Miles de manifestantes se congregaron de nuevo este sábado en Bielorrusia contra la reelección del presidente Alexandre Lukashenko, quien se entrevistó por teléfono con Vladimir Putin para tratar lo que a su entender es una “agresión” contra su país y “toda la región”.
Durante la tarde, miles de personas estaban concentradas cerca de la estación de metro de Pushkinskaya, al oeste de la capital Minsk, para rendir homenaje a Alexandr Taraikovski, un manifestante muerto el lunes en la represión a las protestas.
“¡No a la violencia!”, “Viva Bielorrusia”, coreaban los manifestantes, con flores, constató un periodista de la AFP. Estos dejaron ramos de flores, decorados con lazos rojiblancos (colores de la oposición), en un memorial improvisado y también mostraron fotos de los manifestantes torturados durante sus arrestos.
Paralelamente, entre 500 y 700 personas se reunieron en silencio con la familia del fallecido, alrededor de su ataúd, expuesto en otro barrio de Minsk.
La principal candidata de la oposición a las presidenciales, Svetlana Tijanóvskaya, refugiada desde hace cuatro días en Lituania, había llamado a realizar marchas pacíficas el sábado y domingo en todo el país.
"Vine para protestar contra esta injusticia ocurrida aquí", declaró Viktor, de 42 años, presente en el homenaje.
Desde la noche del domingo, Bielorrusia es escenario de una ola de protestas de un alcance inédito contra la reelección de Lukashenko, en el poder desde hace 26 años en esta ex república soviética.
Su victoria -oficialmente, con el 80% de los votos- fue vista como fraudulenta y una inmensa movilización en apoyo a su rival Tijanóvskaya prendió fuego en Bielorrusia antes de las elecciones.
Tijanóvskaya, que oficialmente obtuvo el 10% de los sufragios, denunció fraudes masivos.
Las cuatro primeras manifestaciones fueron sofocadas por la policía antidisturbios, dejando al menos dos muertos y 150 heridos, que se encuentran en el hospital desde el viernes.
Algunos manifestantes que fueron liberados relataron a la AFP la atrocidad de las condiciones de detención. Sin acceso a agua y comida, golpeados y quemados con cigarrillos, fueron encerrados por decenas en celdas previstas para cuatro o seis personas.
Además, este sábado se congregaron unas 3.000 personas frente al edificio de la televisión estatal de Bielorrusia pidiendo una cobertura completa y justa de las manifestaciones contra la violencia policial.
Con pancartas con lemas como “Muestra a la gente la verdad” y “Pravda (Verdad)”, estos movilizados en Minsk protestaron que las emisiones han respaldado a Lukashenko y han dado una imagen sesgada de las marchas opositoras.
Los noticieros de la televisión estatal inicialmente ignoraron las protestas y cubrieron a los partidarios de Lukashenko el día de las elecciones. Más tarde mostraron imágenes de violencia en las marchas pero las presentaban como dirigidas por los manifestantes y advertían a la gente de que no participara.
Alrededor de 100 periodistas y empleados salieron del edificio de la televisión estatal para unirse a las protestas y dijeron que planeaban una huelga el lunes.
A diferencia de las manifestaciones al inicio de la semana, violentamente reprimidas, las acciones del jueves y el viernes se desarrollaron sin enfrentamientos ni detenciones masivas.
Las autoridades, que parecen dar señales de retroceder, anunciaron la liberación de más de 2.000 de las 6.700 personas detenidas durante las manifestaciones.
Lukashenko incluso llamó el viernes a una “cierta contención” hacia los manifestantes, a los que anteriormente llegó a calificar de “borregos” a quienes era necesario “volver a poner el cerebro en su sitio”.
Acusando al régimen de “masacre”, Tijanóvskaya, que reivindica su victoria presidencial el 9 de agosto, anunció por su parte la creación de un comité para organizar el traspaso del poder y llamó a un diálogo con las autoridades.
Por su parte, el presidente Lukashenko mantuvo una conversación telefónica sobre los acontecimientos con el presidente ruso Vladimir Putin, indicó la agencia estatal Belta.
El Kremlin se dijo “confiado” en una solución rápida de los “problemas” en Bielorrusia, según un comunicado de la presidencia rusa tras la entrevista entre los dos líderes. Ambos dirigentes acordaron “reforzar” la Unión entre Rusia y Bielorrusia, una alianza entre ambos países.
El presidente bielorruso también se opuso a una posible mediación extranjera, una propuesta hecha el miércoles por Polonia y dos países bálticos.
Según Lukashenko, su país se enfrenta a una “revolución de color” --nombre dado a varios levantamientos en la ex Unión Soviética en los últimos 20 años-- con “elementos de interferencia exterior”.
Muchos Estados occidentales condenaron la violencia y denunciaron fraude.
Estados Unidos y Polonia pidieron este sábado a Minsk que dialogue con la sociedad civil.
La víspera, la Unión Europea acordó sancionar a los responsables bielorrusos vinculados con la represión y al fraude electoral.
Estas sanciones se producen en un contexto en el que la movilización se ha extendido en Bielorrusia: se multiplican las cadenas humanas de protesta contra la violencia y los fraudes, a la vez que los trabajadores de las fábricas realizan acciones de solidaridad y huelgas.
Con información de AFP y EFE
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