Una de las aficiones de Pablo Escobar, el narcotraficante más rico y poderoso en la historia de América Latina, era comprar mansiones en distintos lugares de la región, e incluso en los Estados Unidos. Su debilidad eran las casonas erigidas en la playa, con una vista imponente sobre el mar.
Muchas de ellas permanecieron años abandonadas luego de su muerte. Esto es lo que ocurrió con la propiedad que "el patrón del mal" tenía en la localidad mexicana de Tulum, ubicada en la costa de Quintana Roo.
La mansión está construida sobre la playa, a metros del mar, pero pasó mucho tiempo oculta porque está completamente cubierta de una frondosa vegetación. Recién en 2003 fue hallada, aunque nadie se atrevió a hacer nada con ella.
Hasta que en 2012 la compró el reconocido galerista neoyorquino Lio Malca. Tras un lustro de intensas reformas, la convirtió en un hotel boutique de nueve suites y 26 habitaciones. Lo bautizó Casa Malca y lo acaba de inaugurar.
El objetivo del dueño es brindar a los huéspedes una experiencia única. Combina la curiosidad que genera alojarse en un lugar que perteneció a Pablo Escobar con el deleite artístico de los cientos de obras que decoran los salones y los cuartos —pertenecientes a la colección personal de Malca—, y la tranquilidad de la playa.
Uno de los ejes del hotel es el respeto por el medio ambiente, y por eso buscan generar el menor impacto posible sobre el entorno natural. Con grandes ventanales en todo el establecimiento, los visitantes pueden sentirse envueltos en los olores y sonidos del mar y de la selva.
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