El periodista y fotógrafo afgano Shah Marai dedicó su vida entera a cubrir e informar sobre la dura situación que su país vive desde hace décadas, saltando de conflicto en conflicto.
Nunca se fue de Afganistán, y estuvo presente durante las guerras civiles de principios de la década de la 1990, el gobierno opresivo de los talibanes que llegó después y durante el caos generalizado de insurgencia y terrorismo que siguió a la intervención de la OTAN en 2001.
El lunes Marai, de 41 años, cubría como jefe de fotografía de la agencia francesa AFP, junto a muchos otros colegas del mismo medio y de otros, el último atentado suicida en Kabul, capital del país, cuando los terroristas hicieron explotaron una segunda bomba entre los periodistas.
Murieron nueve, incluyendo Marai, y la lista se engrosaría horas después con el asesinato de un reportero de la BBC en la provincia de Khost.
De acuerdo a la organización Reporteros Sin Fronteras, se trató del peor ataque contra la prensa desde el 2001, y para la Federación de Periodistas afganas no hubo otro igual en toda la historia.
Marai comenzó a trabajar en AFP en 1995, en un principio como conductor y tomando una cámara tres años después, cuando los talibanes ya estaban en el poder, según recuerda la propia agencia.
Tras sufrir la vida bajo ley islámica en su versión más opresiva y medieval, Marai se sumó a la ola de júbilo cuando la OTAN derrocó a los extremistas en 2001 tras los ataques terroristas de Al Qaeda sobre las Torres Gemelas en Nueva York. "Fue una era de grandes esperanzas, los años de oro", escribió el fotógrafo, padre de cinco niños, en su diario.
Pero más de una década después, y en medio de una renovada insurgencia talibana, que ha tomada gran parte del país, y los incesantes ataques terroristas de la rama local del Estado Islámico (ISIS, en ingléS), la euforia se había ido. "Nunca sentí que la vida tuviera tan pocas perspectivas. No hay esperanzas", expresó, poco antes de morir en un atentado.
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