La India registró este viernes nuevos récords de COVID-19 con más de 330.000 infecciones y 2.263 muertes diarias, solo un día después de que rompiera por primera vez la barrera de los 300.000 casos, mientras continúa la emergencia por falta de oxígeno. La ola parece devastadora y arrasa comunidades enteras que se ven desesperadas por la falta de recursos para hacer frente a la enfermedad nacida en Wuhan, China, hace más de un año.
Los nuevos 332.730 casos en el país asiático elevan el total desde el inicio de la pandemia hasta los 16,2 millones, según datos del Ministerio de Salud indio, manteniendo a la India como la segunda nación con el mayor número de infecciones, solo por detrás de Estados Unidos (31,9 millones). Mientras tanto, los cuerpos de las víctimas se apilan en morgues y crematorios. Miles de esos cuerpos son quemados hasta las cenizas al aire libre a los pocos minutos de perder la vida.
El ascenso de nuevos casos en esta segunda ola ha sido vertiginoso en el país asiático, con un incremento de más de 100.000 casos solo en la última semana, lo que contrasta con las menos de 10.000 infecciones que se registraban el pasado febrero, cuando muchos pensaban que lo peor había pasado ya.
Además, el número de fallecidos diarios continúa en ascenso, con un nuevo máximo en el país de 2.263 muertes en las últimas 24 horas, 186.920 en total, unos decesos que en algunos casos las autoridades sanitarias relacionan con la crisis de falta de oxígeno que viven muchas regiones indias.
Para ayudar a paliar esta crisis, el Gobierno central emitió el jueves nuevas órdenes para permitir la libre circulación de oxígeno entre estados, sin imponer “restricciones a los fabricantes y proveedores”.
Sin embargo las autoridades o centros sanitarios de las regiones más afectadas, como la occidental Maharashtra o Nueva Delhi, siguen reportando a diario problemas con la disponibilidad de oxígeno y medicamentos, como consecuencia de la saturación en el sistema de salud en un país con unos 2,4 millones de casos activos. Y las quejas aumentan al mismo ritmo que la indignación, lo que podría derivar en consecuencias políticas más graves aún.
Uno de los centros con escasez de recursos fue el hospital Ganga Ram de Nueva Delhi, que lanzó anoche una llamada de auxilio en la que aseguraba, según un comunicado recogido por medios locales, que “25 de los pacientes más enfermos han muerto en las últimas 24 horas. El oxígeno durará por otras dos horas”, por lo que necesitaban suministros cuanto antes.
La falta de respuesta por parte de la administración de Narendra Modi ha mostrado “una arrogancia total, en términos de toma de decisiones”, dijo Harsh Mander, escritor y activista de derechos humanos, a la cadena de noticias CNN. “El gobierno ha demostrado completa y manifiestamente (una falta de) competencia y compasión”, añadió.
La población india está exhausta y desgastada después de más de un año de pandemia. Pacientes y allegados -incapaces de recibir la atención necesaria- han recurrido a suplicar en las redes sociales por medicinas y camas de hospital. Y los expertos que advirtieron durante meses sobre una posible segunda ola se sienten frustrados porque sus advertencias no fueron escuchadas. La popularidad de Modi se ve amenazada.
Confinamiento total en Delhi y otras regiones
Para tratar de frenar el ascenso de casos y reducir un poco la presión hospitalaria, las autoridades de la capital, al igual que otras regiones del país, impusieron un confinamiento total de la población de una semana, que concluirá en un principio el lunes.
Nueva Delhi, ciudad de unos 20 millones de habitantes, registró en la última jornada 26.169 casos y 306 fallecimientos, mientras que Maharashtra sigue siendo el estado indio más golpeado por esta segunda ola, con 67.013 nuevos casos y 568 muertes reportadas.
Con el confinamiento de la población como el último recurso para no colapsar la economía, la campaña de vacunación que la India lanzó el pasado enero es vista como la única vía para acabar con esta crisis sanitaria en este país de 1.350 millones de habitantes.
Esta semana el Gobierno anunció que desde el 1 de mayo permitirá la inoculación de toda su población de mayores de 18 años, liberalizando además los precios de las vacunas con la intención de aumentar su producción y disponibilidad.
Hasta el momento, el país ha administrado 135 millones de dosis desde el inicio de la campaña de vacunación el pasado enero, 3,1 millones de ellas en las últimas 24 horas.
(Con información de EFE y medios).-
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