Una anciana ucraniana enfrentó a los soldados rusos que quisieron encerrarla: “Mátenme, no me iré”

Zinaida Makishaiva, de 82 años, vive en Borodianka, al noroeste de Kiev. Sobrevivió a los nazis y el abandono de la URSS. Ahora también a la invasión rusa y los apremios de los soldados, mientras los misiles iban destruyendo el pueblo y matando a sus vecinos

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Zinaida Makishaiva, de 82 años, con una de sus gallinas
Zinaida Makishaiva, de 82 años, con una de sus gallinas

Después de haber sobrevivido a la Segunda Guerra Mundial y a la caída de la Unión Soviética, entre otros acontecimientos históricos, Zinaida Makishaiva tiene que agradecer a sus gallinas el haber superado su prueba más reciente: la breve, pero brutal, ocupación de su pueblo por las tropas rusas.

La anciana de 82 años no se inmutó demasiado cuando los tanques rusos aparecieron por primera vez a principios de marzo en Borodianka, al noroeste de la capital ucraniana, Kiev. Pero entonces los misiles Grad se estrellaron contra su casa, destruyendo su gallinero.

Un vecino de la casa de al lado murió por los bombardeos. Y entonces las tropas rusas empezaron a visitarla todos los días.

Sus rutinas diarias, establecidas desde su infancia cuando empezó a trabajar en el campo, pronto se vieron interrumpidas por los bombardeos.

Dos mujeres pasan frente a las tiendas destruidas por los bombardeos rusos
Dos mujeres pasan frente a las tiendas destruidas por los bombardeos rusos
Zinaida Makishaiva en la cocina de su casa
Zinaida Makishaiva en la cocina de su casa

Me sentía muerta, insensible. (…) No tuve tiempo de traer troncos por los bombardeos, pequeños y grandes. Así es como destruyeron todas esas casas. (…) Lo que sé es: un misil, y sin casa”, dijo Makishaiva, quien pasó gran parte de su vida en la ciudad portuaria ucraniana de Odesa, en el mar Negro.

Las puertas volaron por los aires. Tomé las gallinas porque necesitaba algo para comer. No tenía nada que comer excepto patatas, sólo eso. No hay agua, ni gas, nada”, describió.

Zinaida Makishaiva habla con el padre Dmytro Koshka, rector de la Iglesia de la Natividad de la Santísima Virgen, mientras él la ayuda a llevar ayuda alimentaria, en medio de la invasión rusa de Ucrania, en Borodyanka, región de Kiev
Zinaida Makishaiva habla con el padre Dmytro Koshka, rector de la Iglesia de la Natividad de la Santísima Virgen, mientras él la ayuda a llevar ayuda alimentaria, en medio de la invasión rusa de Ucrania, en Borodyanka, región de Kiev
Un hombre lleva suministros de ayuda humanitaria en Borodyanka, región de Kiev
Un hombre lleva suministros de ayuda humanitaria en Borodyanka, región de Kiev

Las tropas rusas llegaron en tres oleadas, dijo, siendo la primera la más violenta. Un día varios soldados entraron en su casa y le exigieron que se quedara en el sótano.

‘¡Métete en el sótano, vieja p...!’ (dijeron las tropas rusas). Les dije: ‘Mátenme, pero no me iré’”, narró Makishaiva.

El centro de empleo del distrito de Borodyanka, que los soldados rusos habían ocupado, en medio de la invasión rusa de Ucrania
El centro de empleo del distrito de Borodyanka, que los soldados rusos habían ocupado, en medio de la invasión rusa de Ucrania
Zinaida Makishaiva, de 82 años, que sobrevivió a la ocupación rusa, se encuentra con Volodymyr Maksuta, de 62, junto a la tumba de su vecino, Yurii Ostapchuk
Zinaida Makishaiva, de 82 años, que sobrevivió a la ocupación rusa, se encuentra con Volodymyr Maksuta, de 62, junto a la tumba de su vecino, Yurii Ostapchuk

Huevos

Durante los días de ocupación, Makishaiva desafiaba el fuego cruzado para ir a buscar agua a un pozo cercano.

Cuando la comida escaseaba, seguía teniendo los huevos que ponían sus propias gallinas. Su familia estaba lejos, ya que su único hijo y sus tres nietos viven en distintas partes del país.

La mano de Zinaida Makishaiva junto a sus gallinas
La mano de Zinaida Makishaiva junto a sus gallinas
Zinaida Makishaiva habla con su vecina Alla Molchanova, de 73, en su jardín
Zinaida Makishaiva habla con su vecina Alla Molchanova, de 73, en su jardín

Desde que Borodyanka fue retomada por las fuerzas ucranianas hace más de una semana, Makishaiva, a quien le encantaba bailar el vals cuando era más joven, camina más de tres horas al día, entre edificios destrozados y tanques rusos destruidos, para recoger cualquier ayuda alimentaria disponible en el centro comunitario o la iglesia del pueblo.

Treinta días de noches sin dormir son ahora cosa del pasado, con la ayuda de la hierba valeriana.

Zinaida Makishaiva enciende una vela mientras está de pie en su cocina, en medio de la invasión rusa de Ucrania, en Borodyanka
Zinaida Makishaiva enciende una vela mientras está de pie en su cocina, en medio de la invasión rusa de Ucrania, en Borodyanka
Zinaida Makishaiva
Zinaida Makishaiva
Zinaida Makishaiva mirando la destrucción a su alrededor
Zinaida Makishaiva mirando la destrucción a su alrededor
Zinaida Makishaiva sobrevivió a la invasión rusa
Zinaida Makishaiva sobrevivió a la invasión rusa
Zinaida Makishaiva en su casa
Zinaida Makishaiva en su casa
Zinaida Makishaiva mira por la ventana de su domicilio
Zinaida Makishaiva mira por la ventana de su domicilio

Ahora todo está más tranquilo, volvemos a tener radio. Durante un mes no hubo nada, me sentí sorda, sin conversaciones, excepto con mis perros y mi gato”, dijo.

Zinaida Makishaiva con sus gallinas
Zinaida Makishaiva con sus gallinas
Zinaida Makishaiva camina por las calles destruidas
Zinaida Makishaiva camina por las calles destruidas

Ahora, cuando la radio dice que es medianoche, me tomo un poco de valeriana y duermo profundamente hasta las 5. Los sueños son mejores ahora, más felices. Porque antes era tan malo, moría mucha gente. Era aterrador”, siguió.

La destrucción tras los bombardeos rusos
La destrucción tras los bombardeos rusos

Y agregó: “Lo que Dios decida sucederá. He pasado por dos guerras y ahora esto. Rezo para que esto haya pasado y no vuelvan los combates”.

(Por Zohra Bensemra en fotos y Joseph Campbell en texto - Reuters)

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