alguna salida a la guerra comercial en las que están envueltos China y Estados Unidos. Es probable que salga de allí una tregua y esa será una muy buena noticia para todo el mundo.

Los presidentes, primeros ministros y jefes de Estado viajan a las cumbres pero nunca pueden relajarse ni sacarse de encima sus preocupaciones domésticas. Los problemas siguen sobre sus hombros más allá de los kilómetros recorridos. Aquí en Buenos Aires tendrán para ellos los 40 minutos del espectáculo del viernes a la noche en el Colón y, tal vez, el rato de la cena con choripán incluido que los espera en el Salón Dorado del mítico teatro porteño.

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