Los madrileños votan desde horas tempranas con una clara favorita para gobernar según apuntan todas las encuestas, la presidenta Isabel Díaz Ayuso, después de una campaña de gran tensión ideológica y pocas propuestas. El 4 de mayo se comprobará el resultado de la polarización entre Vox y Podemos, cuyos líderes han calentado los comicios desde la precampaña, mientras que el PSOE ha girado en mitad de la contienda desde la “moderación” al antifascismo, con Mas Madrid en auge en los sondeos y Ciudadanos luchando por la supervivencia.
Los principales candidatos ya han emitido su voto en Madrid: Díaz Ayuso lo hizo en el colegio de La Inmaculada-Marillac, mientras que su principal rival ideológico, Pablo Iglesias, lo ha hecho en Galapagar. Por su parte, Mónica García de Más Madrid, votó acompaña a su padre, Sergio García Reyes en el Colegio Monserrat. Edmundo Bal, de Ciudadanos, en el Centro Cultural Alfredo Kraus. Rocío Monasterio, de Vox -la candidata que mayor controversia generó en el tramo final de la campaña- emitió su sufragio acompañado de Iván Espinosa de los Monteros, su esposo.
Los populares admitieron desde el principio que la convocatoria electoral en Madrid era una “operación de alto riesgo” y de hecho, tras el anuncio, tenían cierto temor de poder “morir de éxito” porque la presidenta madrileña pudiera ganar pero no consiguiera juntar los 69 escaños de la mayoría absoluta.
Pero a lo largo de la campaña y en las sucesivas encuestas se ha ido dando por hecho que Ayuso ganaría las elecciones y que podría sumar con Vox para poder gobernar, incluso que solo podría necesitar la abstención de los de Abascal, aunque con la duda siempre de qué hará ese más o menos 20 por ciento de indecisos que reflejan los estudios sociológicos.
Estos serán los que decidan si la balanza se inclina a la derecha o a la izquierda, ya que el Ejecutivo dependerá de la suma de los bloques y previsiblemente se decidirá por muy pocos escaños, como tradicionalmente ha ocurrido en Madrid, aunque Díaz Ayuso parte como favorita para gobernar.
También está por ver cómo influye el ritmo de vértigo que ha tenido esta contienda con la irrupción del vicepresidente del Gobierno al inicio, la llegada de las cartas amenazantes en mitad de la campaña y la publicación en el tramo final de las detenciones de dos miembros del servicio de seguridad de Podemos, acusados de atacar a la Policía en el mitin de Vox en Vallecas.
Tras anunciar las elecciones, la presidenta madrileña se lanzó de inmediato con el lema “socialismo o libertad”, que con la entrada de Iglesias en liza se convirtió en “comunismo o libertad”, tratando de rentabilizar así el tirón que le ha proporcionado su gestión económica durante la pandemia, más permisiva que en otras CCAA tanto con el toque de queda como por dejar que la hostelería y los comercios no fundamentales permanecieran abiertos.
Ayuso tenía claro desde el principio que iba a confrontar con el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, con quien lleva rivalizando desde el inicio de la pandemia y a quien ha culpado de aprovechar cualquier situación para “atacar” a Madrid desde el Gobierno. De hecho, el incremento de la presencia de Sánchez en actos y ruedas de prensa al inicio de la campaña, le dio mayor pié a la candidata ‘popular’ a plantear esta confrontación en clave nacional.
“Sánchez o yo”, ha llegado a decir. Pero no era la única que movía ficha desde el primer momento, Vox decidió iniciar la precampaña con un mitin en Vallecas el 7 de abril, que la izquierda radical llamó a impedir provocando enfrentamientos con la policía y el inicio de una escalada de violencia verbal y acusaciones mutuas que ha durado toda la campaña. Solo dos días antes del cierre de se ha sabido que dos escoltas de Podemos formaban parte de los detenidos por estar entre los instigadores de unos hechos que ni Iglesias ni el PSOE han condenado.
(Con información de agencias).-
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