En una ceremonia tradicional, el emperador Naruhito ascendió el martes al Trono del Crisantemo, proclamándose como el 126 emperador de Japón mientras el público exclamaba banzai para desearle un largo y próspero reinado. En una ceremonia en el Palacio Imperial, prometió cumplir su deber constitucional como símbolo del estado y mantenerse cerca del pueblo. El primer ministro, Shinzo Abe le felicitó e hizo tres exclamaciones de banzai. La expresión tradicional desea una larga vida de “diez mil años” para el emperador.
Vestido con una túnica formal de naranja oscuro y un tocado negro, Naruhito apareció cuando, al sonar una campana, los chambelanes vestidos de negro abrieron las cortinas púrpuras que envolvían el trono. La ceremonia de entronamiento pone punto final a una serie de rituales iniciados en mayo, cuando Naruhito heredó el puesto tras la abdicación de su padre, Akihito.
Naruhito es el 126 emperador en la monarquía hereditaria más antigua del mundo, que según los historiadores se remonta a 1.500 años. En gran medida el objeto de la proclamación es permitir que el gobierno exhiba a la monarquía para ganar el apoyo del público y preservar el patrimonio cultural de Japón, comentaron los historiadores. Naruhito visitó tres santuarios sintoístas antes de proclamarse emperador.
De 59 años, el nuevo monarca se puso una túnica blanca para rezar en Kashiko-dokoro y en otros dos santuarios. Las visitas realizadas el martes por la mañana son para reportarse a los dioses, previo a la ceremonia a la que asisten 2.000 invitados de Japón y el extranjero.
En Kashiko-dokoro se venera a la diosa Amaterasu, la antecesora mitológica de los emperadores japoneses.
Naruhito, acompañado por personal del palacio en túnicas negras que sostenían los tesoros imperiales de la espada y la joya, colocados en una caja y cuidadosamente envueltos en tela, caminó lentamente hacia el primer santuario, hizo una profunda reverencia y se metió para rezar. Realizaría visitas parecidas a los otros dos santuarios.
La ceremonia de entronización estuvo inspirada originalmente en una de la antigua dinastía Tang de China y fue la segunda parte de un proceso de tres luego de la sucesión en mayo. El próximo mes se llevará a cabo el altamente religioso y polémico ritual de la Gran Cosecha. Algunos expertos han planteado cuestionamientos sobre el financiamiento del gobierno de 16.000 millones de yenes (150 millones de dólares) para ceremonias que contienen ritos religiosos.
Pese al tiempo, esfuerzo y costo de los preparativos, la ceremonia duró apenas 30 minutos.
En su mensaje a la nación, Naruhito recordó a su padre Akihito que abdicó el pasado 30 de abril, y las tres décadas que estuvo como titular del Trono del Crisantermo. "Ahora, en esta ceremonia, hago la proclamación de entronización ante quienes están dentro y fuera de Japón”, dijo Naruhito. El emperador se comprometió a cumplir con sus funciones de ser “símbolo de la nación” y “unidad del pueblo japonés”, papel que le otorga la Constitución aprobada tras la II Guerra Mundial.
También hizo votos en favor de la “felicidad del pueblo japonés y la paz del mundo”, y se comprometió a actuar “con responsabilidad y sabiduría” en favor del bienestar del pueblo japonés y “la prosperidad de la humanidad”. Para contribuir con esa felicidad japonesa, el nuevo emperador emitió un perdón especial para 500 mil delitos menores, entre los que se encuentra el mal estacionamiento, por ejemplo.
Realeza de todo el mundo
Los aproximadamente 2.000 invitados entre representantes políticos nipones y dignatarios internacionales contemplaron esta escena desde otras estancias del palacio, y a través de ventanales al otro lado del patio del Palacio Imperial o de pantallas, debido al reducido tamaño de la Sala del Pino.
En primera fila entre los invitados estaban sentados monarcas como los reyes de España, Felipe VI y doña Letizia, entre otros jefes de Estado y de Gobierno de unos 70 países de todo el mundo. También estuvieron presentes el rey de Suecia, Carl XVI Gustaf, el rey Guillermo y la reina Máxima, de Holanda, el rey de Bélgica, Felipe y la reina Matilde, y el príncipe Carlos del Reino Unido, entre otros mandatarios. También estuvieron los presidentes de Brasil, Jair Bolsonaro, y de Filipinas, Rodrigo Duterte.
Durante la ceremonia lució el sol sobre el cielo de Tokio, después de que en horas previas cayera una intensa lluvia sobre la capital mientras los invitados iban llegando al palacio y al tiempo que los emperadores fueron a presentar plegarias a la principal deidad sintoísta, Amaterasu, en un santuario dentro del Palacio.
El programa de celebraciones continuará esta tarde con un cóctel y un banquete de gala en el Palacio, donde los invitados tendrán ocasión de departir con los emperadores.
La expectación de los japoneses y el interés mediático hacia el evento celebrado a puerta cerrada en el Palacio fueron inferiores a lo que suscitó el rito de acceso al cargo de Naruhito del pasado 1 de mayo, un acto que también conllevó el comienzo en el calendario nipón de una nueva era, Reiwa.
Algunos curiosos equipados con paraguas acudieron al exterior del recinto amurallado del Palacio Imperial para contemplar el trasiego de coches oficiales y fuerzas de seguridad.
El programa de este martes incluía inicialmente una caravana en la que Naruhito y Masako iban a desfilar en descapotable por las calles de Tokio, pero la única ocasión que tenían los japoneses para ver de cerca a sus nuevos emperadores ha sido retrasada al próximo 10 de noviembre por decisión del Gobierno a raíz de los estragos causados por un reciente tifón.
La ceremonia, conocida en japonés como Sokuirei Seiden no gi, siguió el mismo patrón que las celebradas para el ascenso al trono de Akihito en 1990 y de Hirohito en 1928, aunque esta última tuvo lugar en Kioto y no contó con un amplio número de invitados extranjeros.
Los ritos de asunción del cargo de emperador y de ascenso al trono de la dinastía reinante más antigua del mundo se han celebrado por separado y siguiendo la misma liturgia desde el siglo IX.
(Con información de AP, EFE y DailyMail)
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