En 2013, Diofel Llamado huyó para escapar del supertifón Haiyan que devastaba Filipinas. Pero cinco años después, vuelve a vivir en la misma región costera, a merced de otra mortífera tormenta.
Su caso es sintomático de las dificultades que tienen los países en desarrollo para desplazar a sus habitantes de las zonas amenazadas por catástrofes naturales.
En Filipinas, las tormentas gigantes son cada vez más frecuentes debido al cambio climático, según los especialistas.
"No se puede decir que estemos seguros" dice a la AFP Diego Llamado, de 55 años, que ha regresado a Tacloban, una localidad en la costa central filipina particularmente afectada por Haiyan.
El tifón más mortífero que haya tocado tierra llegó en la madrugada del 8 de noviembre 2013, causando 7.360 muertos y desaparecidos.
El muro de agua de mar que el tifón envió hacia las zonas costeras densamente pobladas fue una de las causas del terrible balance de víctimas.
Muchos habitantes ignoraron el significado de la alerta contra esta inmensa ola y no evacuaron sus viviendas pese a las advertencias de las autoridades.
"¿Cómo sobrevivir?"
Pero la fuga no fue siempre sinónimo de salvación. Las dos hijas de Llamado murieron cuando el agua devastó el centro de evacuación donde se habían refugiado.
Hoy asegura explica que su pequeña fábrica de empanadas no sobreviviría a otra mudanza. El gobierno propone viviendas en una zona más segura, pero no tienen ni agua ni electricidad, agrega.
"Si se nos diera la posibilidad allá de ganarnos la vida, podría ir. Pero si no es así ¿cómo sobrevivir? Nadie te va a regalar comida".
Según Mustafa Osman, un especialista de la gestión de desastres establecido en Reino Unido, "en todas partes, lo más difícil es desplazar a la gente fuera de su territorio o localidad para instalarla en un lugar desconocido".
"Mientras no haya un verdadero proyecto y una mejor alternativa, la gente no se irá", explica.
Las razones por las que la gente no quiere mudarse son varias: viviendas de mala calidad, imposibilidad de ganarse la vida, falta de transportes y conflictos con los habitantes locales.
Otros países, como India, fueron criticados por construir miles de apartamentos en un zona frecuentemente inundada en Madrás para alojar ahí a habitantes desplazados por calamidades.
China, que también sufre desastres naturales, fue a su vez criticada obligar a desplazarse a personas que sobrevivieron a un deslizamiento de terreno.
"No esperar"
En Filipinas, una de cada cinco personas gana menos de dos dólares al día. Y quienes sufrieron el paso de Haiyan eran particularmente pobres.
Las autoridades dieron la orden de mudarse a unas 15.000 familias pobres de Tacloban, pero muchas de ellas no se movieron. A los que sí lo hicieron les cuesta hoy ganarse la vida.
Según Maria Rosario Felizco, responsable de la oenegé Oxfam en Filipinas, el gobierno no ha podido realojar a gran parte de las personas en las zonas menos vulnerables a las tormentas.
"Es la lección que debemos aprender. No hay que esperar a las catástrofes para pensar en ello" dice.
Y el cambio climático va a agravar las amenazas en todo el mundo.
Friederike Otto, especialista del clima en la universidad de Oxford, explica que hay un vínculo directo entre el cambio climático y las lluvias más devastadoras.
"No hay que concentrarse solamente en el peligro. La capacidad de destrucción de una tormenta depende de quién y qué se encuentran a su paso" asegura la experta.
(Con información de AFP)