Las escuelas de samba de Rio de Janeiro iniciaron este lunes su segunda noche de esplendorosos desfiles, que en esta edición reforzaron sus mensajes de crítica social y política tras un año de gobierno del ultra derechista Jair Bolsonaro.
Después de una primera jornada dedicada a criticar el racismo, la homofobia y la intolerancia religiosa, la escuela Sao Clemente abrió la noche del lunes con un despliegue de sátira política.
“Sao Clemente habla de los problemas de corrupción en el país. Estamos representando a los políticos que usan testaferros para zafarse”, dijo a la AFP la percusionista Jaqueline Simoes adornada de la cabeza a los pies con naranjas, una palabra que en portugués se utiliza informalmente como sinónimo de testaferro.
Tras ganar la presidencia con un discurso de tolerancia cero con la corrupción, Bolsonaro enfrentó en el primer año denuncias de irregularidades en el seno de su expartido (PSL) y también en relación a su hijo Flavio Bolsonaro, investigado por sospechas de lavado.
El humorista brasileño Marcelo Adnet, famoso por imitar personajes, desfiló encima de un carro alegórico encarnando a un político cuyos gestos y frases aludían a Bolsonaro.
Sao Clemente también trató con humor otro tema de mucha actualidad en la política, al representar en una de sus carrozas una fábrica de “noticias falsas”.
“El carnaval trae alegría para todos. Sufrimos, trabajamos tanto [el resto del año], que en este momento la alegría es más fuerte. Pero aun así, dejamos un recado para concientizar a todos y tener un Brasil mejor”, dijo Marcelo de Castro, bailarín desde hace más de 30 años en esa la escuela.
Con mucha purpurina, carrozas alegóricas, una poderosa batería de percusión y alrededor de 3.000 integrantes disfrazados cada una, trece ‘escolas’ disponen de 60 a 70 minutos para recorrer los 700 metros del Sambódromo y encantar a los jurados y a 70.000 espectadores, en una fiesta que se extiende hasta el alba.
Pasada la medianoche, Salgueiro contó la historia de Benjamin de Oliveira, un actor y acróbata negro que revolucionó la escena circense de principios del siglo XX, mientras que Vila Isabel celebró los 60 años de la fundación de Brasilia.
Unidos da Tijuca apelará al corazón de los cariocas celebrando las bellezas naturales y arquitectónicas de la ‘cidade maravilhosa’; Mocidade Independente recreará la trayectoria de la cantante negra e ícono feminista a sus 89 años, Elza Soares.
Cerrando la noche, Beija-Flor hablará sobre los "caminos" y la condición peregrina de la humanidad.
- Jesús negro, indio y mujer -El primer día de desfiles estuvo marcado por el tono de fuerte crítica que trajeron varias ‘escolas’.
La vigente campeona Mangueira propuso imaginar cómo sería Jesús si naciera en el brasil de hoy: sería pobre, negro, habitante de una favela.
Así, mostró al personaje bíblico de jean, bailando junto a sus discípulos en una favela y siendo víctima de la truculencia policial, una metáfora de la vida en esas barriadas, donde 1.800 personas fueron abatidas en intervenciones policiales en 2019.
La reina de la batería de percusión, una mujer despampanante cuyo papel principal es sambar con destreza y sensualidad, también encarnó a Jesús, pero desfiló sin bailar, exhibiendo una corona de espinas, cadenas en las manos y heridas en el cuerpo para denunciar la violencia contra las mujeres.
Viradouro hizo un homenaje a la resistencia de mujeres esclavas en este país donde la esclavitud perduró hasta fines del siglo XIX.
Uniao da Ilha también reivindicó los derechos de los habitantes de las favelas y criticó la violencia policial.
Portela cerró la primera jornada con un homenaje a los indígenas tupinambá, que vivían en la región de Rio antes de la colonización portuguesa.
"Nuestra aldea no tiene partido ni facción, no tiene obispo ni se rinde ante ningún capitán", cantó la tradicional escuela, en unos versos que pueden interpretarse como un recado a Bolsonaro, un excapitán del Ejército, cuya política ambiental es denunciada por su impacto humano y climático dentro y fuera de Brasil.
- Sin recursos públicos -Es la primera vez que las escuelas -cara visible del carnaval de Rio mundo afuera- desfilen sin subvención de la Alcaldía.
Desde que asumió las riendas de la ciudad en 2016, el obispo evangélico Marcelo Crivella dejó claro que no simpatizaba con el carnaval y promovió un corte progresivo del financiamiento público a estos grupos, que pasaron de recibir dos millones de reales (unos 630.000 dólares al cambio promedio de ese año) cada uno en 2017 a no contar con ningún apoyo este año.
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