La sonda OSIRIS-REx de la NASA batió su propio récord al lograr orbitar alrededor de un asteroide a la menor distancia jamás lograda desde una nave espacial.
La maniobra marcó el comienzo de una nueva fase en su misión, llamada Orbital B, la cual colocó a la nave en una órbita a 680 metros sobre la superficie del asteroide Bennu. El récord anterior, también establecido por la nave espacial, era de 1,3 kilómetros de la superficie.
La sonda permanecerá en la Orbital B hasta la segunda semana de agosto, cuando hará la transición a la Orbital C, nuevamente a 1,3 kilómetros por encima de la superficie.
Durante las primeras dos semanas de la actual fase la nave espacial investigará un fenómeno observado al llegar a Bennu: habían partículas expulsándose al espacio desde la superficie del asteroide. Para entender mejor por qué está ocurriendo esto, los científicos quieren investigar tomando imágenes frecuentes del horizonte del asteroide.
Durante las cinco semanas restantes de Orbital B, la sonda hará un mapa de todo el asteroide usando un conjunto de cinco instrumentos científicos a bordo que ayudarán a los expertos a seleccionar el mejor lugar para recolectar una muestra de Bennu. El equipo que opera la nave espacial identificará cuatro posibles sitios para la recolección de muestras.
Luego hará una serie de observaciones de baja altitud de los dos sitios candidatos finales para realizar el muestreo. En esta etapa, la nave orbitará a tan solo 225 metros sobre la superficie de Bennu, siendo capaz de identificar objetos tan pequeños como de 2 centímetros.
Uno de los obstáculos para una colección de muestras exitosa es la inesperada pedregosidad de la superficie de Bennu. Sin embargo, la NASA expresó su confianza en que logrará cumplir el desafío. "Bennu nos ha planteado un reto para hacer frente a su terreno rocoso, y estamos seguros de que OSIRIS-REx está a la altura de las circunstancias", dijo Rich Burns, director del proyecto.
OSIRIS-REx es una misión de siete años para estudiar el asteroide Bennu. Los asteroides están entre los escombros dejados por la formación del sistema solar hace unos 4.500 millones de años. Recuperar una muestra de este antiguo pedazo de roca ayudará a los científicos a reconstruir la historia de nuestro Sistema Solar, y quizá también las claves del origen de la vida en la Tierra.
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