Más allá de lo creíble: racista, sexista, grosera y vulgar. La Edad de Oro de la Avenida Madison. Así se titula el libro de Charles Saatchi que reúne algunas de las publicidades más impactantes que se han hecho en la historia. La mayoría datan de entre 1930 y 1975, pero hay algunos ejemplos más antiguos, que causan la misma conmoción vistos con los ojos del siglo XXI.
La primera, de 1975, es de una loción corporal de Cosméticos Love. Muestra la imagen de una niña sexualizada, a pesar de que el público al que apuntaban eran mujeres adultas.
Esta es de 1967, de la firma de indumentaria Broomsticks. El mensaje de la mujer como un objeto con el que los hombres pueden jugar es tan burdo que no requiere de mayores explicaciones.
El de Pinturerías Elliott data de 1930. No llama la atención que puedan presentar a un niño afroamericano "contento" de pintarse de blanco en una época en la que la segregación racial era legal en muchos estados.
La publicidad de camisas de la casa de ropa Van Heusen, de 1952, muestra un estereotipo muy difundido en esa época sobre cómo eran los miembros de las comunidades aborígenes.
La firma de sedantes Meprospan proponía en 1957 que las amas de casa se seden para hacer con calma sus tareas cotidianas en el hogar, como bañar a sus hijos.
Ya en 1930 había reparos sobre los efectos del cigarrillo sobre la salud. Por eso, Lucky Strike sacaba esta publicidad, asegurando que un número incomprobable de médicos los recomendaban.
Otra publicidad de sedantes, aunque destinada a hombres, que no aparecen en la casa como la mujer, sino trabajando. Esta, de Mebaral en 1950, aconseja consumir tranquilizarse para no pensar en el suicidio ante cada problema.
Esta es la más antigua (1904), y quizás la más impactante. Es del fabricante de armas Iver Johnson, que sostiene increíblemente que, si bien sus pistolas "disparan y matan", son "absolutamente seguras". Tanto, que hasta una niña la puede usar tranquilamente.
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