El sur de Indonesia volvió a sufrir los efectos de un terremoto mortífero que se cobró la vida de 16 turistas que estaban de excursión en el monte Rinjani, un volcán activo a unos 50 kilómetros al oeste de Bali, sorprendidos por las avalanchas de lodo, tierra y rocas provocadas por los temblores que comenzaron el domingo.
Los terremotos son habituales en el sudeste asiático. De hecho, en Indonesia, un país de 261 millones de personas repartidas en más de 17.000 islas, los temblores son el pan de cada día. Se calcula que al año sufren 7.000 terremotos, una media de 20 al día. La razón es su ubicación geográfica, el famoso "Cinturón de Fuego del Pacífico", una región que rodea el océano al que da nombre y sobre el que se concentra el 90% de la actividad sísmica del planeta.
Sin embargo, la mayoría de ellos no son mortíferos. Algunos quedan categorizados como terremotos aunque no se sientan. El último caso comenzó el domingo, cuando el movimiento de las placas tectónicas provocó demasiada tensión acumulada al noroeste de la isla. Dicha tensión se tradujo en un terremoto que sorprendió a centenares de excursionistas que se habían acercado al monte Rinjani para disfrutar de una de las clásicas atracciones turísticas de Indonesia. Pese a que es un volcán activo, es un lugar habitual por sus magníficas vistas desde la cima, sus cascadas de agua natural en los alrededores del cráter y su vegetación abundante.
Cuando comenzaron los temblores, los senderos habilitados para las rutas turísticas comenzaron a taponarse por la avalancha de sedimentos, barro y rocas de tamaños diversos. Las vías principales de acceso y por tanto de salida del volcán quedaron congestionadas hasta el punto de que los turistas no tuvieron lugar al que ir. Hubo dos puntos principales donde quedaron varados, razón por la cual las autoridades de Indonesia decidieron desplegar un equipo de rescate numeroso, 184 personas, para evacuar a cerca de 600 víctimas provenientes de varios rincones del planeta. En total, 189 extranjeros, tal y como reportó Sutopo Purwo Nugrohooy, portavoz de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres (BNPB por sus siglas en indonesio).
El desprendimiento de rocas sepultó a varias personas, provocando la muerte de 16 de ellas. El temor por parte de los excursionistas fue total. "Vi a gente con la mitad del cuerpo atrapado entre las rocas y no pude reaccionar. Quedé paralizado y dejé de moverme. Un guía tuvo que sujetarme, agarrarme de la mano y obligarme a abandonar el lugar. Me dijo que ellos estarían bien", contó una de las víctimas a Reuters. Este mismo medio recogió que muchos afectados llegaron a pensar que el volcán iba a entran en erupción.
En la operación de rescate original no se evacuó a todos los excursionistas. Según reportó BNPB, una decena se quedaron en las faldas del volcán esperando a recibir más apoyo de los Kopassus, la fuerza militar de Indonesia, con el objetivo de cargar con algunos de los cuerpos de las víctimas mortales.
El noroeste de la isla de Lombok fue el centro neurálgico del movimiento sísmico, pero tuvo efectos colaterales en regiones específicas no solo de la propia isla sino de la vecina, donde se sitúa Bali. La distancia que las separa, unos 50 kilómetros, estuvo al alcance del terremoto. Tal y como reportaron el Servicio Geológico de Estados Unidos, el Centro Sismológico Euromediterráneo y BNPB, los temblores quedaron categorizados en la escala de Richter con un valor de 6,4, es decir, que puede provocar efectos colaterales a 160 kilómetros a la redonda. En este caso, se sucedieron más de un centenar de réplicas de distinta importancia.
Así fue el impacto en los alrededores del volcán
BNPB ofreció un parte de daños en el que estimó cerca de 350 heridos y 5.000 evacuados. Muchas de las víctimas estaban postrados en sus camas cuando comenzaron los temblores. "Saltamos de la cama para evitar que cayera algo sobre nuestras cabezas. El agua de las piscina se balanceaba como si fuera un mar salvaje. Vimos olas durante 30 segundos". Así lo contó Jean-Paul Volckaer, un huésped del hotel Puncak cuyo testimonio fue recogido por The Guardian. Conviene recordar que pese a la proximidad con el mar de Bali al norte, en ningún momento hubo alarma por posibilidad de tsunami.
La isla se enfrenta ahora a la necesidad de buscar refugio para esos miles de personas, a sabiendas de que los daños económicos y estructurales son considerables. Casas destrozadas, tejados por los suelos, vigas partidas… "Nada más escuchar los temblores salimos de la casa y vimos cómo se derrumbó. Desde el tejado hasta el piso, todo colapsó y quedó destrozado. Le pasó lo mismo a todos mis vecinos", contó un afectado a The Guardian. Pese a los daños, la isla sigue operando con relativa normalidad. La luz, las comunicaciones y el agua están a disposición de los turistas rescatados y los locales de la zona.
El presidente de Indonesia, Joko Widodo, viajó a la isla para entrevistarse con víctimas del terremoto, demostrar su apoyo y escuchar el testimonio de los afectados en primera persona. Además, se encargó de asignar recursos económicos, material médico y refugio para sus compatriotas.
En resumen: hasta el momento se reportaron 16 muertes, 355 heridos y más de 500 excursionistas salvados. En las próximas semanas, los cuerpos de ayuda indonesios tendrán trabajo extra para devolver la calma a la isla de Lombok.
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